Apuntes
Por Guillermo Fabela
Quiñones
¿Quién le teme a la democracia?
Se está jugando con fuego al pretender mantener encorsetada a la sociedad
dentro del nefasto y antidemocrático modelo neoliberal. Es una decisión
equivocada que no le va a funcionar a la clase política en el poder.
Obstaculizar avances democráticos, por elementales que sean, equivaldrá a
cancelar la vía pacífica hacia cambios básicos que favorecieran una
gobernabilidad indispensable, mediante la cual se podría fortalecer el Estado
de Derecho e impulsar el desarrollo social que fue frenado desde hace tres
décadas. Creer que les va a funcionar un nuevo fraude electoral, es una mala
apuesta que tendría consecuencias muy graves. Más vale que lo entiendan para
evitar al país un conflicto innecesario.
La “guerra sucia” iniciada por el binomio PRI-PAN, en el último tramo de la
campaña electoral, lo único que va a conseguir es demostrar el total desinterés
de la oligarquía reaccionaria por el futuro del país. La gente no es estúpida,
como suponen los dirigentes de la clase política, y sabe que no puede ser “un
peligro para México” quien no ha tenido la responsabilidad de conducir los
destinos nacionales. Un peligro real lo es quienes han tenido en sus manos las
riendas del poder y lo han utilizado con fines adversos al interés colectivo. Lo
realmente peligroso en este momento es preservar condiciones que inciden en una
más grave descomposición del tejido social, en el estancamiento económico y en
una violencia incontrolable.
¿Acaso no ha sido el binomio PRI-PAN el que ha conducido al país al despeñadero
en que nos encontramos, como lo confirman los más de 60 mil muertos por la
“guerra” de Felipe Calderón, la contracción del mercado interno, la existencia
de más de siete millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan? ¿Cómo podría
ser peligroso buscar cambios que influyan en una vida democrática que eliminara
riesgos de ingobernabilidad, de mayor desempleo, de más violencia en las
calles? Cada vez más gente, a pesar de los esfuerzos de los poderes fácticos
por evitarlo, está convencida de que seguir por la misma ruta que delineó
Carlos Salinas de Gortari, nos habrá de llevar al caos y a la ruina total como
sociedad organizada.
Los líderes de la oligarquía deberían darse cuenta de que sería suicida
pretender forzar a la sociedad a que acepte una imposición antidemocrática,
pues las consecuencias serían muy lamentables y no habría forma de parar el
justificado descontento popular por la ruindad de la clase política y de los
poderes fácticos. Menos aún si se les ocurriera echarle la culpa a la izquierda,
cuando la gente está consciente de que aquella fuera víctima de un atraco.
Deberían tener la madurez e integridad moral necesaria, los dirigentes reales
de la oligarquía, para aceptar la urgencia de quitarle al pueblo el yugo en que
se le ha mantenido desde hace tres décadas.
¿Cómo se atreven, los dirigentes del PRI-PAN, a acusar de antidemocrático al
abanderado del Movimiento Progresista, cuando son ellos quienes actúan de
manera por demás antidemocrática, como lo patentiza su actitud de rechazo a que
la sociedad avance integralmente? ¿Quién le teme realmente a la democracia? La
“guerra sucia” contra Andrés Manuel López Obrador, lo único que demuestra es un
pánico irracional a que México abra las puertas de la democracia, cerradas con
fuertes candados por una clase política absolutamente ajena a las necesidades
de la sociedad nacional.
Por suerte, en este momento hay factores que harán más difícil un nuevo fraude
como el cometido en el 2006, pero también sería más riesgoso que se realizara.
Si en 1988 y hace seis años se pudo contener la ira popular, ahora sería muy
difícil y costoso poderlo consumar. La actitud visceral que están demostrando
los dirigentes del binomio partidista, demuestra que están conscientes de que
López Obrador va muy arriba en las preferencias electorales, y que sólo con
golpes bajos, zancadillas y “guerra sucia” podrían, según ellos en su
inconciencia y egoísmo, evitar que triunfara en los comicios del primer domingo
de julio.
La presencia, cada vez más nutrida y firme, de la juventud estudiosa del país,
la cual se ha estado organizando para evitar el fraude y que los poderes
fácticos insistan en mantener cerradas las puertas de la democracia, es un
elemento invaluable para que las tentaciones autoritarias y antidemocráticas de
la oligarquía más ciega y perversa, se mantengan bajo llave. El binomio PRI-PAN
no tiene nada que ofrecer a la sociedad nacional, sino más de lo mismo, pero
más descompuesto y más inviable. Los estudiantes universitarios lo saben
perfectamente, por eso han ofrecido mantenerse vigilantes para que las
votaciones se lleven a cabo sin contratiempos.
Sólo alguien aferrado al pasado puede creer que la gente se va a tragar la
especie de que la suma de desperdicios va a fortalecer una candidatura. Tal es
el caso de Enrique Peña Nieto, quien está apoyándose en personajes
absolutamente descalificados por su inmoral oportunismo y vocación de
traidores. Aun es tiempo de que los líderes reales de la oligarquía entiendan
la necesidad de no seguir obstaculizando mínimos avances democráticos. No
hacerlo sería una irresponsabilidad gravísima.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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