La Política como un gran mercado
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Entre las consecuencias más lamentables que nos trajo el neoliberalismo, destaca el deterioro moral de la vida política, hasta convertirla en lo que es ahora: un mercado donde se venden y compran conciencias, de acuerdo con un individualismo exacerbado que cancela toda posibilidad de trabajo colectivo en favor de objetivos sociales. Así se facilita la funesta labor de zapa de la oligarquía en contra de los intereses mayoritarios, como se advierte claramente en la actualidad. Como Andrés Manuel López Obrador es un político que no se ha dejado seducir por el “becerro de oro”, es considerado un verdadero peligro por quienes han hecho de la compra y venta de posiciones un modo de allegarse cuantiosos recursos.
Por eso pueden verse como algo natural los ataques de que es víctima, provenientes de las propias filas de la “izquierda”, orientados a descalificarlo como el líder natural de las corrientes progresistas del país. Mientras mayor es su peso en el panorama político nacional, más contundente es el “fuego amigo” en su contra. Se le insulta y denuesta como si se tratara de un enemigo político irreconciliable. Un buen ejemplo de esto es el artículo del diputado local de Convergencia, Maximiliano Reyes Zúñiga, titulado “¿A dónde vas Andrés?” (ContactoDF.com)
Según Reyes Zúñiga, “los ciudadanos están hartos de las polarizaciones”, desean gobiernos de unidad sin que les importe el color partidista, sino “el proyecto, la confianza, la trayectoria, la oferta de gobierno”. El planteamiento es falso, pues lo que la ciudadanía sufre hasta el hartazgo son los políticos corruptos, cínicos, desvergonzados, que no tienen límites para abusar del erario y de sus privilegios. La sociedad está harta de la burocracia dorada que no se sacia de saquear las arcas de la nación, fenómeno que se agravó a partir de que los tecnócratas se hicieron del poder con una finalidad estrictamente patrimonialista.
Es falso asimismo que el PAN y el PRD, como asegura el asambleísta, han venido luchando juntos, al menos durante 20 años, desde la oposición, “por un objetivo democrático compartido: acabar con la hegemonía del PRI”. El partido blanquiazul, si nos atenemos a los hechos, dejó de ser oposición desde que el partido tricolor dejó de ser el Partido de la Revolución Mexicana, para convertirse en el trampolín de los tecnócratas ultraconservadores. Con Miguel de la Madrid en Los Pinos, los panistas se convirtieron en dóciles aliados que comenzaron a saborear las mieles de las negociaciones convenencieras. Por eso el PAN se escindió, apartándose de sus filas los militantes consecuentes con sus principios y programa.
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Entre las consecuencias más lamentables que nos trajo el neoliberalismo, destaca el deterioro moral de la vida política, hasta convertirla en lo que es ahora: un mercado donde se venden y compran conciencias, de acuerdo con un individualismo exacerbado que cancela toda posibilidad de trabajo colectivo en favor de objetivos sociales. Así se facilita la funesta labor de zapa de la oligarquía en contra de los intereses mayoritarios, como se advierte claramente en la actualidad. Como Andrés Manuel López Obrador es un político que no se ha dejado seducir por el “becerro de oro”, es considerado un verdadero peligro por quienes han hecho de la compra y venta de posiciones un modo de allegarse cuantiosos recursos.
Por eso pueden verse como algo natural los ataques de que es víctima, provenientes de las propias filas de la “izquierda”, orientados a descalificarlo como el líder natural de las corrientes progresistas del país. Mientras mayor es su peso en el panorama político nacional, más contundente es el “fuego amigo” en su contra. Se le insulta y denuesta como si se tratara de un enemigo político irreconciliable. Un buen ejemplo de esto es el artículo del diputado local de Convergencia, Maximiliano Reyes Zúñiga, titulado “¿A dónde vas Andrés?” (ContactoDF.com)
Según Reyes Zúñiga, “los ciudadanos están hartos de las polarizaciones”, desean gobiernos de unidad sin que les importe el color partidista, sino “el proyecto, la confianza, la trayectoria, la oferta de gobierno”. El planteamiento es falso, pues lo que la ciudadanía sufre hasta el hartazgo son los políticos corruptos, cínicos, desvergonzados, que no tienen límites para abusar del erario y de sus privilegios. La sociedad está harta de la burocracia dorada que no se sacia de saquear las arcas de la nación, fenómeno que se agravó a partir de que los tecnócratas se hicieron del poder con una finalidad estrictamente patrimonialista.
Es falso asimismo que el PAN y el PRD, como asegura el asambleísta, han venido luchando juntos, al menos durante 20 años, desde la oposición, “por un objetivo democrático compartido: acabar con la hegemonía del PRI”. El partido blanquiazul, si nos atenemos a los hechos, dejó de ser oposición desde que el partido tricolor dejó de ser el Partido de la Revolución Mexicana, para convertirse en el trampolín de los tecnócratas ultraconservadores. Con Miguel de la Madrid en Los Pinos, los panistas se convirtieron en dóciles aliados que comenzaron a saborear las mieles de las negociaciones convenencieras. Por eso el PAN se escindió, apartándose de sus filas los militantes consecuentes con sus principios y programa.