La desigualdad y la sociedad disfuncional
Asa Cristina
Laurell
Existe mucho interés por las familias
disfuncionales, pero también habría que documentar los efectos sociales y en la
salud de las sociedadesdisfuncionales. Este tema ha sido trabajado durante años
por los investigadores y epidemiólogos Wilkinson y Pickett. Sus hallazgos están
resumidos y presentados para el público no profesional en el libro The
Spirit Level,subtitulado Porque una mayor igualdad fortalece a las
sociedades.
El argumento básico,
sustentado en sus investigaciones propias y de otros, es que a mayor
desigualdad en la distribución de la riqueza los problemas de salud y sociales
típicos de los pobres incrementan. Estas diferencias no aparecen cuando se
trabaja con los valores promedio de las naciones, es decir, lo que cuenta no es
si un país es rico o menos rico, sino la manera como se distribuye la riqueza
entre las distintas clases o grupos sociales. Así, es una cuestión de
desigualdad y no sólo de pobreza.
Miden la desigualdad en
la distribución del ingreso como la relación de los ingresos del 20 por ciento
más rico de la población y del 20 por ciento más pobre, utilizando los datos de
la ONU para 23 países desarrollados. Esta selección se hace para contrastar naciones
equiparables y por la disponibilidad de datos comparables. En Japón y los
países escandinavos esta relación es de uno a cuatro, mientras en el Reino
Unido, Portugal y Estados Unidos es de uno a 7.5-8.5. Para la comparación entre
los estados de EU utilizan el coeficiente de Gini. Los autores señalan que,
aunque sería importante disponer de otros indicadores de desigualdad, la
asociación de la distribución del ingreso con los problemas de salud y sociales
más conocidos como de los pobres es muy fuerte.
En este contexto llama
la atención que los países se agrupan en tres grandes bloques que corresponden
aproximadamente a tres distintos tipos de estados de bienestar, que se
distinguen por la cobertura y calidad de beneficios y servicios sociales
públicos.
El índice de salud y
problemas sociales se basó en los siguientes indicadores: expectativa de vida y
mortalidad infantil, salud mental incluyendo el consumo de drogas ilegales,
obesidad, embarazos adolescentes, homicidios, rendimiento escolar, niveles de confianza,
tasa de encarcelamiento y movilidad social. Este índice muestra una correlación
alta con la desigualdad del ingreso de los países estudiados, mientras su
ingreso promedio tiene una asociación muy débil.
Al observar cada uno de
los problemas, se encuentra que los de salud mental y uso de drogas ilegales
demuestran el mismo comportamiento que el índice al igual que la expectativa de
vida y la mortalidad infantil. Otro ejemplo son los embarazos adolescentes y la
obesidad. Respecto de los homicidios se encuentra la misma tendencia y el
patrón de edad de los homicidas hombres es muy semejante entre Inglaterra-Gales
y Chicago, y son predominantemente jóvenes.
Cuando se publicó el
libro causó una gran polémica. Algunos expertos consideran que abre una veta
muy importante, por ejemplo, Nature; a otros les pareció
insuficiente la medida de desigualdad del ingreso, y otros lo descalificaron.
Estos últimos tuvieron foros importantes, particularmente en la prensa
defensora del modelo económico neoliberal, como por ejemplo el Wall
Street Journal o The Financial Times. Los autores
respondieron puntualmente a todas las críticas y se publicaron simultáneamente
en la página de la Equality Trust. Advierten particularmente contra estudios
que aplican la metodología a unidades territoriales pequeñas o que mezclan
países ricos y pobres y con sistemas de recolección de datos disímiles.
Los acontecimientos en
Europa con la destrucción masiva de empleos, recortes de los salarios y
restricción de todos los servicios y beneficios sociales equivalen a la
constitución de sociedades disfuncionales a gran escala. Sería muy
importante dar seguimiento a los efectos en salud y a los problemas sociales
que esto provoca.
Los mexicanos ya lo
estamos viviendo en grado máximo después de 25 años del modelo liberal. La
concentración extrema de la riqueza y la extensión de la pobreza, el
crecimiento extremo de la desigualdad, nos han arrastrado a la tragedia
nacional en marcha. La falta de asideros para que los jóvenes puedan
construirse una vida digna es tal vez su expresión más dramática. Demuestra
también que de los efectos de la desigualdad no se escapa nadie.
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