Astillero
Tersos comicios
Aceptar resultados
Doble trampa
Boletas y bodegas
Si se hiciera caso a la gran mayoría de las
casas encuestadoras nacionales, y a su expresión consolidada en varios de los
principales medios de comunicación del país, las elecciones del próximo mes
serían de una aburrición aplastante: Enrique Peña Nieto sería electo presidente
de la República por una diferencia incontestable de votos, concentrada una
marginal dosis de emoción en saber si el PAN o las izquierdas ocupaban el
segundo lugar, ése sí muy disputado.
En consonancia con esa temprana prefiguración
favorable al PRI, que no coincide con la ebullición juvenil y social que
precisamente proclama su oposición militante al candidato Peña Nieto, diversas
voces pertenecientes a la élite de la estructura que domina a la nación
insisten con aires de inocencia democrática en presionar al
abanderado de eso llamado las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador,
para que firme compromisos de aceptación plena e irreversible de los resultados
oficiales de la elección en puerta (bueno, hasta el presidente nacional del
PRI, Pedro Joaquín Coldwell, presiona en ese sentido, e incluso el IFE propone pactos
de civilidad).
Esa cantaleta civilizada conlleva
una doble trampa: por un lado, pretende condenar indirectamente la resistencia
al fraude electoral de 2006, juzgando equivocado el que no hubiera allanamiento
a las cifras oficiales que sirvieron para imponer a Felipe Calderón en Los
Pinos; por otra parte, pretende sujetar al mismo candidato, víctima de robo
seis años atrás, a una convalidación previa de un proceso electoral que desde
ahora aporta suficiente material para la especulación descalificadora y que
tendrá su momento definitorio el primer domingo del próximo mes, aunque los
empresarios e intelectuales piden desde ahora comprometerse a respetar lo que
aún no tiene su episodio central y determinante: firme ahora, ya no proteste
después.
En el fondo, lo que hay en la cúpula de los
diversos poderes aliados en favor de Peña Nieto es el temor a una reacción
social de fuerte inconformidad ante el triunfopriísta anticipado en encuestas
y ampliamente proclamado en medios de comunicación, sobre todo electrónicos.
Los números de esas encuestas apenas se han movido porque así han sido
fuertemente fijados y a ese guión electoral se atienen los poderes asociados,
sin tomar en cuenta el crecimiento inocultable del candidato tabasqueño ni el
fuerte rechazo a la instalación de Peña Nieto, entre otros segmentos, por los
nucleados alrededor del movimiento conocido como 132.
La estabilidad política y social del país
depende del correcto cumplimiento del curso electoral y de la aceptación
generalizada de sus resultados (y no sólo de un candidato, por comprensivo o
chantajeado que éste fuera para firmar cartas anticipadas de renuncia a sus
derechos de oposición y resistencia). En ese punto, el de la limpieza
electoral, residirá el pacto social sin necesidad de firmas previas que hará
aceptables los números finales.
A propósito, el Instituto Federal Electoral
ha tenido a bien difundir una serie de consideraciones difusas para explicar la
acumulación de anomalías rumbo al uno de julio próximo. Por ejemplo, para aclarar la
muy desproporcionada instalación de casillas no urbanas, que va a
contrapelo de la tendencia demográfica registrada por el Inegi, que muestra una
menor concentración de habitantes en las áreas rurales, el IFE alega que las
clasificaciones distintas responden a los tipos de trabajo distintos, a los
criterios y utilidades distintos, de cada etapa del proceso electoral (http://bit.ly/LxCm62 ). En el caso de las
decenas de miles de boletas sobrantes e incluso algunas con folios
duplicados, el IFE explica tranquilamente que se trató de un error
localizado y detectado gracias a los múltiples controles que se prevén para
este proceso, y que estas circunstancias pueden ocurrir dada la magnitud del
trabajo de impresión de boletas ( http://bit.ly/LtHbQR ).
Sin embargo, la aparición de más boletas
sobrantes, en especial en zonas rurales e indígenas de la Oaxaca de Ulises Ruiz
y José Murat, no genera expectativas benévolas en cuanto a la limpidez
electoral. El semanario Rebelión, de Tehuantepec, publicó en su
reciente entrega un artículo de su director, Abraham A. Rasgado González, que
habla de las dudas sobre la imparcialidad del IFE que comienzan
a generar inconformidad antes de las elecciones. El texto menciona los
sobrantes y faltantes de boletas electorales detectados en otros distritos
electorales y en particular el propio, el 5, donde hubo mil 412 papeletas de
más.
Ante ello, César Gil de Ita, quien es el
vocal ejecutivo de la junta distrital ejecutiva del IFE, con cabecera en
Tehuantepec, Oaxaca, en documento oficial explicó al semanario tehuano que el
listado nominal es un instrumento que permanentemente se está depurando y entre
el momento del inicio de la impresión y la entrega a cada uno de esos consejos
distritales de las boletas electorales existe una natural reducción del listado
nominal, lo que explicaría que llegaran a los distritos más boletas que
votantes en lista. ¡Elemental, mi querido IFE!
Sigue el escándalo de las despensas
promotoras del voto priísta que fueron encontradas en una bodega que estaría
bajo control de la Secretaría de Educación de Veracruz, según fue difundido por
Twitter por la cuenta @coordAMLO (la
coordinación de campaña de López Obrador, que a las 16:04 del domingo comenzó a
enviar información sobre el tema), aunque la oficina de prensa del gobernador
Javier Duarte ha negado tal relación inmobiliaria. Ya aquí se había dado
oportuna información del uso de la estructura educativa de esa entidad en favor
del PRI, específicamente con el plan Sumemos 10, a cargo de subsecretarios y
directores y concentrado en Coatepec, pero con ramificaciones en todo el estado
(http://bit.ly/O0yxHq ).
Y, mientras Chepina recurre ahora a la oferta
del doble cuchi cuchi, ¡hasta mañana, con Felipe usando foros internacionales
en busca de justificación para su fracaso sexenal!
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