miércoles, febrero 01, 2012

Gran país, pésimo gobierno : Alejandro Gertz Manero



Alejandro Gertz Manero
Gran país, pésimo gobierno


Cada día es más evidente que los mexicanos somos un pueblo fuerte, competitivo y exitoso, que a diario da ejemplo de excelencia en casi todas las actividades; en la vida artística lo hacen Demian Bichir y Emmanuel Lubezki, nominados a los Óscares, y ello se refrenda en la Cumbre de Davos, donde el empresario mexicano Alejandro Ramírez ha sido incorporado como miembro de la directiva en reconocimiento a sus tareas; estos ejemplos se repiten en el mundo de la ópera, donde Rolando Villazón y Ramón Vargas están considerados entre los mejores tenores del mundo, mientras los artistas plásticos mexicanos se cotizan a los más altos niveles.



En la vida científica y social, los premios Nobel Mario Molina y Alfonso García Robles han resaltado los valores mexicanos, mientras en los deportes El Chicharito, Rafael Márquez, Ana Guevara, Paola Espinosa y tantos otros demuestran su nivel de competencia mundial.

En la industria, las automotrices que se hallan en nuestro país, operadas por técnicos y  rabajadores mexicanos, están entre las mejores del mundo y continúan expandiéndose a diario como lo hacen GM, Chrysler, Nissan y Toyota. Lo mismo ocurre en la industria electrónica y en un
sinnúmero de maquiladoras.

Los estudiantes mexicanos compiten en universidades de EU y Europa y obtienen los más altos reconocimientos, mientras nuestros becarios se multiplican a nivel mundial produciendo nuevas generaciones de profesionistas.

Todo lo anterior nos indica el enorme potencial de los mexicanos y de nuestro país para posicionarse como una fuerza de producción, de creación artística y de conocimientos profesionales y científicos que podría competir con países como India y China, que han logrado salir de un atraso milenario para convertirse en las fuerzas económicas más efectivas y promisorias del siglo XXI gracias a proyectos innovadores y eficientes.

En este entorno, México sólo tiene un gran enemigo: su propio sistema y gobierno, ya que ambos siguen amarrados a un pasado de autoritarismo y a una dictadura monopólica y corrupta, que sólo cambia de piel cada seis años, pero que en su esencia y en el fondo no cede en su obsesión por
controlar y por saquear.

En estos años de globalización, apertura y supuesta democratización, lo único que han logrado nuestros dirigentes políticos y económicos es que sepamos hasta dónde está corrompido el sistema, y hasta qué nivel se ha entregado la riqueza del país, su productividad y expectativas de
progreso a un pequeño oligopolio, que ahora más que nunca se ha radicalizado para convertir al país en rehén de un pequeño pero poderosísimo entramado de monopolios políticos y económicos, como los partidistas, las empresas de telecomunicaciones, la banca, los grandes contratistas y los operadores y usufructuarios de los puertos y del comercio marítimo; y así podríamos recorrer todo el país, que permanece en manos de unos cuantos favoritos del poder, vinculados con estructuras
extranjeras, que sólo extraen riqueza sin generar una base productiva permanente y repartida con equidad.

Ese poder anacrónico y corrupto mantiene un cerco asfixiante en la educación con saldos catastróficos, mientras la injusticia en todos los ámbitos es el freno más abrumador, ya que no puede existir un proyecto de prosperidad en medio de la iniquidad de una justicia que casi no
existe, y una seguridad que se ha convertido en masacre y multiplicación delictiva.

En estas condiciones llegamos a una nueva etapa de la vida del país, a partir de diciembre, y en tales circunstancias aún no hemos podido lograr que se nos presente un proyecto que vaya más allá del autoritarismo arcaico y que se sustente en el valor esencial para que nuestro país progrese: la auténtica justicia para todos.

Por todo ello necesitamos un candidato que presente y demuestre que tiene un proyecto más allá del paternalismo tradicional de un sistema corrupto, para acceder a una justicia en todos los ámbitos, que sea transparente, rinda cuentas a las víctimas y a la comunidad y que
sancione a todo el que abuse, desde la menor falta hasta el delito más peligroso, ya que sin ese instrumento fundamental nada cambiará en el país y el gobierno y su sistema se seguirán devorando a esta gran nación y a la inmensa mayoría de sus habitantes.

editorial2003@terra.com.mx
Doctor en Derecho

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