lunes, agosto 20, 2012

El motor mexicano del desastre nacional : María Teresa Jardí


María Teresa Jardí 
El motor mexicano del desastre nacional

Mientras la mayoría nos tardamos tanto en entender lo que en el fondo pasa. Lo que se cocina por unos cuantos contra la humanidad entera. El destino que otros para las mayoría deciden y los motivos que tienen para hacerlo. Los otros nos adelantan siglos con su perversidad como característica más acabada quizá desde el principio mismo de la humanidad y desde luego de la construcción de los Estados-nación y lo anterior se ha tornado en el grave peligro que hoy todas las sociedades del mundo enfrentamos, desde la decisión tomada por los amos del mercado de impulsar la globalización del libre comercio, en tanto se convierten en cárcel y hasta en cementerio los países para las personas que quieran cambiar de rumbos en busca de mejores condiciones de desarrollo de una vida que pueda ser considerada como digna.
Y México, dentro de la globalización, ha sido convertido— y ya no debería quedar a nadie ni la menor de las dudas— en un laboratorio como puerta de entrada que somos de los yanquis, a América Latina.
Y los mexicanos enfrentamos esto de manera rauda o quizá ya nunca nuestro pueblo pueda encontrar la salida. 

Para llegar a este punto, junto con el cambio de valores se ha convertido a la corrupción en el motor mexicano del desastre nacional. Y se han permeado de tal manera las conciencias, que hemos llegado al punto de que lo honrado se desecha incluso por parte de aquellos que tendrían que ser ejemplo, en su ejercicio, de ética absoluta. Y así es como el IFE, escudándose detrás del mandato de los partidos, que efectivamente han ido elaborando leyes a la medida de lo mismo, renuncia incluso a lo que sí puede y debería hacer, para limpiar una elección, que convierte a México, frente al mundo, en el país con la clase política más corrupta. Y lo mismo cabe decir del TRIFE que prefiere escudarse en los cuatro pollitos, tardíamente nacidos, llevados al Zócalo como ejemplo de la compra.
Puede ser que Peña Nieto, contando cada voto, comprado y no comprado, le gane a AMLO la elección realizada el 1 de julio. Pero es claro que ante el mundo el descrédito de Peña lo invalida incluso para ser portero de una selección de fútbol.
Y es diáfana para cualquiera, que va mucho más allá del computo de votos, la demanda de invalidez de una elección, que debió quedar anulada en el instante mismo en que los medios masivos de comunicación se adelantaban, sin el computo respectivo de la elección en las manos, a dar como triunfador al elegido por la telecracia, como la cabeza de su próxima telenovela, que ya se anuncia como la segunda parte del sangriento churro panista, con el PRI como la empresa a la que se le han contratado los, nuevos/ viejos, actores, por parte de Televisa y sus muchos canales espejo y los que aumentará, vía el pago que les hace Calderón, a nombre de Peña, con la expropiación de MVS. Con lo que, de entrada, además garantiza la censura y la represión que sin duda vendrá con Peña impuesto como el dictador que sigue, a quien habiendo sido impuesto como usurpador con otro fraude legalizado vía el mismo IFE y el propio TRIFE, se va dejando a México convertido en un gran lago de sangre. El dictador, sí, porque ese es el papel destinado para Peña con el claro golpe de Estado, adelantado, por las televisoras el 1 de julio pasado.
Puede ser. Sin duda es. Es posible que Calderón haya buscado además cobrar una venganza en contra de los dueños de MVS por el hecho de que Carmen Aristegui haya señalado lo mucho que se habla en las redes del alcoholismo de quien a México ha sumido quizá definitivamente en el abismo convirtiendo en infierno la vida de millones de mexicanos. Puede ser. Pero también es claro que detrás de esa personal venganza y como móvil de la venganza, no cumplida, cuando buscaban dejar sin trabajo a esa comunicadora, estaba la corrupción montada en el dinero a raudales que obtiene como sea la clase empresarial favorecida por la derecha mexicana, sin respeto a la ley y sin recato y ya perdida toda la vergüenza y a sabiendas, lo que todavía es peor, si cabe, de que “la plebe”, es decir el pueblo pobre, es decir la sociedad casi entera, los envidia y quisiera estar en el lugar de ellos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario