Cartagena: choque de agendas entre EU y AL
EDITORIAL DEL DIARIO LA JORNADA
En la cumbre continental que se inauguró
ayer en Cartagena de Indias, Colombia, fue evidente la divergencia entre los
temas que pretenden priorizar Estados Unidos y Canadá y los que la mayor parte
de los gobiernos latinoamericanos quiere poner sobre la mesa.
Para el presidente
Barack Obama no debe discutirse la estrategia contra el narcotráfico impuesta
por Washington a las naciones del hemisferio hace cerca de cuatro décadas, a
pesar del evidente, costosísimo y doloroso fracaso en que se ha traducido:
cientos de miles de muertes, fortalecimiento de las organizaciones delictivas,
incremento de las adicciones, descomposición institucional y debilitamiento de
las estructuras estatales. En este punto, hasta gobernantes surgidos de las
derechas, como el anfitrión Juan Manuel Santos y el guatemalteco Otto Pérez
Molina, coinciden en la necesidad de revisar una política que se fundamenta en
la persecución policial y militar de los grupos criminales y que ignora la
complejidad de componentes sociales, económicos e históricos del fenómeno
delictivo y, en particular, del tráfico de drogas.
El mandatario estadunidense
no ha dejado margen para la duda en cuanto a su determinación de centrar el
encuentro en asuntos económicos y, particularmente, en la búsqueda de un
incremento de las exportaciones de su país hacia las naciones latinoamericanas;
en segundo plano quedan el combate a la pobreza, la cooperación tecnológica y
el diseño de medidas para enfrentar catástrofes. Por dictado estadunidense
quedaron fuera de la agenda el ya referido tema del combate al narcotráfico, la
inclusión de Cuba en esas reuniones hemisféricas y la reivindicación histórica
de Argentina sobre las islas Malvinas.
Resulta meridianamente
claro, en suma, que el gobierno estadunidense no tiene la menor disposición a
abordar, en cónclaves como el que tiene lugar en Cartagena de Indias, los temas
que resultan cruciales para América Latina, y que las cumbres americanas no
responden a los intereses de la región, sino que constituyen un mecanismo más
para aplicar las presiones neocolonialistas de Washington hacia el sur del río
Bravo.
Lamentablemente, el
titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, ha plegado la representación de
México a los intereses y prioridades estadunidenses. Es sabido que el político
michoacano es uno de los pocos gobernantes regionales que aún defienden la
estrategia contra las drogas impuesta por la Casa Blanca a la región desde
tiempos de Richard Nixon, lo que resulta coincidente con la postura de Obama de
no someter a discusión y revisión esa estrategia. Por lo demás, a su llegada a
Cartagena, en un encuentro con empresarios, Calderón se erigió en defensor del
credo neoliberal, arremetió contra el fortalecimiento del sector estatal que
caracteriza los proyectos gubernamentales en curso en buena parte de Sudamérica
–justamente en momentos en que se libra una confrontación entre el gobierno
soberano de Argentina y la trasnacional Repsol–, y reiteró su fe en la
liberalización comercial como panacea para las trabas al desarrollo y a la
prosperidad.
Cabe esperar que el
gobierno que inicie el próximo 1º de diciembre, sea cual sea su signo
partidista, sea capaz de reubicar a la institucionalidad mexicana en el ámbito
de América Latina y de superar la creciente supeditación de la política
nacional a los intereses de la Casa Blanca.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario