Julio Hernández López
Astillero
Avalancha de lodo
Caen las caretas
Unidos ante el peligro
Voto rural y otras trampas
Desde puntos de tiro aparentemente
distanciados, el PAN y el PRI han acabado coincidiendo, como largamente se
había vaticinado, en la metralla sucia contra el candidato de las izquierdas, a
quien a estas alturas ya consideran abiertamente un peligroso objetivo al que
deben abatir en términos mediáticos, electorales y sociales.
Presionados por el factor 132 que masivamente
ha colocado en continuos bretes a Enrique Peña Nieto en donde quiera que se
aparece, por la inocultable dilución de la mala opereta divisoria que
pretendían sostener mediante hipocresías josefinas, y por el acelerado ascenso
socialmente palpable de Andrés Manuel López Obrador como única opción de
cambio, las verdaderas cúpulas rectoras del país han cerrado filas para desatar
una versión actualizada de la inmunda guerra propagandística de 2006 (en
especial con los nuevos espots con los que reviven los episodios de René
Bejarano y del plantón de Reforma), sumir al país en una situación de
incertidumbre y temor que propicie el voto conservador (utilizando de manera
criminal la caída del peso frente al dólar como resultado del ascenso electoral
de AMLO) y la siembra evidente de errores procesales en la ruta electoral que
generen condiciones para la operación fraudulenta de especialistas adversos a
la única candidatura reformista superviviente.
Las caretas han caído y se ha entrado ya en
la fase del exterminio político del adversario. Por ello se recurre
abiertamente a la tonalidad amenazante en la locución, a las imágenes
estremecedoras, a lo inmobiliario en riesgo, al terrorismo económico, a la
selección de gestos duros de AMLO y a la fraseología apenas renovada que vuelve
a promover al tabasqueño como todavía peor peligro para México. No puede haber
demostración más contundente del ascenso de López Obrador en las tendencias de
voto (las reales, no las correspondientes a la otra faceta del fraude, la de
las encuestas tramposas que han pretendido imponer una percepción encopetada
que ahora no resiste ninguna confrontación con la realidad insurrecta) que esta
desesperada avalancha de lodo que han soltado contra el perredista con la
esperanza de rescatarse ellos mismos de entre los saldos nauseabundos.
Carcajadas macabras del panismo contra el
peñanietismo que en son contribución de fondo al envenenamiento de la política
y la instauración del miedo. Josefina, que no tiene nada que ganar, se burla
del aspirante priísta y sus promesas y acompañantes, aunque eso va más allá de
ella misma, accidental figura tragicómica de un libreto que nunca ha conocido
más que en cumplimiento sobre la marcha de las líneas que le van soltando. Entre
el cortinaje de los poderes amancebados está la dupla PRI-PAN, unida en lo alto
por los intereses compartidos en peligro, aunque mantengan sus propias batallas
bilaterales en busca de redefiniciones del botín deseado.
PAN y PRI pelean con intensidad para definir
los porcentajes de ganancia que aspiran a tener cuando liquiden a su adversario
tabasqueño y sellen entre generosidades mediáticas la reunificación de bandos
en aras del supremo interés nacional. Felipe amaga con aprehender a los
personajes más pringosos del catálogo del peñanietismo financista, los dos ex
gobernadores de Tamaulipas que siempre se han cantado como piezas electorales
de caza. Pero, al mismo tiempo, la banca jarocha PGR devuelve con intereses
acumulados los veinticinco millones en maletas voladoras que desde Veracruz se
habían enviado a Toluca.
Calderón aprieta al PRI, pero no tanto.
Electoreras apariencias cumplidoras de justicia contra personajes norteños
indefendibles (Tomás Yarrington y Eugenio Hernández) para tratar de levantar la
cosecha de blanco y azul y así aumentar el volumen accionario del negocio
sexenal a compartir. Mientras tanto, el gran defraudador electoral de 2006
aparece para promover el regreso a Los Pinos del PRI que supuestamente él había
botado con tintes épicos luego convertidos en chiste sexenal de tortazos.
Chente el defraudador electoral salta para
inducir el voto útil del panismo rumbo a las arcas del ex gobernador
del estado de México que en las alturas reales de su copete lleva la marca del
salinismo que es punto de convergencia de todos quienes creen llegada la hora
de cerrar filas bélicas contra el pálido izquierdismo pejista que en las
condiciones actuales resulta casi una amenaza revolucionaria para las elites
acostumbradas a imponer a sus gerentes políticos al precio que sea necesario.
Tan evidente es el uso táctico que se hace del deslenguado extraído del rancho
San Cristóbal que el PAN, la difuminada Vázquez Mota y el propio Calderón
juegan a no darle importancia al lance favorable al PRI que ha protagonizado
Chente intocado antes y ahora por su papel en el fraude de 2006.
El angustiado Peña Nieto, por su parte, se
hace rodear de presuntas fuerzas opositoras que hoy caen rendidas ante su
encanto programático. Rosario Robles por delante y ya no hay mucho que sea
necesario decir. Además, Arce y Círigo, antiguos usuarios de la izquierda y la
ex panista electoralmente despechada, Lía Limón. Escenografía para consumo
acrítico mientras avanzan los ejércitos de la defraudación electoral,
financiados por los cárteles de gobernadores y ex gobernadores con
cuota de votos a conseguir a como dé lugar.
Y un fantasma recorre el IFE, el fantasma de
Leonardo Ugaldés Zurita. Misterioso pero sugestivo crecimiento de la lista de
votantes en las zonas no urbanas (rurales) aunque los índices oficiales
muestran una tendencia demográfica inversa: el voto verde del priísmo clásico
es abonado con reacomodos que no permiten sospechas sino certidumbre. Y las
constantes referencias a la escasa o nula preparación de funcionarios de
casilla que presagian confusiones y desorden proporcionalmente preparados.
Y, mientras hoy se agregan trampas de tercer
grado a AMLO, ¡hasta mañana, con el arzobispado de Oaxaca que amaga con
acciones penales contra quienes han denunciado pederastia clerical (por cierto,
hoy va otra nota al respecto en La Jornada)!
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