miércoles, diciembre 02, 2009

Guillermo Fabela Quiñones : Falló la apuesta


Falló la apuesta
2009-12-02
 
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes

Cada vez hay más voces autorizadas que prefiguran un futuro no sólo lleno de incertidumbre, sino de riesgos funestos que podrían desencadenar estallidos sociales que sería muy difícil controlar en el marco de las instituciones nacionales. El problema es que la cúpula gubernamental no las escucha ni tampoco mira lo que sucede a su alrededor, obligada como está a vivir en medio de una soldadesca que además de vigilar que nada le pase al Ejecutivo, cuida celosamente que no tenga acceso a la realidad. Esto podría explicar el absurdo triunfalismo de Felipe Calderón, y también su incapacidad evidente para liderar a una nación plagada de contradicciones y graves desajustes en toda su maquinaria.
Así como han surgido voces que reclaman cambios profundos en el sistema político nacional, como las del rector de la UNAM, José Narro Robles y la del prestigiado ministro de la Suprema Corte que anteayer pasó a retiro, Genaro David Góngora Pimentel, las hay asimismo que claman por un liderazgo al servicio de la nación, no de una oligarquía que además de saquear al país saca miles de millones de dólares para que estén a buen resguardo en otros países, hecho que demuestra la ausencia de responsabilidad social de quienes obtienen los más cuantiosos beneficios de una economía puesta a su cada vez más exclusivo servicio.




El Banco de México informó en días pasados que en los meses de enero a septiembre del presente año, las inversiones de mexicanos en el exterior tuvieron un monto de 21 mil 301 millones de dólares, cantidad que superó en 118 por ciento el ingreso de la inversión extranjera directa, mientras que por otro lado el ingreso de remesas cayó 13.4 por ciento en el mismo lapso. Tales datos indican la existencia de un fenómeno de suma gravedad: el país se está descapitalizando aceleradamente, lo que la misma oligarquía pronosticó que llegaría a pasar si Andrés Manuel López Obrador llegaba a Los Pinos. Eso no ocurrió, pero de cualquier forma la fuga de capitales está en su apogeo. Cabe preguntarse porqué está sucediendo una situación aparentemente inexplicable.
La respuesta es muy simple y muy compleja al mismo tiempo: a la oligarquía le falló su apuesta de tener en la casa presidencial a un empleado incondicional, ya que no estimaron la gravedad de la crisis estructural que padece el país. Se les hizo fácil suponer que no habría mayor problema al colocar en Los Pinos a un administrador que continuara los pasos de su antecesor. No tomaron en cuenta que la nación atraviesa por la crisis social más grave de su historia contemporánea, que López Obrador tenía sobrada razón al puntualizar el imperativo de no olvidar a los más pobres. Ahora están pagando las consecuencias, pues los millones de dólares que envían a bancos extranjeros dejan de tener aquí mayor plusvalía y podrían estar contribuyendo a reducir los riesgos de una situación que amenaza desbordar al Ejecutivo.
De ahí que también le sobre razón al ministro Góngora Pimentel al denunciar que el país carece de un plan nacional que responda al interés de las mayorías, y exigir que “se debe rescatar el principio político constitucional de que la soberanía reside y seguirá residiendo en el pueblo, que no puede seguir siendo preso de intereses políticos o de grupo”. Esto, por supuesto, no pasa por la cabeza de Calderón, como se pudo advertir en su mensaje con motivo del tercer aniversario al frente del Ejecutivo nacional, en el que abundó en sus dichos triunfalistas y en señalamientos demagógicos que nada tienen que ver con la dramática realidad que estamos viviendo los mexicanos, ni mucho menos influirían para lograr el cambio de rumbo que reclaman las actuales circunstancias.
La necesaria reconstrucción de la vida nacional sólo podrá lograrse en la medida que haya un liderazgo político al servicio del país y éste no se encuentra en Los Pinos. Como advirtió Góngora, “es hora de supeditar el interés privado al interés público”, premisa imposible de cumplir por quien está al frente del Ejecutivo, firmemente supeditado al interés de las grandes corporaciones con el único propósito de asegurarles grandes beneficios. De ahí la enorme brecha existente entre la sociedad mayoritaria y una clase política que actúa como simple gestora de grandes negocios para la oligarquía, la verdadera razón de ser del neoliberalismo causante de la terrible pobreza del país.


gmofavela@hotmail.com



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