jueves, abril 12, 2012

Jaime Ornelas Delgado : Poniéndonos al corriente


Poniéndonos al corriente

Por: Jaime Ornelas Delgado


Después de unas, no sé si merecidas, pero absolutamente necesarias vacaciones, nos ponemos al corriente de ésta que José Agustín llama la Tragicomedia mexicana.
Un primer dislate, de entre los muchos cometidos apenas iniciada la campaña electoral que está poniendo a cada quien en su lugar, fue el de Felipe Calderón cuando advirtió del riesgo que corre la viabilidad financiera de Pemex debido a los “pasivos laborales” soportados por la empresa.
Para Calderón es fácil olvidar el saqueo fiscal que sufre Pemex, la opacidad en el manejo de los contratos a particulares y en las relaciones con el sindicato; o las importaciones a precios elevados de gasolinas que pudiéramos estar produciendo en el país. Esa situación, al parecer y según Felipe Calderón, no causa daños a la paraestatal sólo las pensiones de trabajadores que, quiérase o no, han fincado la grandeza de Pemex a contrapelo de la ineficiencia de las administraciones neoliberales empeñadas en demostrar que las empresas estatales son ineficientes y que, por tanto, es necesario privatizarlas, amenaza lanzada ya por los dos candidatos de la derecha, coro al que se ha sumado el señor Quadri, candidato surgido de la broma que le ha hecho al país, y al proceso electoral que ha pretendido convertir en caricatura, la señora Elba Esther Gordillo que hasta a su nieto convirtió en candidato.

Los tecnócratas y

la riqueza nacional
Y hablando de Pemex, tal vez se enteró usted que a finales del mes pasado se inició la segunda ronda de licitaciones de 22 campos petroleros “maduros” en media docena de municipios de Tamaulipas y Veracruz.

El propósito de estas licitaciones es entregar a empresas privadas –fundamentalmente extranjeras, pero algunas otras privadas cercanas a Los Vinos– el control, por 30 años, de miles de hectáreas de la franja costera y de una producción estimada de 24 mil millones de barriles, que como van las cosas los exportaremos a Estados Unidos para luego comprar gasolinas, ¿a quién?, pues a Estados Unidos, a precios altísimos que sólo perjudican al consumidor mexicano que no se ve beneficiado con el hecho de que Pemex sea una empresa nacional. Otro elemento más para vencer la resistencia popular en defensa de esa empresa, que debería ser la “palanca del desarrollo nacional” y no la caja chica del gobierno federal ni el reservorio de negocios privados.

¿Quién los entiende?

A lo anterior se suma a la entrega de una enorme cantidad de extensiones del territorio nacional a las empresas mineras del país y del extranjero, en un caso más de aberrante absurdo. Las empresas mineras, particularmente canadienses, extrajeron de minas ubicadas en territorio de la República 79 mil 388 kilogramos de oro puro en 2011, oro que, por supuesto, perdemos los mexicanos; a cambio de esto, el gobierno de Felipe Calderón compró en el mercado internacional del áureo metal, es decir a compañías extranjeras que comercian con el oro mexicano, 98 toneladas de ese metal, cuyo valor fue de 5 mil 300 millones de dólares. ¿Entiende usted a los tecnócratas neoliberales?  
Hágase la volunta de
dios en los bueyes…
Resulta que el señor Emilio Azcárraga, propietario de uno de los dos monopolios televisivos existentes en México, publicó un artículo en la ciudad de Nueva York donde pidió que, “por el bien de México”, Carlos Slim, amo y señor de Telmex y del Grupo Carso, permitiera la competencia en telefonía, y remató Azcárraga, con cursi cinismo: “Así debe hacer alguien con la visión, el talento y el prestigio de Carlos Slim.”
¿Y la competencia en televisión cuándo mister Azcárraga?
Para reflexionar
A un policía auxiliar de San Mateo, estado de México, le pregunto tratando de iniciar una conversación que me permitiera sondear por quién sufragaría: “¿Va usted a votar en julio?” La respuesta fue inmediata: “¡No señor!, nosotros nunca votamos. Antes de las elecciones le damos la credencial a los jefes y nos la devuelven después de las votaciones.”
En ese municipio, cercano a Ciudad Satélite, muy urbanizado y densamente poblado por la clase media, debe haber algunos cientos, tal vez miles de policías auxiliares. El policía con quien hablo no conoce el dato, como tampoco sabe por quién ha votado en los anteriores procesos, seguramente porque cuando le pregunta a los “jefes” ¿por quién voté?,  le responden, como lo hacían antaño los caciques priístas: “no te podemos decir porque el voto el secreto.” Por cierto, ese municipio, como otros aledaños de similares características urbanas, es gobernado por el PAN. 

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