Julio Hernández López
Astillero
Nuevos escenarios
Imposición y resistencia
Movimiento no partidista
¿Qué anunciará AMLO?
No es un problema procesal, técnico ni
aritmético (en ciertos momentos claves, como las exitosas marchas pacíficas de
este sábado, ni siquiera de partidos o de un candidato específico). Es la
acumulación de graves problemas sin resolver, la explosiva inviabilidad del
sistema político y electoral, la distancia abismal entre las mafias partidistas
y los intereses de la sociedad y, en ese nefasto marco general, el específico
conjunto de prácticas cínicas, fraudulentas y delictivas con que se pretende
imponer como presidente de la República a un personaje intelectualmente
limitado y políticamente atado a los peores intereses.
Enrique Peña Nieto ya ha sido instalado en
términos políticos y mediáticos (desde la misma noche de las elecciones, con
apresuramiento cómplice del PAN, Los Pinos y Televisa); diplomáticos, con el
reconocimiento injerencista de un abanico de gobiernos extranjeros entre los
que destacan Barack Obama, Mariano Rajoy, Hugo Chávez, Raúl Castro y Hu Jintao
(éste, con invitación a una visita oficial a China), y jurídicos (las
resoluciones del IFE y la fundada convicción de que el tribunal electoral
federal solamente estaría dispuesto a imponer sanciones menores y hacer
reconvenciones, pero no a anular el proceso presidencial).
Y sin embargo... a pesar de la contundencia
de esos hechos, que en otras circunstancias habrían abatido razonablemente los
ánimos contestatarios de los opositores, la protesta pública y el rechazo a la
imposición se mueven. Más allá del segmento de voto duro en favor de López Obrador
(incluso podría decirse que a pesar del perfil concreto de éste) se ha
instalado también en el escenario la contraparte social del peñanietismo
formalmente victorioso: una masa social profundamente insatisfecha con el
funcionamiento de su sistema político y activamente decidida a impedir la
instauración de un cesarismo sexenal con copete.
Frente a la apabullante conjunción de
factores de poder que han impuesto y sostendrán a Peña Nieto, y ante esa
efervescente indisposición colectiva a asumir tal imposición y sus ya
anunciadas consecuencias, Andrés Manuel López Obrador ha decidido, al menos
hasta ayer, aplicarse en el camino sabidamente fallido de la recurrencia a lo
jurídico, sostenerse en el juego de las cartas marcadas de la farsa electoral.
Le han dejado solo la mayoría de los personajes que él mismo exhibía hace
semanas como signos de unidad y fuerza. Marcelo Ebrard administra su feudal
moneda de canje, el Distrito Federal, y hace arreglos para beneficio futuro de
él y su equipo ganancioso (Manuel Camacho, por cierto, se coló a última hora en
los lugares de privilegio para ser senador, en una maniobra al estilo Juanito).
Y los Chuchos también gananciosos acompañan al tabasqueño con la advertencia de
que en cuanto suene el final del litigio electoral habrán de aceptar
puntualmente esos resultados y alzarán la mano al así legitimado ganador,
que saben no será AMLO en ese eje peñanietista del IFE y el TEPJF.
Aun así, López Obrador ha sido capaz de
exhibir el carácter no sólo ilegítimo sino incluso ilegal de la presidencia
prepagada. Sigue siendo el único mexicano con poder nacional de convocatoria
masiva y de sus decisiones depende la estabilidad del sistema actual y la
gobernabilidad del peñanietismo. No tiene condiciones para llamar a
movilizaciones o protestas como las que tanta polémica generaron en 2006 pero,
en un esquema de complicada interpretación, de cuya correcta lectura dependerá
su futuro personal y el de Morena, tiene ahora a la vista una corriente social
dispuesta a la lucha por el cambio, y a la resistencia ante las anunciadas
embestidas del neoliberalismo salinista en segunda edición, con el PAN adjunto,
cual sucedió de 1988 a 1994, en la primera presidencia de Carlos Salinas.
Pero esa corriente social, conformada
sustancialmente por el amorfo movimiento del 132, ha ido caminando por fuera de
los arreglos y concesiones entre cúpulas de la clase política de izquierda y
es probable que a estas alturas asuma la figura de AMLO más como símbolo de
lucha histórica a contracorriente que como reivindicación de lucha electoral
por lo inmediato. Es decir, el gran movimiento social que ha surgido por fuera
de los partidos y las candidaturas está luchando y lo seguirá haciendo no
necesariamente en defensa del arribo de AMLO a la Presidencia de la República,
sino en defensa rigurosa de su derecho a elegir en libertad, sin trampas ni
delincuencia política. Ese movimiento podría ser la verdadera resistencia a las
maniobras de abuso y corrupción que practicarán los inversionistas que han
comprado una presidencia sexenal con la esperanza fundada de multiplicar sus
ganancias y consolidar sus privilegios. Pero se necesita un líder social,
muchos líderes sociales, no un candidato o candidatos aferrados a la
comprobadamente inalcanzable zanahoria electoral.
En ese contexto AMLO habrá de anunciar hoy su
posicionamiento firmerespecto a las elecciones. Ayer mismo los dirigentes
de la trinidad partidista que le apoya expresaron su desconocimiento de las
cifras oficiales que le dan el triunfo a Peña Nieto. Anunciaron que tienen más
pruebas de la compra de voto en favor del PRI y que transitarán los caminos
legales correspondientes. Ya se verá lo que proponga hoy el tabasqueño para dar
continuidad a esa lucha electoral y ¿social?
Y, mientras @evagolinger ha entrevistado a
este tecleador en su programa Detrás de la noticia, en el segmento en
español del canal Russia Today, del minuto 6:30 al 12:30 (bit.ly/Mb8Ua3), ¡hasta mañana, con la zalea del
zorro traicionero arrojada a mitad de escena panista para entretenimiento
expulsor, mientras bajo la mesa se cierran los tratos para el cogobierno
prianista que dará impunidad a los saqueadores y criminales de 12 años a la
fecha y a los que se frotan las manos para entrar en depredadora acción a
partir de diciembre próximo!
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