Las verdaderas
intenciones de Peña
Guillermo Fabela
Quiñones
Apuntes
El Tribunal Mundial de Libertad Sindical (TMLS) dio entrada, el pasado 23 de
mayo, a la denuncia presentada por 81 organizaciones sindicales de Colombia,
por las graves violaciones al principio de libertad sindical por parte del
gobierno y organismos empresariales. La primera acción de dicho tribunal fue
notificar al presidente José Manuel Santos Calderón de la decisión tomada, para
que asuma la defensa de su política laboral. En la demanda se indica que “en un
país en el que se verifican graves violaciones a las libertades civiles, no
puede existir libertad sindical”. Se puntualiza que el TMLS “ha podido
comprobar que en el Estado y sectores empresariales colombianos existe una
especie de cultura antisindical, que corre en paralelo con una cultura de violencia
como forma de resolver los conflictos”.
Uno de los principales ejecutores de las acciones antisindicales del gobierno
colombiano y responsable de la represión sistemática que caracteriza al
gobierno colombiano desde hace más de cuatro décadas, fue nada menos que el
general Óscar Naranjo, a quien Enrique Peña Nieto presentó en días pasados como
su asesor en seguridad, en el muy remoto caso de que ganara limpiamente las
elecciones del domingo primero de julio.
Es muy ilustrativa esta designación, pues revela con toda claridad las
verdaderas intenciones del grupo oligárquico que patrocina al ex gobernador
mexiquense: profundizar la explotación de los trabajadores privándolos de sus
derechos básicos, como sucede en Colombia, donde la defensa de esos derechos ha
significado una sistemática represión contra la clase obrera.
Afirma el TMLS que “en Colombia las relaciones laborales no son democráticas ni
participativas. Son profundamente autoritarias”. Para “legitimar” tal realidad
en México, la oligarquía reclama la aprobación de la reforma laboral, lo que
sucediera después sería un problema a resolver por el general Naranjo, con la
asesoría de especialistas estadounidenses, los mismos que lo estuvieron
asesorando cuando fue funcionario policíaco.
He aquí un ejemplo de los “cambios” que promete Peña Nieto, aunque los disfrace
con frases demagógicas de bienestar y progreso para las mayorías. La
contratación del general Naranjo es una prueba contundente de las verdaderas
intenciones del mexiquense, una vez en Los Pinos.
Por eso Vicente Fox insiste en que se vote por Peña Nieto, a sabiendas de que
quien está detrás de él es el grupo oligárquico no sólo con más poder, sino con
más capacidad para acelerar la instauración del modelo policíaco que
demandarían las circunstancias, luego del fracaso del régimen panista, el cual,
pese a más de 80 mil muertos y desaparecidos, no fue capaz de imponer la “paz
porfiriana” que anhela la minoría que usufructúa en su provecho la riqueza
nacional.
Vemos así que la ideología no cuenta para quienes se benefician de un estado de
cosas injusto y antidemocrático, como lo patentiza con toda claridad el cinismo
del guanajuatense. Fox sabe que Josefina Vázquez Mota no cuenta con el grupo
que respalda a Peña Nieto, por eso no duda en descalificarla, como tampoco
tiene empacho en insultar a Andrés Manuel López Obrador, aunque al hacerlo le
está haciendo un gran favor. Dijo: “se ha negado a las reformas indispensables
para el país, la de energía, la fiscal, la laboral, por tanto esa opción debe
ser desechada por los mexicanos”.
A lo que López Obrador se ha negado sistemáticamente, es a que se pongan en
marcha reformas lesivas a la sociedad, mismas que sólo contribuirían a
empobrecer aún más a las clases mayoritarias, al favorecer una acumulación más
radical de la riqueza en la minoría de arriba, motivo por el que la Unión
Europea está en una crisis estructural imposible de solventar, a menos que se
ponga fin a las políticas neoliberales.
Peña Nieto seguiría al pie de la letra los dictados del Fondo Monetario
Internacional y del Banco Mundial, de la misma forma que lo han hecho los
últimos cinco presidentes de México, quienes se han asumido más como empleados
de dichos organismos globales que como jefes de las instituciones nacionales.
Ellos sí que han mandado al diablo a las instituciones, sin ninguna
contemplación, como lo sigue haciendo Calderón con más desparpajo.
Pero así como en los países europeos la mayoría de las sociedades ya no
soportan más las cargas que les han impuesto los pocos privilegiados, así habrá
de suceder en nuestro país, aunque con más violencia porque son más quienes no
tienen nada que perder. De ahí que los miembros de la burocracia dorada, como
Peña Nieto, empiecen a dar pasos consecuentes con su modo de pensar, y para que
el enojo de las clases mayoritarias no los tome desprevenidos. A ello obedece
la presentación del represor general colombiano, pues se quiere dar un golpe
doble: quedar bien con la Casa Blanca y demostrar a la oligarquía que no le
temblará la mano para reprimir a los descontentos. Como sucedió en Atenco.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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