Los panistas que inventaron México
Jorge Camil
Vicente Fox fue un don de Dios. Derramó
sobre nosotros la bienaventuranza de la democracia, y rompió la tradición de
presidentes que dedicaban el último año de gobierno (año de Hidalgo en sus
impúdicas memorias) asaquear palacio, llevándose mobiliario, pinturas,
antigüedades, y hasta las perillas de las puertas y las molduras. Él y Marta
sólo se llevaron “sus blue jeans y las hebillas que utilizó en
la campaña”. No querían terminar como loscleptopresidentes que eran
abucheados en la taquería del pueblo.
Sus memorias, Revolution
of hope (después publicadas aún con menor éxito como Revolución
de la esperanza), aspiraban a vender el libro en Estados Unidos,
promoverlo entre las empresas que hacen negocios en México y presentar una
historia distorsionada de la transición mexicana a la democracia (en octubre de
2007, recién publicadas, las califiqué como historia de vaqueros escrita
para gringos, en la que aparecen caricaturas de México y de nuestro sistema
político: http://bit.ly/HUprKh).
Como las historias de
vaqueros deben tener un bueno y un malo, en la de Fox el bueno es Calderón, con
quien hoy no tiene relación. Es el joven brillante, valiente y reformador
que derrotó a López Obrador, peligroso aliado de Hugo Chávez, en las elecciones
más limpias, justas y veraces de la historia de Latinoamérica. ¡Lo dice con
absoluto descaro y sin morderse la lengua! Y aunque califica su propio triunfo
electoral como una revolución democrática, reconoce su participación en la
trama ilegal del desafuero y el sabotaje a la campaña de AMLO: el agitador
temerario que sacrificó los ideales de la izquierda de principios en aras de
sus ambiciones.
Asesorado por Rob Allyn,
autor de sus memorias, Fox dibuja su sueño americano: el
del granjerito que subió de camionero a presidente de Coca-Cola y derrocó a la
más larga dictadura del siglo XX. Se ostenta como primer presidente
mexicano de una auténtica democracia. Casi se proclama inventor de un
nuevo México…
Sostiene que “el mundo
ama a Estados Unidos… porque todos… admiramos los ideales de los padres
fundadores y la Estatua de la Libertad”. Con eso confirma el común denominador
de los presidentes panistas: un entreguismo desmedido a Estados Unidos. Fox se
refiere a Los Pinos como la Casa Blanca mexicana y al avión
presidencial como “el Air Force One mexicano”, y se considera parte
del país donde nació su abuelo, y al que fue de niño a aprender inglés.
Calderón, por el contrario, no era partidario de los yanquis, pero su guerra lo
obligó a comprometer nuestra soberanía con el Pentágono y la CIA: los aliados que
dibujaron la estrategia y localizaron al puñado de capos detenidos y
extraditados. ¡Salvó a México! Evitó entregar nuestro territorio justo cuando
los capos se disponían a ponernos de rodillas. Sus enardecidas palabras de
despedida dejaron claro que esa guerra es el orgullo de una administración
marcada por la muerte y la tortura de miles de mexicanos.
Fox, obnubilado, dice
que Marta se convirtió en líder mundial de temas femeninos. Pero
inconsistente como siempre asegura que las mujeres “son como las escopetas: hay
que mantenerlas cargadas y en el rincón…” Por eso su administración no se ocupó
de ellas; antes las había llamado lavadoras de dos patas.
En el Auditorio
Nacional, en un acto que sirvió de despedida, despegue de campaña y último
informe, Calderón aseguró ante 10 mil panistas que el gobierno humanista encabezado
por él fue (así resumió sus logros Pedro Miguel en La
Jornada): el momento más glorioso, próspero, pacífico, tansparente,
democrático, equitativo y luminoso de su historia (http://bit.ly/HkBkFm). Según Federico Reyes
Heroles, esa fanfarronería llega a expresiones esquizofrénicas cuando en
(un) desesperado intento por hacer campaña a favor de su partido, invade el
país con propaganda sofocante. Reyes Heroles pone el dedo en la llaga. Reconoce
que en los últimos 12 años el panismo negó la continuidad histórica (Reforma, 3/4/12).
Cada panista reinventa México, escoge sus héroes de cabecera y elimina periodos
históricos, como la Revolución.
Al presentar su libro en
Estados Unidos Fox se describe como el presidente que democratizó México.
Vende gato por liebre: alternancia por democracia, y desconoce los éxitos de ex
presidentes que construyeron un modelo conocido como elmilagro mexicano. Su
inclinación hacia Estados Unidos lo hace afirmar que “vinieron a convencernos
de abrir nuestros mercados… competir estilo americano y hacer
mejores productos a bajos precios; usar computadoras y teléfonos celulares;
llegar puntuales a las citas y trabajar a la hora del lunch”. El
libro apareció cuando una comisión legislativa lo investigaba por posibles
delitos de riqueza inexplicable, desvío de fondos y sustracción de documentos
públicos.
Le oculta a sus lectores
que nos dejó en la peor crisis política y constitucional de la historia. Con un
país fracturado por su falta de oficio político y la debilidad con que gobernó;
un país que transita entre lo que pudo ser y lo que gracias a él no fue.
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