Lo que los estudiantes
están entendiendo...
María Teresa Jardí
Lo que los estudiantes han entendido es que la corrupción arrasa con todo y,
perdiéndoles el miedo, es el momento de tomarles las palabra y salir a gritar
¡ya basta! de manipulación televisiva. Pero no basta con eso. Es momento
también de que los estudiantes le pierdan el miedo al compromiso y sean capaces
de, entendiendo lo que hoy los mexicanos nos jugamos, salgan, perdiéndole el
miedo a AMLO, a pronunciarse y a gritar que vamos juntos a darle a México la
posibilidad de cambio a futuro.
No quieren soltar el poder ni PRI ni PAN ni Televisa ni TvAzteca porque incluso
la empresa ha convertido la extorsión a la clase política en otra de sus muchas
divisas.
Pongo un ejemplo. Estoy, como es obvio, en contra de los monopolios. En el
entendido de que los monopolios se corrompen siempre y lo corrompen todo. Pero
entre Televisa y Carlos Slim me he visto obligada a elegir a Slim, en el
entendido de que podría, como el hombre más rico del planeta en que se
encuentra convertido, derramar empleos en su país donde hay tantas personar
necesitadas de un empleo, para que su vida y la de su familia sea menos
indigna.
Digamos que Slim podría y tendría que hacer algo a la inversa de lo hecho por
Calderón, dejando sin trabajo a cuarenta y cuatro mil familias de trabajadores
de Luz y Fuerza del Centro para entregar el bien público a una empresa, la CFE,
que él sabía desde antes lo muy corrupta que era. Tengo en mis manos una copia
de “Los documentos secretos de Calderón en contra del SME y sus jubilados”.
Y al optar por Slim y en aras de la congruencia, tengo un teléfono fijo de su
empresa, uso Prodigy como servidor para mi computadora y Dish en el televisor y
como celular elijo un Telcel. Voy a la tienda de la esquina, una distribuidora
pequeñita de esa empresa y les digo que quiero contratar un plan, el más
abarato, con el teléfono más barato de todos, tanto así que me lo regalan, con
cuatro números, me dicen, a los que puedo llamar gratis y 60 minutos para
llamar al mes a otros números sin tener que ponerle yo dinero con la compra de
una tarjeta. Como la única forma de adquirirlo —-grave inconsecuencia, de
entrada—-, es teniendo tarjeta de crédito, acepto que se me cobre ahí la mesada
de 197 pesos. Pero el primer mes me hacen un cargo de 526.55 pesos y el segundo
de 355.14 pesos. Voy y les explico que no me pusieron el plan que yo contraté y
me envían a otro lugar donde pueden hacerme el cambio y ahí me dicen que sí, si
pago “una penalización” de ochocientos y pico de pesos. Un robo en descampado.
Les digo que entonces quiero cancelar el servicio. Y se me informa que puedo
hacerlo si les pago dos mil y pico de pesos, es decir, los 197 mensuales, que
por lo visto sí tienen registrados, como el plan por mi contratado, de marzo a
marzo, porque soy compradora cautiva por un año, lo que tampoco se me había
informado.
Una forma más de extorsión tolerada desde el poder para que los empresarios no
dejen de obtener ni un peso con cargo a la manutención que, como condena, en
México pagamos los pobres a las mafias empresariales, otorgada como plus, por
las mafias políticas, con las que el poder comparten a espaldas de la
ciudadanía.
No basta con abrir una tercera cadena para la telebasura y dársela a SLIM para
que las cosas cambien. Televisa quiere el poder político absoluto y de entrada
ya tiene garantizada una telebancada en el Poder Legislativo también más
corrupto del mundo. Y SLIM quiere su propia cadena televisiva para seguir
lucrando con el dinero que deja la pobreza.
Es momento de que AMLO le pierda el miedo a los jóvenes y de que los jóvenes se
lo pierdan a pronunciarse por AMLO como el único que, quizá, logre impulsar un
cambio. Lo blanco impoluto no existe. Pero lo azul, convertido en negro y
teñido con la sangre roja de muchos miles, está a la vista.
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