Astillero
El encomendero
Guerra contra Cristina
Futuro con cargo al erario
Mentiras de EPN
Apenas se había producido la petición
trasatlántica de servicios de ayuda nativa cuando ya estaba el fiero Felipe
soltando latigazos. Gustosamente peleonero, interventor continental por
designación propia, fiscal internacional dispuesto a promover juicios sumarios,
el obsequioso Calderón se asumió de inmediato como corregidor o encomendero.
Con tres azotes continuos quiso dejar marca de su presunta condición de capataz
a cargo de la hacienda latinoamericana: de muy poco responsable, muy poco
racional y violatoria de acuerdos y tratados calificó la postura argentina
expropiatoria de alguno de los grandes negocios hispanos en tierra de
reconquista (YPF, filial de Repsol). Carencia de lenguaje y conducta
diplomáticos, injerencia abierta en los asuntos soberanos de la nación
sudamericana y lamentable subordinación a los intereses de la corona (con
minúscula, pues no es marca de producto bebestible): otra guerrita de fin de
sexenio, para sobrellevar la nostalgia y recuperar presencia mediática por
encima de la veda electoral.
Previsible, desde luego,
era la reacción interesada del ocupante de Los Pinos. A lo largo de su
accidentado (literalmente) periodo de gobierno ha mantenido una ahorrativa
predisposición positiva para todo lo que se refiera a negocios e inversiones
provenientes de España. El desaparecido Juan Camilo Mouriño se había
constituido en el operador estrella de la estrategia grupal de apertura de
dorados caminos hacia la península ibérica, y a pesar de su muerte se
sostuvieron y agrandaron los asuntos en cartera compartida entre el
calderonismo y empresarios de aquella nación.
Pareciera, incluso, que
más allá del tufo a enriquecimientos sexenales hubiera una abierta estrategia
del grupo en el poder para utilizar fondos públicos mexicanos en transacciones
internacionales que luego le podrían proporcionar refugio, regalías y
agradecimientos de alto nivel. Por ejemplo, aumentar en 145.8 por ciento la
cuota que es entregada anualmente al Fondo Monetario Internacional, lo que
significará una aportación de unos 14 mil 307 millones de dólares, o la compra
de acciones de Repsol por Pemex hasta alcanzar en agosto de 2011 un 10 por
ciento de los títulos de la empresa hispana (los españoles se indignan y movilizan
en contra del despilfarro del rey mantenido con dinero público que usa para
cazar elefantes, mientras en México nadie se ofende por el descaro de quienes,
cazadores de impunidad y lujos, se compran futuro con cargo al erario).
Si Ernesto Zedillo privatizó
los ferrocarriles nacionales y luego apareció como consejero de empresas
trasnacionales beneficiadas por esas compras, Vicente Fox sigue consiguiendo
ayuda de firmas estadunidenses para sostener su centro de estudios con botas, y
Carlos Salinas ha seguido beneficiándose de la relación que trabó con los
grupos empresariales agrupados bajo la sombrilla del bushismo, entonces el
candidato michoacano a peregrino internacional ha hecho lo correcto para su
interés personal, familiar y grupal al beneficiar abiertamente a firmas
hispanas a las que ahora defiende de manera argentina (es decir, no para
beneficio de la nación que así se denomina, sino en función del sonar del río
de la plata).
Sea pues, a partir de
estas metálicas consideraciones, entendible (que no justificable) la tan
fulgurante como descompuesta acometida de Los Pinos-Repsol en contra de la
expropiación cristina que tan hondo pega a intereses particulares. El
neofranquismo mexicano en contra de las expropiaciones en el sur del
continente. Si el PAN surgió como respuesta de los conservadores al cardenismo,
hoy Felipe Calderón se comporta a la altura de esa herencia derechista, con los
naturales agregados porcentuales del caso. Así podrá llegar de visita oficial
Mariano Rajoy, quien preside España a nombre del Partido Popular (que tantos
regalos ha dado a México; por ejemplo, el publicista Antonio Sola, el estratega
de guerra sucia que ahora asesora tras bambalinas a la
eternamente sonriente Josefina), para dialogar en corto con su avanzada local,
el antes mencionado Felipe: ¡Rediez! ¡Que no, que sea el quince (de comisión)!
En tanto, un copete
local sufre. Le han pegado dos porrazos en zona vulnerable: el PAN al desvelar
su mentirosa estrategia propagandística de presunto cumplimiento constante y
exacto de sus promesas, y el lopezobradorismo al poner en evidencia el
desmesurado y probablemente delictivo gasto de campaña que está haciendo, en
particular en materia de los inocultables anuncios espectaculares que
evidencian el despilfarro peñanietista. Ambos señalamientos duelen al
mexiquense en función de su expresión televisiva. Producto de la pantalla, en
ella está también su principal punto vulnerable. Por ello le han dolido
especialmente las acusaciones del PAN, porque se han transmitido por vía
televisiva, que de inmediato quiere el tricolor que el
obediente IFE suspenda.
Sin embargo, el pleito
ha sido llevado de nueva cuenta a un plano que pretende concentrar la contienda
en dos adversarios que siempre podrán entenderse en lo esencial. El PRI ha
propuesto una mesa de la verdad para que en ella, y sus muy probables
tres patas, discutan representantes priístas y panistas sobre las acusaciones
de que ciertos compromisos notariados del ex gobernador del estado de México no
se han cumplido. El blanquiazul ha aceptado el súbito reto de
sus colegas de tres colores, pero condicionando el debate a que se realice en
uno de los lugares que en esa entidad prueban la mendacidad del esposo de La
gaviota. Es probable que los presuntos polemistas acaben entrampándose en
los candados que ellos mismos pusieron, en especial en el punto geográfico, y
que todo acabe en una serie de pastelazos declarativos en busca de endilgar uno
al otro la responsabilidad de que no se realice la supuesta indagación de la
verdad ejecutiva del peñanietismo. Pero se habrá vuelto a encarrilar la
percepción general en torno al PAN y el PRI como actores centrales. ¡Hasta
mañana!
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