Carlos Fernández-Vega
México SA
EPN: oro por espejitos
¿La cereza del pastel?
Rajoy: negocio hecho
Aún no se aposenta en la residencia oficial, todavía no
despacha en Los Pinos ni decora su oficina, pero alegremente ya autoriza
pingües negocios al capital foráneo, cede soberanía energética, abre sectores
constitucionalmente reservados al Estado, reparte mercados y anunciarescates económicos
de terceros países, como si el propio estuviera en jauja. Es Enrique Peña
Nieto, lampareado por la ultra derecha gachupina y la conquistadora barba de
Rajoy, el mismo que sin recato admite que él no está al servicio del Estado
español, sino al del gran capital de su país que de México ha hecho su paraíso.
Es la vieja historia: oro por espejitos, otra vez.
Peña Nieto llega para colocar la cereza al pastel
privatizador. Cuando menos eso pretende. Lo que no lograron concretar cinco gobiernos al
hilo (léase los cinco gerentes de la venta de garaje), el mexiquense lo anuncia
como un hecho consumado, mucho antes incluso de siquiera entrar al recinto de
San Lázaro para que le crucen la banda presidencial. Abrir Pemex
(léase privatizarlo) ha sido el sueño neoliberal desde tiempos de Miguel de la
Madrid, pero ni éste ni los otros cuatro administradores (Salinas, Zedillo, Fox
y Calderón) de la empresa México, Sociedad Anónima, lo vieron realizado, aunque
no sería justo negarles sus intentonas y avances en tal sentido.
La Constitución (artículo 27) establece claramente que la
nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las
modalidades que dicte el interés público. Eso ordena, pero los cinco gerentes
neoliberales, y el que está por llegar, lo han interpretado exactamente al
revés: el gran capital tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la
nación las modalidades que dicte el interés privado. Y no es un problema de
lectura, sino de hechos y de consecuencias: de la banca a la generación
eléctrica; de los ferrocarriles a los satélites; de la siderurgia a las minas;
de las carreteras al transporte, y lo que se quede en el tintero. La nación,
pues, al servicio del capital corporativo, que para eso están los gerentes.
Durante su periplo por España, Peña Nieto se reunió con líderes
empresarialesespañoles (los cancerberos de los intereses de bancos como el
BBVA, la inenarrable Repsol, Endesa, Iberdrola, Telefónica, constructoras, y
por el estilo, dueñas de medio México, pero que muerden como perros cuando
alguien pretende restar españolidada sus consorcios), y a ellos explicó el
plan: “impulsar una reforma de carácter energético que nos permita ser más
competitivos y, sobre todo, permitir una mayor participación del sector privado
en la exploración, explotación y refinación que hoy realiza Petróleos
Mexicanos. Pemex es una empresa donde el Estado mantiene el control, la
propiedad y la rectoría de los hidrocarburos. Esta condición deberá de
mantenerse. Nunca –y lo subrayo– he señalado el que esté comprometiendo, el que
esté postulando la privatización de esta gran empresa nacional; por el
contrario, he señalado que México y el Estado mexicano debe mantener propiedad
y rectoría sobre la administración de los hidrocarburos del país.
Sin embargo, creo y advierto que a partir de experiencias
exitosas que se han tenido en otras latitudes es ocasión para que México las
haga suyas; diseñe un modelo propio para el desarrollo de los hidrocarburos de
nuestro país, para la explotación, especialmente del petróleo, y logremos una
mayor competitividad a partir de la participación del sector privado, sin que
esto signifique privatización; más bien, la oportunidad de ampliar la capacidad
de la empresa, que es de los mexicanos, para generar o desarrollar mayor
infraestructura para la exploración, para la producción y para la refinación y
para explorar otros ámbitos de generación de energía, como de gas shale y otras
fuentes, incluso generadoras de energías renovables, a donde, desde Pemex o con
el apoyo de Pemex, podamos impulsar, alentando la participación del sector
privado.
Entonces, asegura Peña Nieto, la intención no es
privatizar Pemex, sino poner al servicio del capital privado el usufructo
del oro negro. Aquí resulta ineludible recordar lo que Carlos Salinas dijo
al reprivatizar la banca: se trata de democratizar el capital de las
sociedades nacionales de crédito (propiedad de la nación en ese entonces),
y tan democrático fue el proceso que la banca se quedó en manos de unos cuantos
especuladores privados que la reventaron. De allí a la extranjerización de la
banca que opera en México; Ernesto Zedillo y sus operadores aseguraban que se
trataba de unacapitalización temporal de las instituciones financieras más
pequeñas, por ser las más vulnerables; un asunto pasajero. Eso fue en
1995; para 2000 más de la mitad de la banca era extranjera y para este 2012 la
proporción se eleva a 90 por ciento.
Aquellos que conocen y padecen cómo se hacen negocios en
México a costillas de la nación, qué tipo de empresarios participan, cuánto
duran las medidas temporalesdispuestas por el gobierno y que significa en
realidad aquello de que nunca se ha puesto en duda el control, la
propiedad y la rectoría del Estado, fácilmente entenderán la intención real y
el verdadero alcance de la apertura peñista en materia petrolera. De
cualquier forma, el sexto gerente de la temporada deberá promover cambios
constitucionales para su apertura; aquí no bastan reglamentos ni leyes
secundarias, porque cualquier orificio que abra –por pequeño que sea– para que
entre el capital privado, violenta la letra y el espíritu de la Constitución.
Entonces, por tratarse de un sector estratégico y no
prioritario, el de los hidrocarburos debe permanecer ciento por ciento en manos
del Estado, y esto no admite lecturas distintas, mucho menos aperturas a
modo, amén de que para cambios constitucionales se requiere la aprobación de
dos terceras partes del Legislativo, y, en la misma proporción, de los
Congresos estatales. Dependerá de la pasividad de los mexicanos, aunque si
Rajoy lo dice y apoya a Peña Nieto, igual lo logra.
Las rebanadas del pastel
El pasmado consejo de administración de Petróleos
Mexicanos se ha quejado amargamente de que el director general de la
paraestatal lo ningunea y que nada le ha informado sobre los oscuros tratos con
los gallegos (los ya famosos barquitos y hoteles flotantes, cuya existencia
sistemáticamente ha negado Suárez Coppel), pero resulta que Peña Nieto ya
palomeó el trato porque, confío en España, y Rajoy le dijo que, luego de
su intervención directa, ya se ha concretado el negocio. El consejo de
administración de Pemex, pues, que se vaya al carajo, porque ya sentenció el
supuesto presidente del gobierno español y, en los hechos, verdadero director
de Pemex.
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