Fósiles, clima y poder
John Saxe-Fernández
La radicalización de la derecha republicana y el
fulminante rechazo del poderoso cabildo fósil (carbón, petróleo, gas) a
cualquier cambio del patrón energético vigente ayuda a explicar, en parte y más
allá del racismo y clasismo, la enardecida y multimillonaria campaña contra la
relección de Obama, quien dio continuidad a las políticas de seguridad
doméstica e internacional de Bush/Cheney luego del 11/9, como el espionaje
generalizado y sin autorización legal de la Agencia Nacional de Seguridad; la
usurpación de funciones judiciales con la renovación de las comisiones
militares y la permanencia de Guantánamo como prisión y a los postulados
de la guerra preventiva. De inicio avaló el sangriento esquema de
intervención/desestabilización a la rápido y furioso (Plan Colombia, Iniciativa
Mérida) cuyo ADN se remonta al Texas de 1836, a la counterinsurgency de
la guerra fríay a la ocupación de Latinoamérica con más bases en áreas de
interés empresarial y geopolítico. Detuvo la tortura, pero acentuó el uso de fuerzas
especiales, cuyo despliegue pasó de 60 a 120 países y proliferan las ejecuciones
extra-judiciales condrones en ultramar, superando a Bush en misiones y
bajas civiles. El quebranto del derecho internacional vía drones,
globalizó un peligroso estado de excepción que lleva la no ley a
cualquier rincón del planeta: una invitación al caos en las relaciones de poder
internacional en momentos de crisis, transición hegemónica y creciente
conflictividad por el control de recursos naturales escasos.
Aunque Obama declare que el cambio climático es
asunto central para esta generación, fuera de retórica y en los hechos es
incomprensible el enorme caudal de dólares del cabildo fósil contra la
relección: su gobierno autorizó la perforación y explotación en áreas de
reserva y alienta el fracking (cientos de miles de pozos en 36
estados de Estados Unidos) en pos del gas shale, con graves daños a salud
y medio ambiente. Ante el poder y codicia del cabildo fósil (Exxon/Móbil,
Chevron, Koch, el American Petroleum Institute, etcétera) por explotar los
fósiles convencionales y no-convencionales no extraña que el
calentamiento global sea desdeñado por Romney/Ryan. En los hechos, Obama
también: luego del desastre en Macondo, en el Golfo de México, suspendió la
moratoria a la perforación en aguas profundas y la autorizó en Alaska,
incluyendo diseños para, dijo Hillary Clinton, aprovechar las
oportunidades que ofrece la desintegración del hielo del Ártico, abrir
rutas marinas y extraer petróleo, minerales, etcétera. Por su parte John Vidal
documentó en The Guardian de Londres, que para la COP-16 (Cancún) y
las que siguieron, Obama operó a favor del Acuerdo de Copenhague, incapaz de
cambiar, detener o invertir el insostenible esquema fósil (La Jornada (LJ)
18/11/10), aunque se mantuvo la meta de limitar el calentamiento a 2 grados
centígrados por encima de la era pre-industrial. Pero según James Hansen et
al, el registro paleoclimático muestra que 2 grados centígrados podría ser una
receta para el desastre: la sensibilidad climática es mayor a lo que se
contempló hasta ahora: cambios pequeños o moderados de temperatura pueden tener
efectos mayores a lo esperado, por ejemplo en del nivel oceánico (LJ/29/12/11).
En Global Warming’s Terrifying New Math, Bill
Mackibben ofrece datos cruciales que ayudan explicar la radicalización del
cabildo fósil y de Romney/Ryan ya que, entre otros temas medulares, se plantea
que la humanidad puede emitir desde la era preindustrial unas 565 mil millones
de toneladas (Giga/t) de CO2 a la atmósfera, sin rebasar los 2 grados
centígrados. Como ya aumentamos la temperatura 0.8 grados centígrados y
como aún si no lanzáramos CO2, la temperatura aumentaría otro 0.8 grados
centígrados por lo previamente emitido, ya estamos cerca del límite (ibid).
Pero todavía quedan 2 mil 795 Giga/tCO2 de los fósiles convencionales existentes
en las reservas probadas de firmas y estados, con un valor estimado por Capital
Institute en 27 billones (trillions) de dólares. Para evitar una catástrofe
climática y de civilización habría que dejar bajo tierra el equivalente a unos
20 billones de dólares. Algo inadmisible al uno por ciento que especula y gana
con los fósiles.
El panorama político/electoral de Estados Unidos es
desolador. El sistema es incapaz de ofrecer una via no-traumática
(sin guerra) de construcción social alternativa y enfrenta al electorado a
decidir ante opciones como la agenda extrema de Romney/Ryan (“Mitt
Romney’s Real Agenda”, Politics News, Rolling Stone) en materia
fiscal, laboral, de género y de política de seguridad internacional, armas,
tortura, inmigración y perforación/contaminación y el desolado desengaño por la
actuación de Obama en estos cuatro años ante la crisis económica, los bancos,
la seguridad internacional, el rompimiento con la normatividad constitucional y
el medio ambiente. Un síntoma inequívoco de lo profundo y potencialmente
catastrófico de la crisis hegemónica que hoy abate a Estados Unidos, con
repercusiones planetarias.
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