martes, septiembre 04, 2012

Oportunidad para que la izquierda madure


Oportunidad para que la izquierda madure
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes


Según la bancada del PRI en el Congreso, con Enrique Peña Nieto en la Presidencia, México entra “a la segunda transición”. Tal apreciación es inexacta porque nunca ha habido una “primera transición”. Lo que hubo en el país, de ello no hay duda, ha sido una profunda regresión histórica que mantiene en vilo el futuro de la sociedad nacional. Con el regreso del partido tricolor a Los Pinos, se afianza la marcha en reversa con el fin de apuntalar instituciones antidemocráticas al servicio de una oligarquía que no se sacia de obtener privilegios.
La tan anhelada transición política pudo haberse dado si las elecciones presidenciales hubieran sido limpias, entonces sí habría habido un cambio verdadero, pues finalmente eso es lo que significa transitar del régimen caduco y corrupto en que vivimos los mexicanos, a uno nuevo en el que haya posibilidad de que la gran mayoría de ciudadanos pueda participar en la construcción de un país más justo y democrático. Sin embargo, no todo está perdido aún, pues los cerca de 16 millones de votos en favor del candidato del Movimiento Progresista, son un eficaz escudo de contención a las tentaciones autoritarias del priísmo, así como a las ambiciones inescrupulosas del grupito que se beneficia con el actual estado de cosas.
Con todo, es preciso que la bancada de izquierda en el Congreso actúe con madurez y sentido común, no como lo ha venido haciendo desde que saltó a la palestra electoral, con gran empuje, en 1988. Mientras los partidos de izquierda, y principalmente el PRD, no entiendan que sin visión de largo plazo no se llega a ninguna parte, todo estará perdido y la oligarquía, con su clase política al frente, podrá seguir usufructuando las riquezas nacionales a su antojo, y liquidando la viabilidad de instaurar un régimen democrático.
Es preciso decirlo con toda crudeza: la derecha ha podido crecer y fortalecerse gracias a la estupidez de una “izquierda” que no ve más allá de sus bolsillos y apetencias inmediatas. De ahí la validez y oportunidad de las críticas de Cuauhtémoc Cárdenas al partido que fundó luego de una exitosísima carrera por la Presidencia, que como bien sabemos, fue frenada por la clase política al servicio de la oligarquía, burlándose de la voluntad del pueblo.
Le sobra razón al fundador del PRD cuando afirma que “el partido de tribus y cuotas, de sectarismos y oportunismos, de clientelas y no de militancias libres y conscientes, está destinado al achicamiento y a los fracasos”. Esta situación es insostenible, porque facilitaría la imposición de un sistema regido por el cinismo más abyecto, con el único propósito de garantizar más fructíferas ganancias a la oligarquía y a intereses trasnacionales. Es vital que lo entiendan los dirigentes de los partidos que integran el Movimiento Progresista, y actúen en consecuencia, pues no habría otra oportunidad para aspirar a crear un régimen realmente democrático.
El terrible daño que hizo la anterior dirigencia del PRD a la democracia aún lo estamos pagando, pues de haber actuado con sentido ético y verdadera conciencia de clase, el rumbo de la política nacional hubiera sido diferente. La izquierda se hubiera fortalecido al cerrar filas en torno a una dirigencia honesta y patriótica, en vez de tomar el camino de la desmoralización y las corruptelas, como fue en realidad. Era el momento idóneo para haber dado un golpe definitivo a la derecha, entonces sin un liderazgo capaz y con un PRI sumido en la amargura por las continuas derrotas electorales sufridas desde el año 2000.
Por eso es correcto el planteamiento de Cárdenas, de que las alianzas electorales “deben darse con fuerzas afines en lo fundamental, tanto en lo que respecta a lo local como a lo nacional”. Seguir por ese camino incorrecto, en aras de “fortalecer la democracia”, sería una traición muy costosa. La izquierda debe tener muy claro que sus objetivos de lucha no son los que le marque el grupo en el poder, sino los que convienen a las clases mayoritarias, mismos que abrirán cauces a la democracia auténtica. Bajo ningún concepto es válido sumarse a “acuerdos” engañosos con el pretexto de “fortalecer a las instituciones”.
Si los verdaderos enemigos a vencer, como lo reconoce la bancada del PRI, son “la violencia criminal, la falta de empleo, la desigualdad y la pobreza de millones”, entonces que demuestren con hechos su convencimiento. Mientras eso no suceda, los partidos de izquierda no deben hacerle el juego a la derecha, dizque para crear un “clima de civilidad” en el Congreso. La civilidad verdadera está en respetar la voluntad del pueblo, el cual sólo busca condiciones favorables para una convivencia más justa y humana, no en la reforma laboral fascista que quiere legarnos Felipe Calderón, para confirmar su odio a los trabajadores, antes de marcharse muy lejos.
(guillermo.favela@hotmail.com)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario