Carlos Fernández-Vega
México SA
México: bronce en ninis
La deuda con la juventud
¿Lentitud o complicidad?
Producto, sin duda, de la efectivísima cuan
resultona política económico-social del régimen, México es reconocido
internacionalmente y acumula galardones que nadie envidia. Uno de ellos,
tristemente, se lo ha ganado a pulso por ser una de las naciones
latinoamericanas con mayor población juvenil que ni estudia ni trabaja, ante la
falta de oportunidades y el desinterés gubernamental. Así, medalla de bronce
–compartida con Nicaragua– por mayor número de ninis (cerca de 8
millones) en el contexto subregional, sólo superado por Guatemala y Honduras.
Se trata de los mismos ninis que,
con la sensibilidad social que lo caracteriza, el gobierno calderonista
descalificó por herejes (no creen en Dios, les dijo Felipe Calderón el 26 de
junio de 2009), de tal suerte que, para corregirse, su mejor oportunidad
(el de Los Pinos dixit) es integrarse al aparato de seguridad del Estado;
las secretarías de Gobernación y de Educación Pública (con Fernando Gómez Mont
y Alonso Lujambio a la cabeza) negaron rotundamente su existencia (no exageren:
sólo son 285 mil, según versión pública de agosto de 2010); la Secretaría de
Desarrollo Social, con Heriberto Félix Guerra en la oficina principal, los
tildó de “esquezofrénicos” por echarle la culpa a los demás (en el
mismo mes y año), y así por el estilo.
Y mientras desde el poder negaban su
existencia, el número de ninis mexicanos crecía a paso veloz, como lo
documenta la Cepal en su Informe regional de población en América Latina y el
Caribe 2011 (Invertir en juventud), recientemente salido del horno, en el que
da cuenta de que México ocupa el tercer lugar regional en número de jóvenes (25
por ciento del total) que ni estudian ni trabajan, sólo atrás de Guatemala y
Honduras, empatado con Nicaragua y por arriba de El Salvador. México, pues (esa
potencia económica envidiada por todos, de acuerdo con el discurso oficial)
mantiene a sus jóvenes en condiciones verdaderamente lamentables. La deuda
política, económica y social del régimen con la juventud es enorme y creciente,
pero hoy laautoridad se sorprende de que esos jóvenes se
manifiesten y tomen las calles.
Ya en el plano regional la Cepal subraya que
el hecho de que cerca de 25 por ciento de los jóvenes de 15 a 29 años no pueda
satisfacer sus necesidades mínimas en América Latina, incluidas las
alimentarias, impide el ejercicio efectivo de los derechos que les han sido
reconocidos y, ante los desafíos del bono demográfico, obstaculiza el
desarrollo sustentable de la sociedad en la que viven. Los datos vuelven a
confirmar las tristemente célebres inequidades étnicas y de género en la región,
donde se observa mayor incidencia de la pobreza en el caso de las mujeres en
todos los países. En Ecuador y México, la brecha entre hombres y mujeres
asciende a más de cinco puntos porcentuales, mientras en Paraguay, Honduras y
Perú apenas ronda el uno por ciento. En el caso de la migración a Estados
Unidos según datos de 2007, 5.5 millones de jóvenes de América Latina y el
Caribe, de edades entre 15 y 29 años, vivían en esa nación, lo cual representa
un porcentaje mayor al 25 por ciento del total de inmigrantes de estos países; la
gran mayoría de los mismos son jóvenes provenientes de México.
Los jóvenes de la generación de los años
noventa, apunta el organismo, han nacido y crecido en un entorno marcado
por las crisis económicas, y las profundas transformaciones de las sociedades
latinoamericanas. A la crisis de la década de los ochenta y sus repercusiones
en materia laboral y de pobreza, siguieron las políticas de ajuste y una mayor
presencia del sector privado en la provisión de servicios sociales. Estas
condiciones han marcado el contexto institucional en que se han desarrollado
las relaciones entre el Estado, el sector privado y las juventudes en la
región, y que aún son mediadas por un acceso segmentado al sistema educativo,
así como a las oportunidades que se abren en los espacios laborales para su
inclusión socioeconómica. Los datos sobre empleo juvenil en América Latina y el
Caribe muestran una situación precaria y todavía lejana del cumplimiento de los
objetivos y principios expresados en diversos instrumentos internacionales.
El panorama en América Latina muestra claros
rezagos en materia de estándares del trabajo decente para su juventud, tanto en
lo que respecta a las condiciones requeridas para su autonomía y emancipación,
como a la protección ante la vulnerabilidad a la pobreza. Si bien la
participación laboral, la ocupación y el desempleo entre los jóvenes han
experimentado una evolución positiva en el tiempo, incluso en un contexto de
crisis financiera, persiste no obstante un escenario caracterizado por la
exclusión de vastos sectores de la población y una marcada desigualdad en el
acceso a las oportunidades laborales. Esta desigualdad afecta con mayor
intensidad a quienes habitan en áreas rurales y, contrariamente a lo que sucede
con la educación, a las mujeres jóvenes. De esta forma, no existen plenas
garantías respecto del derecho al trabajo en la región.
En países como México, se observa una brecha
superior a 30 puntos porcentuales en la asistencia a un establecimiento
educativo de los jóvenes del tramo de 15 a 19 años de edad entre los que
pertenecen al quintil de menores recursos y aquellos que integran el quintil de
mayores recursos, lo que da cuenta de una alta desigualdad en las condiciones
de acceso a la educación, señala la Cepal. Poco más de un tercio de los
jóvenes de entre 15 y 19 años de América Latina y el Caribe no asisten a ningún
establecimiento educativo, lo que revela brechas relevantes en la finalización
de los estudios secundarios y en el paso a la educación terciaria. Se observa
una tendencia generacional a un menor acceso y conclusión de los niveles
educativos por parte de los hombres jóvenes. Lo anterior puede ser explicado
por dinámicas de temprana inserción laboral que pueden conspirar contra la
oportunidad de los jóvenes de acumular activos importantes para sus proyectos
de vida presentes y futuros.
Las rebanadas del pastel
La cosa es calmada (Clavillazo dixit): la
Fepade podría tardar más de tres meses en resolver las averiguaciones previas
relacionadas con el caso de las tarjetas de Soriana, presuntamente utilizadas
para comprar sufragios, revelaron funcionarios de la PGR(La Jornada, Gustavo
Castillo). ¡Felicidades!, mexicanos impacientes, que cuando tal fiscalía se
pronuncie (si es que algún día lo hace) sobre el asunto de la compra del voto,
ya el Tribunal Electoral habrá declarado presidente copetón electo, es decir,
se repetirá el numerito de 2006, cuando el propio TEPJF sentenció que la
elección no fue limpia, pero vale. ¿Lentitud o complicidad?
Twitter: @galvanochoa
FaceBook: galvanochoa
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