Primero de julio: vicios innegables
EDITORIAL DEL DIARIO LA JORNADA
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En los días transcurridos desde la elección
del primero de julio se ha generalizado y consolidado la percepción de que el
resultado anunciado en la noche de ese día, favorable al abanderado priísta
Enrique Peña Nieto, está tocado de ilegitimidad. Desde antes de los comicios,
el movimiento #YoSoy132 ha venido denunciando el papel decisivo –e indebido– de
los medios electrónicos en la gestación de la candidatura presidencial del tricolor y
las condiciones de inequidad que ese elemento introdujo en la contienda cívica.
Asimismo, en los días previos a la elección se supo de diversos operativos de
presunta compra masiva de votos para esa causa. En las jornadas sucesivas han
cundido las pruebas de manipulación de la voluntad popular por diversos medios:
desde el reparto de bienes hasta las medidas de coacción para presionar a
electores a cruzar el logotipo del PRI en las boletas, pasando por el hallazgo
de papelería electoral en manos de operadores priístas.
Mientras el Movimiento Progresista recopila
fotos, videos, grabaciones y otros documentos que podrían probar la distorsión
en gran escala de la voluntad ciudadana en favor del PRI, a fin de impugnar la
validez de los comicios ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
federación (TEPJF), en la prensa internacional ha ido generalizándose la idea
de que tras los resultados favorables a Peña Nieto hay factores ajenos a esa
voluntad, desde el poder mediático hasta el peso del dinero repartido entre el
electorado. A guisa de ejemplo, The Washington Post señaló hace unos
días que Felipe Calderón y los altos funcionarios electorales parecen
haber barnizado algunos detalles sucios y que se extienda la sospecha
sobre la manera en que fue ganada la presidencia mexicana. Le Monde describió
la presunta victoria de Peña como regreso a la dictadura perfecta; The
New York Times la consideró un triunfo de la amnesia y un fracaso
de la democracia multipartidista; el Süddeutsche Zeitung expresó que
el aspirante tricolor es joven y guapo, pero su partido es la
encarnación del fraude y la corrupción, en tanto La Republica se
refirió al presidente de las telenovelas.
El Partido Acción Nacional, en voz de su
máximo dirigente, Gustavo Madero, se sumó hace dos días a esta percepción, al
señalar que a Peña Nieto no le alcanza la legitimidad para ser
presidente, y ayer el propio Calderón se manifestó en contra de lacompra-venta
de voluntades políticas que tuvo lugar antes y durante los comicios.
En suma, mientras el PRI y el IFE parecen
quedarse solos en la defensa de lalimpieza y la transparencia del
proceso electoral, se generaliza la idea de que tal proceso está marcado por
prácticas antidemocráticas sistemáticas que deben ser sancionadas y cuyos
efectos deben ser corregidos de alguna manera. Previsiblemente, en los días
próximos la polémica se centrará en dilucidar si tales irregularidades son
suficientes o no para invalidar los comicios presidenciales. Si el órgano
jursdiccional falla, como hizo en 2006, que la elección presidencial de aquel
año había sido afectada por irregularidades graves, y sin embargo da por
buena la elección, parece inevitable que el déficit de legitimidad que
actualmente padece el ejecutivo federal se prolongue por otro sexenio.
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