miércoles, febrero 08, 2012

El país que todavía es posible : Guillermo Fabela Quiñones



El país que todavía es posible
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes


La abanderada del PAN, Josefina Vázquez Mota, dijo que con su elección se “inicia una etapa en pro de un México posible”. Habrá que esperar que aclare qué tipo de posibilidad tiene en mente, aunque cabe suponer que piensa en llevar a sus últimas consecuencias el proyecto iniciado por Vicente Fox, mismo que continuó Felipe Calderón, con las consecuencias que estamos padeciendo, de grave exclusión de la inmensa mayoría de habitantes del país. No hay bases de ningún tipo para suponer que habrá de realizar cambios de fondo al programa de la extrema derecha, pues sus dirigentes saben que su sobrevivencia está en apuntalar la continuidad, con los ajustes que sean convenientes, en primer lugar hacer a un lado los intereses del grupo calderonista, los cuales son la principal rémora para la supervivencia de la elite que sueña mantenerse en el poder el resto de la centuria.
El México posible de los panistas y priístas no es el de la inmensa mayoría de mexicanos. No hay posibilidad de futuro en la exclusión antidemocrática que sueñan consolidar los abanderados de la derecha, Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto. Según ella, el enemigo a vencer es el ex gobernador mexiquense, lo que sin duda es una apreciación falsa, emitida con la finalidad de hacer creer al electorado que la corriente progresista no cuenta en realidad, es inexistente. La idea que subyace en tal comentario es que votar por la izquierda es un voto perdido. En el último de los casos, lo importante es salvaguardar los intereses oligárquicos, cosa que sólo podrá garantizarse con el PAN o el PRI al frente del Ejecutivo. La consigna es frenar los avances de las fuerzas democráticas, ese es el “México posible” que sin duda tiene en mente Vázquez Mota. El mensaje que está enviando al PRI es que más les vale aliarse con el PAN y enfrentar juntos a la izquierda, so pena de fracasar.


Tal maridaje podría resultar exitoso en la medida que los partidos que forman la alianza de izquierda comenzaran a trabajar desunidos, cada uno buscando ganar más que el otro. Si no anteponen la necesidad imperiosa de hacerse del poder antes de repartirse el botín, estarán perdidos de manera irreparable. No habrá otra oportunidad para atajar los avances de las fuerzas antidemocráticas, pues un sexenio más en Los Pinos apuntalaría sus intereses, con más firmeza en cuanto que cerrarían filas en torno al objetivo supremo de acabar con toda oposición de corte progresista. De ahí el imperativo de afianzar la unidad en torno al proyecto progresista y democrático que enarbola Andrés Manuel López Obrador, pues romper la unidad sería un triunfo extraordinario para el binomio PRI-PAN.
Uno es el México posible que desea este binomio y otro muy diferente el que demanda y reclama la inmensa mayoría de mexicanos. No puede haber progreso y crecimiento real cuando el 90 por ciento de ciudadanos están excluidos del proceso de desarrollo, como sucede actualmente en el país. Este proceso de gravísima exclusión se fortaleció durante el sexenio de Calderón, quien no ha tenido empacho alguno en afectar al máximo los niveles de vida de noventa millones de mexicanos. Y todavía no está conforme, como lo demuestra su interés en dejar aprobada la reforma laboral y otras iniciativas de corte fascista. La señora Vázquez Mota debe estar pensando que es posible, si llegara a Los Pinos, lograr la aprobación de ese tipo de reformas retardatarias que sólo buscan frenar una elemental democratización de la vida nacional.
Con su triunfo, lo único que se evitó fue una debacle más dramática y radical, cosa que hubiera sucedido con la victoria del delfín de Calderón, el inefable Ernesto Cordero. Sin embargo, el proyecto de la derecha no está en riesgo con la señora Vázquez Mota como abanderada panista. Ella podrá entenderse a las mil maravillas con Peña Nieto, como él con Josefina. Para el pueblo de México, son ambos los enemigos a vencer, objetivo que podrá alcanzarse en la medida que no se rompa la unidad de las fuerzas progresistas. Sus dirigentes deben hacer a un lado sus intereses particulares y partidistas, pues no hacerlo redundaría en la cancelación del México progresista y democrático que sí es posible alcanzar. Deben meterse en la cabeza que no habrá otra oportunidad como esta. Están obligados a ver más allá de sus narices.

(guillermo.favela@hotmail.com)

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