miércoles, septiembre 05, 2012

Más demagogia no es recomendable


Más demagogia no es recomendable
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes


Con el fracaso de Felipe Calderón al frente del Ejecutivo, queda demostrada la inviabilidad de un bipartidismo de derecha en México. Esto no significa el comienzo de una nueva etapa que abra expectativas a la democratización del país, sino que los próximos años serán de una dura lucha de clases, porque el grupo en el poder no entiende que todo tiene un límite, hasta el envilecimiento de un pueblo que ha demostrado una inagotable paciencia para dejarse explotar por la oligarquía de manera inmisericorde.
La nueva administración federal buscará los medios para evitar confrontaciones innecesarias al iniciar su gestión, pero tendrá que cumplir los compromisos que tiene con sus patrocinadores, situación que la pondrá en un dilema insoslayable. La primera prueba será la decisión que adopte en lo tocante a la reforma laboral que presentó Calderón al Congreso. No podrá argumentar Peña Nieto que lo que se decida será responsabilidad de los legisladores de su partido, porque finalmente tal reforma es la que se comprometió a poner en marcha en su gobierno.
El problema de fondo será cómo conciliar las justas demandas de los trabajadores, con la urgencia de la clase empresarial de contar con una legislación que la exente de responsabilidades sociales y le permita obtener mayores ganancias. Tendrán los priístas que tomar una decisión, y lo más seguro es que sea favorable a los intereses empresariales. Así se comenzaría a construir un firme divorcio entre el nuevo gobierno federal y la sociedad mayoritaria, que tensaría las relaciones sociales a extremos peligrosos. Más aún si la reforma laboral se complementara con otra fiscal que se fundamentara en aumentos al IVA en medicinas y alimentos.
Según Manlio Fabio Beltrones, líder de la bancada tricolor en la Cámara de Diputados, su partido garantiza que no se suprimirá ninguna conquista de los trabajadores, pero aclaró que no debemos olvidar “que estamos en el siglo veintiuno y todo debe girar alrededor de la competitividad, a fin de que generemos más empleos”. O sea que sin minimizar los derechos de los trabajadores no será posible elevar los niveles de competitividad y por ende no habría manera de crear más fuentes de trabajo.
Sin embargo, tal justificación es una falacia, pues a pesar de la precarización del trabajo en este sexenio, aumentó el desempleo. Así lo afirma el Inegi en su último análisis de la realidad laboral en el país. Puntualiza que el desempleo creció 40.2 por ciento durante el sexenio, 127.1 por ciento durante las dos administraciones panistas. Alrededor de 5 millones de personas hallaron empleo entre 2007 y 2012, pero 50 por ciento de esa cifra en la informalidad. Lo más dramático del caso es que aumentó el número de trabajadores que ganan hasta dos salarios mínimos, en 3 millones 897 mil en el actual sexenio, con lo que el número total se elevó a 18.1 millones que reciben menos y hasta 120 pesos diarios.
No por ello se crearon más empleos y se generó mayor competitividad, pues aunque Calderón diga lo contrario, el saldo que deja en materia laboral es verdaderamente espeluznante: 60 millones de mexicanos víctimas de más pobreza generalizada, más precariedad laboral, más familias sin posibilidad de adquirir la canasta básica, como lo asegura un estudio del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México. ¿Acaso esta dramática realidad contribuyó a generar más empleos y más competitividad?
Sin embargo, según Calderón, el próximo gobierno “contará con una plataforma sólida en seguridad, economía social y ambiental que proyectará a México hacia un futuro más promisorio”. Tal alejamiento de la realidad es la mejor demostración del fracaso de un sexenio que comenzó mal y habrá de terminar todavía peor, todo lo cual habrá de pagarlo el pueblo, pues mantener viva una absurda megalomanía habrá de tener un alto precio: no es creíble que sean una aportación de Televisa los espots televisivos con los que Calderón inútilmente trata de convencer de lo que es indemostrable.
¿El propio Inegi no reconoció en semanas anteriores que la “guerra” de Calderón deja un saldo de más de 100 mil muertos? ¿No creció en este sexenio 53 por ciento el territorio nacional concesionado a empresas mineras extranjeras, hasta alcanzar en junio 32 millones 573 mil hectáreas? Y aun así no tiene empacho en afirmar que dejara una “plataforma sólida” en seguridad, economía social y ambiental. Lo que deja es un país más ruinoso que el que se encontró al usurpar la Presidencia. Lo más trágico es que con Peña Nieto en Los Pinos la ruina se acreciente, por el imperativo que tiene de cumplir compromisos, no al pueblo miserable, sino a la oligarquía. Una izquierda unida y patriótica es la única posibilidad de evitarlo.
(guillermo.favela@hotmail.com)

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