Julio Hernández López
Astillero
Siembra preocupante
Confusión y errores
La ciudadana Radetich
¡¿Aumenta el voto rural?!
Una sombra de duda cruzó ayer el espacio de
Internet: el físico de la UNAM Luis Mochán, siempre atento a los datos
electorales y sus anomalías, comentó a esta columna que otro científico
especializado en el tema, Víctor Manuel Romero, había encontrado, en una copia
del listado nominal de electores que les habían enviado, el dato de que el
número de casillas no urbanas (mejor conocidas como rurales) había aumentado a
36 por ciento del total, y la lista nominal a 33 por ciento.
Luego de revisar diversas bases de datos,
Mochán confirmó que los datos del Inegi ( http://bit.ly/L3CR7Z )
correspondientes a 2010 muestran una caída sistemática de la población
urbana y los datos del IFE muestran un incremento (en el número de casillas no
urbanas) que no es despreciable (...) Parecería estar aumentando el electorado
no urbano, al revés de lo que pasa a la población rural.
Sin embargo, con los ojos puestos en el
espectáculo electoral, que cada día ofrece mejores variedades, poca atención se
ha puesto a las constantes evidencias de que el camino a las urnas está siendo
sembrado de deficiencias e irregularidades que reflejan impericia altamente
preocupante o una estrategia intencional con fines de confusión y adulteración
a la hora de la emisión del voto y su conteo.
Esta columna ha recibido, por ejemplo, varios
reportes de ciudadanos que se quejan de anomalías en el proceso de su
designación como funcionarios de casillas en diversas jurisdicciones (un caso
en el estado de México explica cómo a última hora le retiraron su nombramiento
para presidir una mesa estatal receptora de votos por suelevado nivel
académico, pues está por terminar su doctorado), otros detallan sesiones de
capacitación en las que no se les resuelven algunas dudas procesales,
sobre todo relacionadas con el llenado de actas y la definición de cómo
acreditar los votos que se emitan cruzando varios recuadros (unos capacitadores dan
un criterio y otros se pronuncian en contrario), y hay quienes mencionan
inexplicables cambios de posición en el armado de las directivas de casillas.
Y así, mientras los binoculares ciudadanos
tratan de apreciar detalles de la metamorfosis neotepocata de Chente o del
uso josefino de la lástima anecdótica para salvar la aduana de la Ibero (por
dar los ejemplos más recientes), se van confirmando irregularidades como las
denunciadas varias semanas atrás en esta columna respecto al voto de mexicanos
en el extranjero. En efecto, hay quienes no han recibido su paquete electoral,
entre otras causas porque el IFE cometió desde el principio el definitorio
error de asegurar que al enviar cada cual su solicitud de alta en ese proceso
tendríaporte pagado, lo cual no fue aceptado por operadores de correo en el
extranjero. Para salvar esa falsedad de que no se requería estampilla,
algunos solicitantes debieron pagar su propio envío postal. Y, como aquí se
demostró, en algunos casos las boletas correspondientes a determinada persona
acabaron en manos de otra.
Un ejemplo de los enredos en cuanto a
funcionarios de casilla lo da Natalia Radetich, quien primero fue considerada
para presidir una mesa receptora de votos y luego, sin explicación ni
justificación, pasó a ser primera escrutadora. Ella peleó en diversas
instancias contra esa remoción anómala (el relato completo se puede leer en
astillero.tv ) y resultan ilustrativas algunas de sus consideraciones: “El día
de hoy (2 de junio) asistí al simulacro que organiza el IFE con el declarado
fin de ‘capacitar’ a los funcionarios de casilla en ‘todos’ los momentos de la jornada
electoral: instalación de la casilla, desarrollo de la votación, cierre de la
casilla, conteo de votos, llenado de las actas, integración de los expedientes
y del paquete electoral y, finalmente, publicación de resultados y clausura de
la casilla. Sin ofender a los sin duda bienintencionados chavos que lo
dirigieron, hay que decir que el simulacro fue deplorable: nos enseñaron cómo y
en qué momento se arman las urnas y los canceles, cómo colocar las urnas, cómo
recibir las credenciales de elector y cómo y en qué orden vaciar las urnas para
iniciar el escrutinio de los votos. No hubo una aclaración, a pesar de mi
insistencia a los capacitadores y a la supervisora, de cómo hay que llevar a
cabo la parte más compleja de la jornada electoral: el conteo de los votos, el
llenado de las diversas actas y la integración de los expedientes (los del PREP
y los demás). Tampoco se nos explicó cómo hacer la clausura de la casilla, la
publicación de resultados y la integración del paquete electoral… En fin, fue
un simulacro de simulacro”.
Añade la ciudadana Radetich: “Seguramente
este conjunto de experiencias puede parecer insignificante, pero lo que generan
estas cosas mínimas y aparentemente menores son una gran desconfianza colectiva
en las venideras elecciones y en el papel, siempre en tela de juicio, del IFE.
Yo no sé si detrás de cada una de estas pifias del instituto haya una
deliberada intención de generar confusión en la red de funcionarios de casilla
que se encargará –como pueda– de buena parte de la próxima jornada electoral.
En todo caso, la experiencia histórica (vgr. el fraude de 2006) nos inclina a
pensar que sí. Al evidenciar los yerros del capacitador, de la supervisora, de
la vocal de capacitadores y de los operadores de Ifetel, yo no quiero, ni mucho
menos, que los despidan; lo que quiero es mostrar una pizca de lo que muchos
hemos venido diciendo desde hace mucho tiempo: que en el IFE las
irregularidades son sistemáticas y que la responsabilidad de las mismas no
recae en los últimos eslabones de la jerarquizada estructura del instituto,
sino que se trata, en todo caso, de un problema orgánico y general”.
Y, mientras es leída hoy en La Jornada una
segunda entrega sobre la pederastia clerical en Oaxaca, con más detalles de la
protección del arzobispo José Luis Chávez Botello a su cercano Gerardo
Silvestre Hernández, y las maniobras para castigar a los curas denunciantes,
¡hasta mañana, con Juan Molinar Horcasitas táctica y escenográficamente
sacrificado!
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