jueves, septiembre 06, 2012

Le aplauden sus fasci-panistas y llora Calderón


Alvaro Cepeda Neri
Conjeturas
Le aplauden sus fasci-panistas y llora Calderón

Desconectado del pueblo y la sociedad en general, en la sexta encerrona del señor Calderón posterior a la entrega de sus mamotretos al Congreso de la Unión, reunió a sus fascios panistas, a sus amigos empresarios y banqueros, y colados los desgobernadores del PRI y los traidores del PRD le aplaudieron para que se vaya (en viaje de placer a Rusia, luego a esconderse en una universidad patito estadounidense con residencia para testigos, semilocalizable con su guardia pretoriana y al cobijo de Washington). Y es que a todos les apura ponerse a las órdenes de Peña-PRI, para seguir cosechando los beneficios de estar dentro de la élite oligárquica y al servicio de la plutocracia. Le aplaudieron a rabiar. Y Felipe de Jesús apenas si contuvo el llanto por tal “reconocimiento”. Sólo falto el grito unánime de: “¡… quiere llorar, quiere llorar…!”.
Creyó Calderón que tantas palmas eran sinceras. Tal vez sí. Fue un sexenio como el de Fox: todo para los ricos a costa de la pobreza de 60 millones de desempleados, despedidos, indígenas y jóvenes sin acceso a escuelas públicas superiores y de los egresados que no encuentran empleo. Los otros 60 millones de mexicanos en pobreza de ingresos, “ya que el empleo se ha precarizado… pues los salarios mínimos son insuficientes para adquirir una canasta alimentaria” (Angélica Enciso, La Jornada: 4/IX/12). Y deja a la Nación atrapada en una perversa crisis económica, pues dio todo al mercado macroeconómico que se desquitó con las familias del aumento de los combustibles.

Escucharlo por cadena nacional diciendo mentiras y dándose golpes de pecho, fue como la soporífera obra de un actor mediocre que aplaudieron los espectadores a quienes regalaron la entrada. Y las crónicas de Roberto Zamarripa y Mayolo López (Reforma: 4/IX/2), y de José Antonio Román y Claudia Herrera Beltrán (La Jornada), tomaron el pulso a los asistentes. Ahí estaba el “haiga sido como haiga sido”, creyendo haber cumplido con su deber, pero el país es una desgracia social. Y dándoselas de “después de mí el diluvio”, pide apoyo, en “lo esencial”, para Peña, aparentando que la competencia electoral no concluye.
Quienes sobreviven a la fallida guerra de Calderón, buscan con profundo malestar la manera de comer. Pero Calderón organizó su espectáculo a puertas cerradas. Nunca dio la cara al pueblo. No gobernó y dejó todo en manos del militarismo y de su amigo-cómplice Genaro García Luna, mientras el presidente del crimen organizado: El Chapo Guzmán –el trofeo que los estadounidenses le prometieron– sigue lavando dinero en bancos para mantener a flote el peso que el calderonismo dejó sin capacidad de compra. Y tan devaluado, que hasta las transacciones mínimas se tasan en dólares. Pero Calderón lloró ante sus fascios-panistas. Se emocionó ante sus beneficiarios. Abogó por Peña y le deseó suerte. Y para el pueblo una sarta de mentiras de viva voz y en el informe que entregó a las afueras del recinto legislativo. Fue un acto fascista. Miro la foto de Calderón (Julio Calenduria, Reforma: 4/IX/12), busco una foto de Mussolini. Se parecen.

cepedaneri@prodigy.net.mx

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