Reformas peligrosas
EDITORIAL DEL DIARIO LA JORNADA
Ayer, ante la Liga de Economistas Revolucionarios (LER),
el coordinador de la fracción priísta en San Lázaro, Manlio Fabio Beltrones,
apremió a aprobar las reformas estructurales promovidas por Enrique Peña Nieto,
con el argumento de que sin reformas no avanzaremos y el país permanecerá
en la mediocridad de los últimos años en materia de crecimiento, empleo y
seguridad pública. Asimismo, criticó el bajísmo nivel de crecimiento
económico que ha prevalecido en los últimos 12 años... que dio lugar a un
desempleo masivo y a un incremento de la pobreza y la desigualdad.
Es pertinente recordar que los indeseables fenómenos
mencionados por el legislador –el crecimiento mediocre, el incremento del
desempleo y la pobreza, así como la crisis de seguridad pública– no comenzaron
hace 12 años, en 2000, con la llegada del panista Vicente Fox a la Presidencia,
sino hace 30, en 1982, con el arribo a Los Pinos del priísta Miguel de la
Madrid, y se agudizaron hace 24, cuando éste fue sucedido por su
correligionario Carlos Salinas de Gortari, el cual empezó a aplicar en México,
de manera abierta e implacable, los postulados del llamado consenso de
Washington.
Las administraciones subsiguientes, priístas y panistas, no han
hecho más que profundizar y extender el modelo neoliberal al conjunto de la
economía, con las consecuencias ampliamente conocidas y sufridas por la mayor
parte de la población: apertura indiscriminada de los mercados internos, cierre
masivo de empresas, devastación del agro, eliminación de casi toda la propiedad
pública, pérdida de derechos y conquistas laborales, demolición de la política
social y su remplazo por programas clientelares para el control electoral de
los más desfavorecidos, devastación de los sistemas públicos de salud y
educación, ahondamiento de las desigualdades sociales, multiplicación de la
pobreza, la miseria y el desempleo; surgimiento, en pocos lustros, de unas
cuantas fortunas que se cuentan entre las mayores del mundo, descomposición
institucional progresiva y un creciente acotamiento de la soberanía nacional en
todos los órdenes.
Aunque la seguridad pública se ha deteriorado en forma
sostenida desde el sexenio de Salinas, en el de Calderón confluyeron en un
punto de catástrofe el desastre social dejado por un cuarto de siglo de
políticas neoliberales, la corrupción institucional, la falta de comprensión de
los fenómenos delictivos y el déficit de representatividad y legitimidad de las
instancias oficiales.
Por lo demás, el modelo neoliberal no ha sido desastroso
únicamente en México. Hace ya casi cuatro años entró en crisis en Estados
Unidos y en el momento actual la destrucción causada por ese paradigma puede
verse en toda su magnitud en naciones europeas como Grecia, España y Portugal.
En tal circunstancia, resulta por demás desaconsejable el
empecinamiento priísta en operar reformas energéticas, hacendarias y laborales
que obedecen a los lineamientos del consenso de Washington, en la medida en que
habrán de traducirse, si es que el priísmo logra implantarlas, no sólo en
mayores sufrimientos sociales, sino también, y de manera inevitable, en nuevas
cotas de descontrol, descontento e ingobernabilidad.
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