Julio Hernández López
Astillero
Largo desperdicio
EPN, a salvo
AMLO, conciliador
Mapachería: la Ruleta
Fue como un espot larguísimo,
con pequeñas alteraciones insustanciales. Los zetas parecieron haber
asaltado las frecuencias televisivas: zzzzzz. Difícilmente, alguien cambió la
percepción que ya tenía de su candidato favorito. El segmento de los presuntos
indecisos debe haber seguido más o menos igual: ninguno de los cuatro
aspirantes logró impactar ni modificar (tal vez la más arriesgada haya sido
Josefina Vázquez Mota, golpeando con esperanza de dejar el tercer lugar). No
hubo referencias destempladas a charolazos, facturaciones a Televisa ni cosa
chirriante que se le pareciera; todo sometido a un modoso intercambio de
críticas menores, como si los dos punteros no quisieran espantar a la clientela
y prefirieran que la función siga adelante, en espera de los desenlaces
prácticos verdaderos.
Peña Nieto se mantuvo a salvo de
graves equívocos previsibles, si acaso expuesto visualmente más de lo hasta
ahora permitido a la revisión de cierta asimetría facial que lleva a
especulaciones médicas de diverso orden. Al igual que en el primer debate,
salió sin raspaduras importantes, reiteró sus rutinas discursivas y por tanto
consolidó su posición, sea ésta la que cada cual le quiera asignar. Se mostró
tan vacuo como es, pero no tuvo quien lo persiguiera y hundiera. Sostuvo lo
mismo de siempre, sin mayores consecuencias.
López Obrador desperdició la
oportunidad dorada de definir la lucha por el primer lugar. No noqueó, pero ni
siquiera lo intentó. Se ancló en el papel de armonizador de los factores
sociales, económicos y políticos, empecinado en convencer que no representa
ningún peligro para (los poderes de) México. No habló de The Guardianni de
las élites de poder (lo de la mafia ya fue derogado), ni de la
insurrección juvenil ni de las pruebas de fraude electoral en camino. Sus
adversarios dirán, con veneno apenas disimulado, que fue exitoso porque se
mostró sereno y ecuánime.
Vázquez Mota pareció ser la que
más se preparó para esta ocasión. Sostuvo su estilo de sonrisa eterna y el aire
falsamente propositivo, e incluso se concedió licencias de imaginación para
plantear cómo serían los candidatos si fueran mujeres. A pesar de la insistente
versión de que acabaría haciendo alianza táctica con EPN para atacar a AMLO,
les tiró más o menos parejo a ambos. Aun cuando nadie cayó en sus
provocaciones, en ella estuvo el mayor acercamiento a darle cierta viveza a la
reunión de ayer en Guadalajara. En una interpretación a la baja de lo que le ha
recomendado su ex jefe Fox, ayer hizo gran esfuerzo para consolidarse no en el
segundo, pero sí en el tercer lugar de la competencia.
A pesar de que oficialmente
sigue siendo candidato a la presidencia, Quadri se obstinó en pelearle el
carácter de moderador a Javier Solórzano (quien, dicho sea muy en serio,
cumplió exitosamente con su responsabilidad). Propuso temas, exigió respuestas
y quiso erigirse en viene-viene de una esquina donde convergían tres autos
principales. Si no logra ser secretario de ecología para nuevo negocio
gordillista, ya hizo méritos para buscar la embajada de México en China. Ya no
fue una sorpresa, sino una confirmación: muy mal ha de estar la política
mexicana si alguien toma como referente serio al hijo político de Elba Esther Gordillo
(¿y de Marcelo Ebrard como padre no reconocido?).
Desde fuera, desesperado por
estar a la sombra, Felipe Calderón irrumpió por vía de Twitter para dar datos
que contradijeran el optimismo ahorrativo de AMLO. Y fue todo.
En tanto, por todo el país se
multiplican las pruebas e indicios de que el proceso electoral ha sido mal
preparado y que hay condiciones tempranas para dudar de la certeza y equidad
con que se llegará a las urnas.
El descubrimiento de boletas con
folio repetido en Oaxaca (en los distritos federales 4 y 8, y los conteos
distritales que reportaron papeletas de más o de menos) constituyen un muy
preocupante signo que provoca fundada desconfianza. Aún más si a ese hecho,
como a otros de igual talante grave (la inexplicable multiplicación de las
mesas receptoras de votos en zonas no urbanas o rurales, por
ejemplo), los funcionarios y consejeros del Instituto Federal Electoral
responden con demagogia barata, asegurando que todo va bien cuando fuera de
esas oficinas muchas cosas van mal. Boletas de papel volando y el IFE de los
pesares a todo dice que no: no es preocupante que se cometan esos errores
lamentables, pues para eso están los conteos previos, alegan algunas voces
institucionales del negocio electoral, asumiendo como natural que los talleres
impresores hubieran hecho boletas de más: para eso hay corrupción
gubernamental, podría ser una paráfrasis, para que la gente la detecte y
denuncie.
A ese asunto de las boletas
voladoras se suma la técnica de la Ruleta que a esta columna revelaron
profesores identificados pero cuyos nombres no serán mencionados. Según
expresaron esos denunciantes confiables, líderes gordillistas de la operación
electoral que se organiza para favorecer a Enrique Peña Nieto han detallado así
lo que harán el próximo uno de julio: “De un domicilio cercano a una casilla
sale la primera persona con unas papeletas parecidas a las boletas electorales
ocultas en la bolsa de su camisa. Ya en la casilla pide sus boletas y, sin
emitir su voto, las intercambia por las que lleva en su camisa. Deposita las
falsas en la urna y regresa al domicilio para marcar las boletas a favor del
PRI en presencia de los ‘coordinadores’. Recibe su paga de entre mil y 2 mil
pesos. Las boletas que dejó esta persona se las entregan a la siguiente y se
repite la operación. Como es una cadena, garantizan que cada boleta que sale de
esa casa sea un voto seguro a favor del PRI. Aunque se ‘desperdicien’ el primer
y último votos, todos los demás son seguros”.
Y, mientras los interesados leen
en www.astillero.tv algún
tecleo extra respecto a eso en domingo llamado debate, ¡hasta mañana, con el
espot josefinista de la infamia tirado en el IFE, por la evidente mentira
provocadora que pretendía poner a AMLO ya casi levantado en armas!
Twitter: @julioastillero
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Astillero
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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