jueves, agosto 12, 2010

Jorge Canto Alcocer : Rebeliones en marcha

Rebeliones en marcha

Por Jorge Canto Alcocer

Las ridículas palabras del espurio Calderón al defender su estúpida “guerra” contra el narcotráfico, nos traen a la memoria imágenes seculares. Sí, sin lugar a dudas, el obtuso ilegítimo está repitiendo con increíble fidelidad el estúpido papel de Porfirio Díaz cuando las celebraciones del centenario. Así, con la misma ceguera con la que Don Porfirio y sus “científicos” presidieron las celebraciones del primer siglo de la convocatoria popular de Miguel Hidalgo, Calderón y su corte –incluyendo a los dirigentes opositores que se prestaron al vodevil, como Beatriz Paredes y “Chucho” Ortega— escenificaron en el Campo Marte una farsa más de esa lastimosa obrita que se llama “México celebra el bicentenario y el centenario”.


Muy serio, el usurpador leyó un mensaje pulcro la mañana del 10 de agosto. Como si se tratara de un partido de futbol –como esos que la selección de Televisa perdió en Sudáfrica—, el inepto, que se ostenta indebidamente como mandatario de nuestro país, habló de que está ganando su “guerra”, aunque todas las evidencias manifiesten lo contrario.


Las moderadas críticas de Beatriz Paredes y “Chuchito” son insustanciales. Con su presencia, los líderes de la supuesta oposición convalidaron un acto más de la triste opereta de engaños y simulaciones que vivimos desde hace años en México. Con sus trajes planchados, degustando sus selectos desayunos, los sinvergüenzas que cada día enlodan al país con sus interesadas y corruptas actuaciones volvieron a ser comediantes.



Pero el México profundo está muy lejos de esos escenarios absurdos. El México verdadero se manifestó en Juárez, en las imparables rebeliones de los hombres de tropa de la Policía Federal que estallaron el sábado pasado, hartos de la corrupción y la ineptitud de sus jefes. El México verdadero apareció en San Pablo Oztototepec, tomando la justicia en mano propia, sometiendo a un par de pequeños delincuentes. El México profundo se manifiesta cada día en la dedicada y minuciosa gesta de Andrés Manuel, que recorre cada pueblo, cada rancho, cada asentamiento de este país.


Como historiador y como ciudadano, el grotesco acto del Campo Marte me remite a los absurdos desfiles y conmemoraciones del Porfiriato en septiembre de 1910. Los mentecatos de aquel tiempo pensaron que después de dos meses del fraude electoral, el pueblo se olvidaría y se dedicaría a celebrar. Pan y circo de aquellos tiempos. Los mentecatos de hoy, cuatro años después del fraude electoral, vuelven a confiar en la desmemoria y la inconciencia social. Pero ahí están las evidencias, innegables, imborrables. El violento motín de los federales de a pie contra sus jefes en Juárez; el violento motín del pueblo de San Pablo Oztototepec contra los delincuentes que les arrebatan lo poco que pueden obtener, son intensas llamadas de atención.


Pero como los porfiristas en 1910, los usurpadores y sus aliados –el PRI y los “Chuchos”— quieren seguir jugando a que no pasa nada, a que están ganando la guerra, a que son los buenos que siempre triunfan, como en las caricaturas. Y como en 1910, la realidad los alcanzará más temprano que tarde. ¿Seguirán en sus operetas para cuando la nueva gesta nos reclame?

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