CFE: abusos y simulación
EDITORIAL DEL DIARIO LA JORNADA
El titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón,
anunció ayer modificaciones al esquema de tarifas de la Comisión Federal de
Electricidad (CFE), con los cuales –dijo– se eliminarán los brincos en
los recibos de energía que emite esa compañía. A decir del mandatario, el nuevo
esquema representará una reducción de 7 por ciento en la facturación de 15
millones de usuarios y un ahorro de 530 millones de pesos.
Tal declaración tiene como telón de fondo el amplio
descontento de millones de usuarios en el país por los abusivos cobros por
parte de la CFE. El descontento ha estado presente desde años atrás en diversas
regiones –como es el caso de la franja fronteriza y las entidades del sureste–,
en las que la paraestatal ha colocado a muchos suscriptores en la disyuntiva de
pagar la electricidad o comer, ha hecho inviable las actividades de pequeños
productores industriales y agrarios, y ha provocado el surgimiento de
movimientos de protesta organizados por los propios usuarios para hacer frente
a las exorbitantes tarifas. Expresiones de inconformidad muy semejantes han
surgido en la zona centro del país a partir del asalto policial a las
instalaciones de Luz y Fuerza del Centro, ordenado por el propio Calderón en
octubre de 2009; con la extinción de ese organismo y la consecuente
transferencia masiva de usuarios y contratos a la CFE, los consumidores no sólo
han tenido que sufrir la multiplicación exponencial de las fallas en el
suministro, sino también los incrementos disparatados –y en muchos casos
impagables– de las tarifas.
En un contexto en que los cobros desmesurados han
provocado ya severas y prolongadas afectaciones a la actividad económica
nacional e incluso a la estabilidad política, el ajuste anunciado ayer por
Calderón es una medida tardía e insuficiente, en el mejor de los casos, o un
acto de simulación, en el peor; tal acción habría tenido que realizarse, cuando
menos, desde inicios del actual sexenio, y habría debido ir acompañada de
medidas orientadas a resarcir el daño económico causado por la propia CFE a los
consumidores.
Pero acaso el punto más cuestionable del plan anunciado
por Calderón es que no ataca las causas de fondo de los incrementos de las tarifas
eléctricas, como el hecho de que la paraestatal ha sido llevada a invertir
sumas crecientes en la contratación –contraria al espíritu del artículo 27
constitucional– de productores particulares de electricidad, y no precisamente
porque carezca de capacidad de generación propia, sino como consecuencia de un
designio para crear oportunidades de negocio a empresas privadas
internacionales.
En la medida en que permanezcan sin atacar las causas que
encarecen en forma artificial la energía eléctrica en el país y que profundizan
la privatización de facto del sector energético nacional, la ciudadanía tiene
razones sobradas para desconfiar de anuncios gubernamentales como el comentado.
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