jueves, febrero 02, 2012

Mascarilla de lodo : Jorge Lara Rivera



Mascarilla de lodo
Por Jorge Lara Rivera


De la “madera” de Isabel Miranda de Wallace como política no hay duda. Oportunismo e insinceridad de su conducta lo avalan. Entrevistada en marzo de 2011, ya Premio Nacional de Derechos Humanos, a la pregunta “¿en dónde se ve en los próximos años?” respondió: “–en la sociedad civil y en mi hogar, como madre y abuela”. Al insistírsele: “¿y en un cargo público, como diputada o senadora?”, la Vda. de Wallace aseveró: “–la política no está en mis planes”. Presentada como impoluta por los medios oficialistas ¡qué pronto enseñó el cobre la “candidatura ciudadana” panista al gobierno del DF! Selectiva por necesidad sobre cuándo sí y cuándo no cumplir la Ley, la Vda. de Wallace –atrabiliaria y antidemocráticamente impuesta por Los Pinos como oferta de ese partido a la capital– una vez cooptada por la PANdilla, con descuido de las formas, ansiosa por el poder, además de mudar imagen (mala copia de Barbie) con trucos de maquillista, parece haber obviado el pequeño pero crucial detalle de “vecindad”, la residencia legal en el lugar que pretende gobernar por al menos los últimos 5 años, ininterrumpidamente, como exige el Código Electoral del DF, pese a su nostalgia de “los días en la Colonia Industrial”. Con esta omisión, los antecedentes de su designación, es lógico preocuparse por esa discrecionalidad y descuido de las formas. No esperó a tener el cargo para empezar a mostrarse proclive a la corrupción. Tal vez sea efecto de su amistad con el ocupante de Los Pinos, tan reincidente en la incongruencia del discurso de legalidad y apego al Estado de Derecho, y las violaciones cotidianas de su régimen a éstos.


Pero es que el paisaje está infestado de caraduras. Allí tienen a Jorge Castañeda Gutman, político “chaquetero” que llegó a canciller en el foxiato aunque luego fue despedido. El politólogo critica a la agricultura mexicana, culpando a productores del campo por no ofrecer excedentes de “commodities” (alimentos –“ni 1 kg de soya”, se lamenta–; materia prima –cobre, estaño) para exportar como en grandes volúmenes hacen los países de Sudamérica, mientras los del Caribe, Centroamérica y el nuestro son “manufactureros”, aun si cuentan con industria de la transformación –“la automotriz y de autopartes” aquí la más desarrollada–; pero Castañeda se cuida mucho de decir que desde el año 2000 el campo y la soberanía alimentaria han estado bajo ataque constante del gobierno, regateándole cuando no negándole los apoyos, e incluso se ha contaminado al agro con transgénicos por afán de lucro de actuales funcionarios y objetivos inconfesables de transnacionales.
Así, aunque con lujo de cinismo el jefe del Ejecutivo federal diga que “se seguirá apoyando al campo”, la SAGARPA (de Francisco Mayorga Castañeda) sigue escamoteándole con vileza la entrega de recursos, la CONAGUA de José Luis Luege Tamargo es un fiasco en materia de previsión –lo evidencia la magnitud del daño al país por sequía; SEDESOL (en manos del yerno del Maquío, Jesús Heriberto Félix Guerra) está más abocada en servir de ariete clientelar y electorero del régimen, mientras Bruno Ferrari (Economía), en colusión con Mayorga Castañeda y Rafael Elvira Quesada (SEMARNAT), abandonan al azar la autosuficiencia alimentaria, derecho social y humano básico, y el hambre merodea por todos lados.
Por eso resulta insultante que el Ejecutivo quiera convencer de que en el último semestre de 2011 el PIB creció 3.7%, con proyección anual indicando 4%. Mientras el Banco de México se jacta –necio– por el “monto histórico de las reservas de divisas internacionales” lo que, se ha dicho, equivale a tener guardado en el refrigerador un filete mientras en la mesa los hijos padecen hambre. Y Ernesto Cordero debe responder por este crimen, pero igual tiene parte en él José Antonio Meade Kuribreña, el tecnócrata actual titular de Hacienda, desde ha mucho todopoderoso subsecretario de Ingresos, quien no ha sido eficaz para elevar la recaudación fiscal entre los grandes consorcios evasores del fisco, aunque aterroriza al pueblo mes a mes con alzas en las gasolinas, el diesel y el gas LP. Culpa suya es el monumental endeudamiento público del Ejecutivo federal que en los últimos 5 años aumentó 6O.6%, pasando el pasivo de 11 mil 797. 2 millones de pesos en noviembre de 2007, a 18 mil 943.7 millones de pesos en noviembre de 2011, dinero proveniente de la banca comercial para financiar la onerosa plaga de altos funcionarios federales (gasto corriente) y algo a infraestructura (aunque el efecto de esto representa apenas 0.5% del PIB). Las cifras son del Banxico: sólo el año pasado los préstamos de la banca privada al Ejecutivo federal aumentaron 33.5% con respecto al previo. Ni siquiera en el terrible 5º año del foxiato se llegó a tanta irresponsabilidad.
¿Y así se atreve el Ejecutivo a criticar el endeudamiento de los estados? Destinar más recursos de la banca al sector público que al privado frena el crecimiento de la economía. La disyuntiva es descorazonadora: se reduce el gasto o se incrementa la recaudación, medidas ambas peligrosas en el contexto de emergencia y crisis actual. ¡Cuál “buen manejo”, qué logros!

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