La conmoción reciente
Víctor Flores Olea
Se debió, al lado de otros acontecimientos notables, al anuncio de “Reforma”
(por una encuesta debemos suponerla rigurosa) señalando que Andrés Manuel López
Obrador alcanzaba, para todos los efectos prácticos, en la disposición del voto
ciudadano, a Enrique Peña Nieto del PRI y anexos, que según un conjunto de
sondeos anteriores había punteado desde hace varios meses, por largo trecho, a
los candidatos a la presidencia de la República. La diferencia ahora era sólo
de 4 puntos porcentuales, a diferencia de los 20 o más que se habían registrado
todavía recientemente.
Conmocionó la nueva cifra porque esos 4 puntos porcentuales se inscriben en los
márgenes de error de toda encuesta que se respete, lo cual significa, en buen
cristiano, que de hecho AMLO empataba a EPN en las preferencias electorales,
con el añadido de que en los últimos tiempos ha tenido un gran empuje su
ascenso, en tanto que no hay duda de que la “estrella” de Peña Nieto se ha
opacado, o como han dicho algunos comentaristas, su candidatura se está
hundiendo (o “despeñando”). Uno sube poderosamente mientras el otro se
desinfla, lo cual hace difícil suponer que tales tendencias se van a corregir
por arte de magia. Al contrario, todo indica que se reforzarán en el inmediato
e inminente futuro (en las próximas 4 semanas), hasta la elección.
Por supuesto, los enemigos de AMLO que hace seis años inventaron lo “del
peligro para México”, y que ahora parecían en relativa calma, aprovecharon los
incidentes del camino (se presentó la grabación, seguramente apócrifa, de una
supuesta petición a empresarios de 6 millones de dólares, para la campaña de
AMLO, por un uruguayo que ha aclarado ya que no se pidió ningún dinero, y menos
a nombre del candidato de la izquierda). Se trata obviamente de una
falsificación sobre la que han pretendido lucrar los otros partidos políticos
en campaña. Por supuesto, otra vez Televisa mostró un oportunismo poco profesional al
dedicar al incidente 13 minutos cuando normalmente hubiera merecido de su parte
un comentario breve, a lo que se sumó la decisión del PRI de presentar una
acusación al IFE. A estas alturas, sin embargo, en el terreno de la corrupción
y de las corruptelas, puesto que la opinión pública conoce a AMLO, el candidato
de la izquierda está vacunado, sin excluir que sus enemigos le estén
proporcionando una publicidad positiva adicional (el “tiro por la culata” para
los tramposos).
Pero ¿a qué se debe este viraje de las preferencias electorales? Varias razones
explicarían el fenómeno, y mencionaré brevemente algunas:
a) La muy pobre exhibición de Peña Nieto en sus distintas comparecencias
recientes, lo mismo entrevistas, discursos o diálogos públicos. En este
sentido, desde el primer momento Carlos Fuentes lo “destapó” muy agudamente
(desde la presentación de un libro suyo en la Feria Internacional del Libro de
Guadalajara), diciendo que al margen de que no leyera los libros del escritor,
a lo cual tenía pleno derecho, resultaba un “presidenciable” muy elemental y limitado
intelectualmente para pretender la presidencia de México.
b) Candidato del PRI, es verdad, pero de un PRI que en estos doce años fuera
del poder se dedicó a cualquier cosa menos a renovarse o refundarse. Y con el
fardo de sus 70 años en el poder, de lo que no se puede liberar EPN, a pesar de
su tesis del “entreveramiento” generacional, resultaba muy difícil que
conservara la apariencia del “impoluto” con que ha pretendido mostrarse.
c).- Sin duda, uno de los detonadores más potentes de la actual situación
política en México, que probablemente le dio en la línea de flotación a la
candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto, ha sido la movilización
estudiantil y universitaria, que cobra ya un perfil nacional y, ¡ojalá!, una
amplitud y permanencia que refrescarían y actualizarían extraordinariamente
nuestra vida política.
Como se sabe, tal movilización se produjo inicialmente en la Universidad
Iberoamericana pero hoy, con la ayuda de los recursos digitales con que cuentan
los estudiantes, la protesta y presencia política de los jóvenes, que fue
inmediatamente adversa a Peña Nieto, se extendió a un buen número de centros de
enseñanza públicos y privados, del Distrito Federal pero también a un buen
número de universidades del país.
A partir de entonces los “chispazos” movilizadores se han sucedido rápidamente,
y por supuesto no pueden pasarse por alto las “marchas” o manifestaciones
anti-Peña Nieto, a las cuales se han sumado contingentes importantes de la
sociedad civil. Se crea y consolida pues, rápidamente, un clima o atmósfera muy
contraria a la candidatura del PRI, que muestra ya sus efectos en las
“correcciones” importantes de algunas encuestadoras.
Hemos colocado a la movilización juvenil y universitaria como uno de los ejes
que determinan hoy los posibles cambios políticos del país, sobre todo en este
tiempo electoral. Se trata, por supuesto, de un sector importante de la
sociedad mexicana que “toma la calle”. Pero creo que lo fundamental es de orden
cualitativo y no solo cuantitativo. Debe reconocerse y admitirse, al escuchar
ya sus variadas declaraciones y entrevistas, que realmente se trata no sólo de
un profundo movimiento de renovación y “actualización” del discurso político en
México, sino de una exigencia dirigida a toda la sociedad para que eleve sus
niveles y sea más rigurosa en todos sentidos, desde luego en el de la expresión
de las ideas.
Precisamente en un tiempo en que escuchamos discursos o señalamientos políticos
a toda hora, no tenemos duda de que el discurso político de los jóvenes universitarios
rebasa con mucho en calidad la de los políticos “profesionales”: en claridad,
en precisión, en sustancia propiamente dicha. Nada, o muy poco de retórica
hueca, a diferencia de la gran mayoría de los discursos de los políticos en
esta circunstancia electoral, que parecen abonar todos alegremente los espacios
de la vacuidad
No hay comentarios.:
Publicar un comentario