miércoles, junio 20, 2012

Convertirlas en peceras, de manera mayoritaria, es la solución : María Teresa Jardí


Convertirlas en peceras, de manera mayoritaria, es la solución
María Teresa Jardí


Que en nuestro país los antivalores han ocupado el puesto de los valores es diáfano para cualquiera. Y es evidente que las mafias que manejan el poder entendieron bien que los vacíos se llenan.


Primero se dedicaron a bajar la educación escolarizada a niveles de vergüenza. Y ya vamos alcanzando el último escalón entre los países donde, en aras de los intereses globalizadores de transnacionales canallas, las mafias que mantienen el control del poder les garantizan, a esas transnacionales, los pueblos más analfabetas. Y claro, esto se nota en el nivel tan bajo, también, que ha alcanzado la jerarquía de los partidos políticos.


Con escasas excepciones, como la de la AMLO, que son las que más molestan a los que mantienen el control de la cosa pública y política.



Mafias apoyadas, en el caso mexicano, también por la telebasura para la ejecución sumaria de los valores. Mafia televisiva que busca el cobro de la alta factura haciéndose del control absoluto del poder político, arrogándose incluso el derecho de poner como presidente a la marioneta creada para ese fin de común acuerdo con la jerarquía a modo de la clase política, sin duda. De otra manera no sería Peña el candidato del PRI.


Dando el salto la mafia política, y por eso es que la factura que quiere pasarle al pueblo la telebasura sea tan gigante, de enviar el mensaje a la sociedad teleadicta, que es la mayoría. A fin de cuentas los libros tienen precios inalcanzables, como parte de lo mismo. Y la violencia establecida como regla necesaria para implantar la inseguridad que el conjunto de la sociedad vive, como condena sirve también para generar el miedo a salir a la calle en busca de otro esparcimiento.


Dando el salto a interiorizar en ricos y en pobres la mentira a modo de que los pobres tienen no sólo “el deber patriótico de no pensar por sí mismos y la obligación de ser idiotas”. Los pobres tienen “el deber de dejar que, los que sí saben, piensen por ellos”. Y lo mismo se puede decir de la clase política. Porque a fin de cuentas cuando los antivalores toman el lugar de los valores afectan a todos por igual.


Somos testigos de cómo se puede tomar, pasando por encima de las leyes y de las instituciones, la decisión de hacer una limpia de pobres por parte de un impresentable impuesto por la telebasura. Porque tampoco podemos tener la ilusión de que Peña es el primero que pretenden imponer. Lo que pasa es que en el caso de Peña se les fue la mano y quisieron elaborar una telenovela para el pueblo con él. Pero llegaron al punto de la farsa porque ya habían impuesto al que llegó usurpando la silla del Ejecutivo federal que mayoritariamente los ciudadanos entregamos en 2006 a otro elegido para prestar un servicio público temporal. Nos impusieron al que se sintió con el derecho de hacer una limpia, a nombre de una guerra falsa, y quien hoy acaba aunque no lo entienda, o sí lo entienda y por eso su negativa a darse por enterado de que ya no es nada. Por eso su negativa a irse sin dejar en su lugar al que la telebasura le ordena imponer. Poniendo en riesgo a la nación de que se desate una guerra entre mexicanos a sabiendas, o quizá por eso, de que no tiene reversa, para Calderón, el hecho de haberse exhibido ante el mundo como lo que decidió ser: un genocida.


No es solamente que se haya interiorizado en pobres y ricos como deber el de obedecer para los pobres y el derecho a gozar de todo para los ricos. Sino que ha pasado la telecracia a dictar quién es y quién no es un peligro. Y es claro que entre los peligros se encuentran catalogados los estudiantes por esa enemiga de México a la que Calderón antes de irse le paga su imposición “haiga sido como haiga sido” convirtiéndola en el monopolio más grande y peligroso, ese sí, del mundo.


Y esto sólo puede resolverse, por la vía pacífica, si convertimos, de manera mayoritaria, todos los televisores de las casas, en peceras. Y no digo que las quememos en las plazas. Lo que me encantaría ver antes de morirme. Por aquello de la contaminación. Ni tampoco que las tiremos a la basura por la misma razón. No. Convertirlas en peceras, de manera mayoritaria, es la solución. Porque incluso si tomamos la decisión de no encenderlas más que para ver películas con la video corremos el riesgo de volver a encenderlas otorgando el poder absoluto que se le ha permitido tener por la mafia política para manipular la mente de los televidentes.


Convertir los televisores en peceras antes de que sea demasiado tarde para un país al que buscan con otro fraude, mintiendo, como es obvio, si fuera cierto lo que dicen no tendrían que repetirlo y repetirlo. Un país al que le dice la telebasura “que es imposible que se realice un fraude”. Porque además trata a los televidentes como idiotas. Como si en México la ética fuera, y no la corrupción que impera, la regla del sistema.


Que nadie se equivoque es claro que ya buscan imponer con otro fraude a otro “haiga sido como haiga sido” como usurpador del Poder Ejecutivo nuevamente.

No hay comentarios.: