jueves, febrero 02, 2012

¿Educación de calidad? : Manuel Bartlett



¿Educación de calidad?
Por Manuel Bartlett


En el Programa para la Modernización Educativa (1989-1994) que impulsé como secretario de Educación Pública se asentaba: “La educación será la palanca de la transformación si los mexicanos encuentran en ella un medio para desarrollar nuevas capacidades: la capacidad de generar una estructura productiva, liberadora y eficiente con el apoyo del conocimiento científico y tecnológico; la capacidad de fortalecer la solidaridad social e identidad nacional y la cultura científica y tecnológica; la capacidad de los trabajadores para adquirir y humanizar nuevas técnicas de producción; la capacidad de ampliar las vías de participación democrática y plural; la capacidad para perfeccionar los servicios a fin de que repercutan eficientemente en el bienestar de la población. Con la educación podemos hacerlo reafirmando nuestra identidad nacional, nuestro proyecto histórico y nuestra voluntad firme de consolidar la soberanía nacional”.
Para lograr estas metas, asumimos fortalecer nuestros valores educativos constitucionales “y la exploración de nuevos caminos para realizarlos bajo nuevas circunstancias (...) su realización será factible con la participación social”. Esto fue propuesto por el pueblo consultado en 1989 y 1990.
A 20 años de distancia, no es difícil advertir los daños que el abandono de los fines de la educación y la adopción de “agendas” educativas improvisadas —enmarcadas en una ideología neoliberal desbocada— ha causado al país.


El programa iniciado en 1989 para ofrecer servicios educativos de calidad cuya concreción se habría de manifestar en principios y estrategias para asegurar la democracia y la soberanía popular y con ellas superar la pobreza y la desigualdad mediante métodos y contenidos educativos promotores del amor a la patria, a nuestra cultura y a la solidaridad; la vinculación con la productividad y el desarrollo nacional en vistas al incremento generalizado en calidad de vida con niveles dignos de existencia, trabajos productivos y bien remunerados para todos los mexicanos, se esfumó.
La calidad educativa se ciñó a buscar resultados inmediatos en pruebas cuyas aplicaciones y mediciones son dudosas, su costo sumamente alto y sus resultados socialmente poco aprovechables. Estos resultados manifiestan, según los recientes datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en su anuario estadístico 2011, el deterioro de la educación en México. Asimismo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que funge como el “patrón” de casi todas las decisiones del actual gobierno, anota en su informe sobre la prueba PISA del 2009 que al concluir la secundaria o cursar el primer año del bachillerato, los estudiantes mexicanos apenas reconocen en un texto ideas sencillas; su conocimiento científico es tan limitado que sus explicaciones son muy obvias; y en el caso de las matemáticas sólo tienen las habilidades para resolver operaciones rutinarias.
Ante estos datos resulta fácil echar la culpa a los maestros. Sin embargo, el problema es más grave: al asumir que los fines de la educación mexicana no cuentan, que no es necesario elaborar programas prospectivos de largo alcance para responder a esos fines, y al reducir la acción de gobierno al cumplimiento de metas inmediatas de “agendas” ajenas a las necesidades educativas reales de nuestras poblaciones, se está negando la función primordial del Estado: asegurar su propia sobrevivencia.
Para rescatar la educación mexicana del deterioro que ha sufrido tenemos necesidad de escuchar nuevamente al pueblo, de preguntarle directamente el tipo de mexicano que espera sean sus nietos y el tipo de país en el que quieren que vivan. Sólo de ahí podrá volver a surgir un programa educativo que nos comprometa a todos, que establezca la dirección de los procesos por realizar ¡ya! y los parámetros para evaluar la acción educadora.
mbartlett_diaz@hotmail.com

1 comentario:

  1. Estimado Manuel:
    Gracias por su aporte a la educación que permite la mejora de nuestros pueblos. Le escribe el Lic. Saúl S. Villaverde Aguilar, docente de secundaria en una región cercana a 8 horas de la capital de Perú, Lima; concuerdo con usted en el proceso de participación de la comunidad en cubrir sus necesidades insatisfechas. Como usted sabrá, siempre hay piedras en el camino y no por ello hay que desanimarse.
    Le comento que he llegado a usted como parte de un estudio realizado para cumplir las tareas del Diplomado en Reformas Educativas en América Latina, estudio a México, y sin ser excesivo, usted ya tiene un lugar en la historia. Lo felicito por ello.
    Atento a mantener comunicación con usted o su equipo, reciba un sincero y fuerte abrazo de un peruano.
    Hasta pronto
    Saúl

    ResponderBorrar