Posicionamiento civil ante las elecciones
Miguel Concha
Uno de los temas centrales en el reclamo por
la democratización del país era hasta hace poco la transición. Con esta
expresión se condensaba la esperanza de que a través de un proceso paulatino y
continuo se pasara del autoritarismo a la generación de las instituciones
necesarias para garantizar los derechos de la ciudadanía. Años de pérdida de la
seguridad pública y de insistencia en una guerra han desplazado en la discusión
el tránsito hacia la democracia, como lo señala la Alianza Democrática de
Organizaciones Civiles (ADOC), cuando afirma que la demanda de transición
a la democracia ha quedado inconclusa y truncada por la falta de miras y
convicción de los actores políticos profesionales.
Más allá de la mercadotecnia política, que ha
sustituido al debate de fondo, en el actual proceso electoral, cargado de
expectativas e incertidumbres, resulta imprescindible preguntarnos de nuevo
hacia dónde va nuestra democracia. Pero sobre todo hacia dónde queremos
llevarla. Esto implica retomar la agenda de la democratización. Por ello hay
que darle la bienvenida al pronunciamiento de la ADOC sobre Las agendas y
el posicionamiento de las organizaciones de la sociedad civil ante la coyuntura
electoral.
La ADOC es una articulación de organizaciones
que, como lo señalan sus propios miembros, están integradas por personas que a
lo largo de sus vidas han luchado por la democracia y los derechos humanos, por
el desarrollo y la justicia, por la equidad y el respeto a la diversidad, por
una vida digna para todos.
Una de las primeras afirmaciones de su
pronunciamiento, firmado por más de 90 redes sociales, organizaciones civiles e
instituciones particulares de toda la República, refleja el proceso de
maduración que ha tenido la construcción de ciudadanía en México.
“La sociedad civil –afirma– sólo se expresa
en su diversidad, nadie puede aspirar a representar todos sus intereses. Por
ello vemos con esperanza que se pronuncien los movimientos de jóvenes, las
organizaciones de mujeres, las de víctimas de la violencia, las organizaciones
sindicales, las campesinas, todas y todos los agraviados en estos seis años de
decisiones equívocas.”
Es oportuno este recordatorio, porque
enfrenta uno de los intentos más deplorables y fallidos de los últimos
gobiernos: desde controlar y utilizar a algunas organizaciones civiles para
avalar sus estrategias, hasta la pretensión de presentar a las organizaciones
ciudadanas que les son ideológicamente afines, como si éstas fueran las que
representaran a toda la ciudadanía.
La única manera de ser congruentes con el
reconocimiento de la diversidad y amplitud de la sociedad civil es asumir que
sus agendas son diversas y que, por tanto, un gobierno eficaz tiene que ser
capaz de dar una respuesta integral a esta complejidad.
“Nos parece –afirma con razón el
pronunciamiento– que las propuestas de campaña y el programa del próximo
gobierno deben dar respuesta a la amplitud de agendas de la sociedad civil.
Ningún problema, por más urgente e indignante que sea, puede ser excusa para
ignorar las demandas del conjunto. El reto que enfrentamos es que la agenda de
la democracia, el desarrollo, los derechos humanos, los derechos de las mujeres
y la diversidad, sea incorporada y reconocida en el actual proceso electoral.”
La violencia en el país es un asunto urgente,
pero su atención no puede ser a costa de olvidar que uno de los principales
problemas que angustian a la sociedad es la falta de oportunidades laborales,
sobre todo para los jóvenes; que la economía mexicana ha ocupado en los últimos
años alternativamente el último y el penúltimo lugar en crecimiento económico
en América Latina; que la educación se ha estancado y que, en síntesis, los
derechos humanos, tanto los civiles como los económicos, sociales y culturales,
han sufrido un retroceso. El asunto es que de todo ello hay responsables, y que
la justicia exige que no haya impunidad.
Por ello la ADOC expresa su confianza en que si
se lograra un proceso democrático, como al que aspiramos las mayorías, la
energía social acumulada tendrá todas las posibilidades para evitar políticas
equívocas, que en vez de solucionar los problemas, terminan por agravarlos,
cargando los costos de sus errores a toda la sociedad, que los paga al precio
de 60 mil muertos, 10 mil personas desaparecidas y millones de desempleados o
subempleados; y a la vez la posibilidad de evitar la impunidad de sus
responsables, desde las autoridades municipales hasta la presidencia de la
República.
La agenda de la democracia es muy amplia, y
la urgencia de asumirla es evidente. La ADOC enuncia los siguientes temas. 1)
Seguridad humana. 2) Seguridad ciudadana. 3) Crecimiento económico con
perspectiva de desarrollo sustentable. 4) Derechos humanos específicos de los
trabajadores. 5) Hábitat y revalorización del espacio público. 6) Respeto a la
autodeterminación, a la tierra y al territorio de los pueblos indígenas. 7)
Desarrollo y cohesión social con perspectiva de derechos humanos. 8) Equilibrio
de poderes y participación ciudadana. 9) Estado fuerte para regular y
democrático para decidir. 10) Equidad e igualdad para las mujeres. 11)
Reconocimiento de la diversidad sexual, étnica y etárea. 12) Garantía de los
derechos humanos desde un enfoque generacional. 13) Reubicación digna de la
soberanía nacional. 14) Rendición de cuentas y transparencia. 15)
Democratización de los medios, libertad de expresión y derecho a la
información. 16) Vigencia del Estado laico.
Pese a todo, este país ya cambió. Tiene ahora
una sociedad civil compleja, y construir la gobernabilidad democrática requiere
de mucha inteligencia en las autoridades públicas. Los temas que tienen que
sintetizar son muchos, pero la orientación debe ser muy clara: tener los
derechos humanos como horizonte, la democracia como método y la transparencia
como condición ineludible.
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