La Jefa es un autobús
Octavio Rodríguez
Araujo
La Jefa es el nuevo nombre del autobús de Josefina Vázquez
Mota (JVM). Muy emblemático, sin duda. ¿Ella será ahora la jefa o sólo el
autobús? Lo primero es lo que ella quisiera. Aparentemente es la jefa de
Gustavo Madero, Ernesto Cordero, Germán Martínez, Juan Ignacio Zavala, Juan
Manuel Oliva, Miguel Székely, Maximiliano Cortázar, Rodolfo Elizondo, Roberto
Gil Zuarth, Rafael Giménez, María Luisa Calderón, Rogelio Gómez Hermosillo,
Irma Pía, Armando Sánchez Ruiz, Mayela Alemán de Adame, Octavio Aguilar
Valenzuela, Luz Gabriela Cadena Luna y los que se sumen en los próximos días.
Aunque no aparece en la lista de apoyos-subordinados, debe considerarse también
al rey de la guerra sucia, Antonio Solá Reche, el infaltable en cualquier
partido ultraderechista en periodo electoral.
Sin embargo y dada la
composición de los incorporados, surge una pregunta: ¿no será Felipe
Calderón el verdadero jefe y JVM una extensión de la franquicia conocida como
Los Pinos? Todo indica que con la candidata panista usaron la misma estrategia
que con las empresas públicas: dejarlas caer para luego salvarlas en
beneficio de sus patrocinadores. La dejaron que se tropezara varias veces, que
tuviera fracasos, algunos bochornosos, y luego, después de haberla dañado con
una medicina amarga, le ofrecen el mismo medicamento pero ahora con otro sabor,
para que ella no tenga más remedio que agradecerlo. El problema es que, tanto
la medicina que le provocó serios problemas iatrogénicos como la nueva, se
fabrican en el mismo laboratorio conocido como Los Pinos.
Los genios de la
propaganda electoral de La Jefa le echaron montón para ver si
así repunta. Tal vez crean que si ellos son muchos más serán los que vean a JVM
como su candidata predilecta. Pero la realidad es otra, y tiene que ver con la
percepción ciudadana: la economista Vázquez Mota es vista ahora como la
candidata de Felipe Calderón y no como fue visto éste en relación con Fox.
Me explico mejor: el
candidato de Vicente Fox, una vez que no pudo heredarle la silla a su esposa,
era Santiago Creel. Pero en el PAN había otro personaje que quería ocupar Los
Pinos y que fue destapado en Jalisco por el entonces gobernador. Fox no estuvo
de acuerdo, pero tuvo que aceptar al michoacano cuando éste ganó en la elección
interna de su partido. A raíz de este desenlace Fox lo hizo su candidato y
manipuló todo lo que pudo para convertirlo en presidente. Los fraudes de la
época son muy conocidos como para citarlos en este espacio. Lo que quizá
conviene destacar es que el presidente del PAN en esos momentos era Manuel
Espino Barrientos, quien hizo a un lado sus discrepancias con Calderón y llamó
a todos los panistas a cerrar filas y posponer sus diferencias para ganar todo
lo que se pudiera. Reaccionario en muchos sentidos y yunquista por añadidura,
fue un buen operador político y logró para su partido (que más adelante lo
expulsaría) la mayoría en ambas cámaras del Congreso de la Unión. Una vez que
logró su propósito se distanció de manera muy obvia de Calderón, y así le fue
posteriormente.
Con La Jefa la
situación es otra, aunque al principio se pareciera. El candidato de Calderón
fue Ernesto Cordero, o así convino hacerlo creer. Pero como Josefina ganó en la
elección interna, ésta quedó como la mera mera, con una salvedad: Calderón se
la apropió y no sólo la hizo su candidata sino que le ha impuesto su equipo de
campaña y hasta el color del lápiz labial.
Calderón, marrullero que
es, como bien lo sabemos, ha utilizado una estrategia muy a tono con su forma
de hacer política. Fintó con Cordero para poner a Josefina y, al mismo tiempo,
juega con la carta de Peña Nieto. Su idea es que gane quien gane, salvo López
Obrador, él y su proyecto (que en realidad es el de Salinas de
Gortari-Washington) quedarán resguardados y vigentes. En esto se parece a
Zedillo, cuyos candidatos fueron también el del PRI y el del PAN, Labastida y
Fox, pues para los tecnócratas neoliberales lo que importa es el régimen
inaugurado por De la Madrid y consolidado por Salinas.
La Jefa es, a final de cuentas, el nombre de un autobús, pero
JVM no se ha dado cuenta y ya ha comenzado a exigir, como bien se señala en la
nota de Claudia Herrera Beltrán en La Jornada del martes:
exige al partido y, muy en su papel, ya “advirtió que no hay espacio para
equivocaciones o faltas de responsabilidad y por eso ‘habrá consecuencias
inmediatas para quien no asuma su responsabilidad de manera completa’”. La
Jefa se cree idem. Allá ella, pues va a perder.
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