Carlos Fernández-Vega
México SA
El cobro de factura
No deben; sí pagan
Desempleo juvenil
Al grito de no debemos, no pagamos, el pasado
domingo miles de personas salieron a las calles en 27 países para
denunciar que los efectos de la crisis económica recaen en la población
mientras los bancos son rescatados; se manifestaron en contra de que los
ciudadanos paguen el costo de la crisis financiera y en repudio a las
medidas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional, y
exigieron acciones decididas de sus respectivos gobiernos para poner
fin a este saqueo que ha puesto a la humanidad al borde del abismo. “La
convocatoria fue lanzada por conducto de las redes sociales, como Twitter y
Facebook, fue bautizada como Global Noise (Ruido Global) y
participaron los movimientos de indignados, Ocupas y #YoSoy132”, informa La
Jornada en su edición de ayer.
La crisis y la forma de atemperarla (versión
oficial) ha provocado el crecimiento sostenido de estos movimientos en buena
parte del planeta (¡ya era hora!), pero una de sus exigencias parece no tener
sentido: exigen a sus gobiernos que frenen el saqueo, que no carguen la factura
a la población y que dejen de privilegiar al voraz monstruo financiero, cuando
en realidad son esos mismos gobiernos los que solícitamente –en connivencia con
los organismos internacionales como el FMI– actúan para favorecer al mundillo
causante de la profunda crisis que vive el mundo, al tiempo que pasan la
factura al grueso de la población que nada tuvo que ver en la debacle. En
efecto, no deben, pero sí pagan, y de forma creciente.
La idea de este movimiento, explican sus
organizadores, es hacer mucho ruido para que nos escuchen, aunque es más
que conocido que una de las características de los supuestos gobernantes es su
espeluznante sordera social, que se profundiza elección tras elección en
cualquier parte del planeta. La crisis capitalista se ha propagado y ha
causado muchísimo daño y dolor a la sociedad, y a la hora de implantar las
soluciones se está tirando evidentemente de las clases que no contribuyeron a
su generación, pero pagan con sudor y sangre su posible solución. Y uno de los
sectores que, sin deberla, más ha pagado por el festín de los barones
financieros y padecido por la citada sordera ha sido el de los jóvenes. A
millones de ellos los mantienen totalmente fuera del circuito educativo y del mercado
laboral; sobreviven en condiciones lamentables y carecen de mayores
perspectivas. Lo mejor de todo esto es que los gobiernos que dicen
representarlos aseguran que ellos son el futuro de la humanidad.
En México, por ejemplo, seis de cada diez desempleados
son jóvenes, y contando. Casi 8 millones de ellos no tienen acceso a la
educación ni al mercado laboral, y sufuturo es profundamente incierto.
Forman parte de un universo totalmente desamparado y sin mayores perspectivas
aunque, eso sí, los atiborran deprometedores discursos que nunca se
aterrizan. Ellos comparten la cruda realidad de otros 73 millones de jóvenes en
el planeta que de todas han perdido todas, porque así lo han decidido esos
mismos gobiernos a quienes ahora exigen que no les pasen la factura.
Por medio de su numeralia, la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) contribuye a entender la dimensión del problema: 40 por
ciento de los desempleados en el mundo son jóvenes; a escala mundial, se estima
que en 2012 habrá cerca de 81 millones de jóvenes desempleados de entre 15 y 24
años, un incremento de aproximadamente 4 millones desde 2007. Los jóvenes
tienen tres veces mayores probabilidades de estar desempleados que los adultos;
el riesgo es el de una generación de trabajadores jóvenes marcada por una
mezcla peligrosa de alto desempleo, creciente inactividad y trabajo precario en
los países desarrollados, y de un aumento de trabajadores pobres en el mundo en
desarrollo.
Durante los últimos 12 meses la tasa de desempleo juvenil
aumentó en diez países, mientras la tasa de empleo de la población en edad de
trabajar disminuyó en 12 países. Sabemos que cuando las cifras del empleo
en general son negativas, la situación del empleo juvenil es aún peor. Las
cifras más recientes (segundo trimestre de 2012) indican que el promedio
mundial de desempleo juvenil supera el 16 por ciento, pero se puede preciar que
en este indicador fluctúa de 8 a 11 por ciento en países como Australia,
Alemania, Japón, República de Corea y México; va de 15 a 18 por ciento en
Argentina, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Federación Rusa y Turquía; de 21 a
23 por ciento en Francia, Indonesia y Reino Unido, y de 35 a 52 por ciento en
Italia, España, Sudáfrica.
La crisis económica ha golpeado con fuerza a los
jóvenes, apunta la OIT, y explica que de los 211 millones de desempleados que
había en 2009, alrededor de 40 por ciento, esto es, 81 millones, tiene entre 15
y 24 años de edad. Hay más jóvenes pobres o subempleados que nunca antes:
unos 152 millones de jóvenes trabajan, pero viven en hogares que ganan menos
del equivalente a 1.25 dólares por día. Millones de jóvenes están atrapados en
empleos temporales, a tiempo parcial involuntario o en trabajos eventuales que
ofrecen pocas prestaciones y limitadas posibilidades de promoción y
perspectivas de avanzar en la vida. Las mujeres jóvenes a menudo tropiezan con
otros problemas que se añaden a los ya mencionados.
El organismo internacional subraya que los jóvenes
de hoy construyen los cimientos de las economías y las sociedades del futuro.
Aportan energía, talento y creatividad a las economías, y realizan importantes
contribuciones como trabajadores productivos, empresarios, consumidores,
agentes de cambio y miembros de la sociedad civil. Sin embargo, debido a la
falta de suficientes puestos de trabajo decente, la gente joven está en una
situación sumamente vulnerable. La crisis del empleo juvenil es un elemento
integral de una situación de empleo general más amplia; pero además tiene dimensiones
específicas. La información disponible apunta a que la situación del empleo
juvenil en general seguirá siendo crítica en 2012, y la perspectiva se mantiene
en esa línea.
En síntesis, cierto es que no deben, pero también
que sí pagan, y de forma brutal, mientras sus gobiernos se
esmeran en servir al monstruo financiero.
Las rebanadas del pastel
La buena: se cobrará una suerte de impuesto a las
ganancias de la banca privada, que se destinará a la población de escasos
recursos; la mala, que tal gravamen se aplicará en Ecuador, no en México, pues
éste es el paraíso de los barones del dinero y las cosas funcionan al revés.
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