viernes, diciembre 02, 2011

Las deudas como asesinas del derecho a elegir : María Teresa Jardí



Las deudas como asesinas del derecho a elegir
María Teresa Jardí


La nota lo dice todo: “... Enclavada en la sierra Tarahumara, en Batopilas no hay un solo banco. Pese a ello, la tierra donde nació el fundador del PAN y creador de varias instituciones financieras, Manuel Gómez Morín, fue elegida por el presidente Felipe Calderón para anunciar la bancarización del programa Oportunidades, con la entrega de millones de tarjetas bancarias a los más pobres para recibir los apoyos federales... “Si no tienes cuenta bancaria te dicen que no eres nadie”, les informa el usurpador Calderón a los rarámuris, que lo miran azorados, me queda claro, habiendo tenido contacto a lo largo de muchos años con ese pueblo que tiene la mística como sentido de la vida.
Les informa que incluso ellos ya van a tener también “tarjetas” para seguir recibiendo la ayuda de Oportunidades, como la limosna convertida en “el programa” que como resultado ha tenido la expansión del alcoholismo entre los destinados a la limpia que realiza la derecha fascista en México, por órdenes del imperio asesino que tenemos por vecino, como forma de exterminio de los pobres.


Tarjetas para los más pobres como la obligación de consumir en la tienda del cacique que en esa zona es también el narco protegido por la milicia y es de suponer que ahora también por la Armada y desde luego por los paramilitares asesinos que García Luna encabeza.
Bonos de productividad para los “cuates” beneficiados a todos los niveles por la corrupción convertida en regla como la forma de detentar el poder por parte de las mafias adueñadas de éste con un usurpador como cabeza. Mafia que ya ante el mundo empieza a ser exhibida como genocida.
Calderón no está dispuesto a dejar un sólo rubro a salvo como respiro para los mexicanos y menos aún para los indígenas que son regresados a las tiendas de raya.
Premonitoria de la balcanización del país era su llamada a consumir como la forma de dominación que llevan implícitas las deudas, que a final de cuentas se tornan en la única realidad que queda luego de haber disfrutado, si acaso por breves días, de la subida de la euforia que las compras producen. Compras, en general, de productos innecesarios que se tornan en obsoletos ante la llegada del ramalazo de las culpas que las deudas traen consigo. Y, más aún, cuando se sabe que no pueden pagarse y van a tener que empeñarse los bienes adquiridos que salidos de la tienda nada valen porque son chatarra. Y los que no dan para pagar ni el coste de los mismos y menos aún de los intereses de las deudas que es el plus para la también mafiosa empresa aliada a la mafia política.
Compras dirigidas desde el poder en beneficio de la empresa, cómplice ésta de que se ponga el gobierno en manos de un usurpador. Compras dirigidas en beneficio de los intereses de comercializadoras anónimas la inmensa mayoría, que lo único que dejan es la suma a la depresión de suyo interiorizada en el pueblo mexicano como expresión nacional de la vida entera.
La expansión del control a través del obligado uso de las tarjetas como otra vuelta de tuerca incluso para los pueblos indígenas que no pueden comprar ni carne ni leche.
Aún nos toca sufrir a lo largo de un año con un usurpador enloquecido a la cabeza. Un individuo capaz de llegar a cualquier exceso en el que se quiera pensar. Incluido el de hacer valer sus evidentes tentaciones golpistas. Estrategias de colonización son el uso de las tarjetas de crédito con las que se mantiene cautivas a las personas deprimidas por sus deudas. Todo planeado por psicólogos conductistas a modo convertidos en la materia gris de la implementación de la nueva regla ejecutora de la libertad con la que a los mexicanos se ahoga por el usurpador que como expresión del mal que acompaña a la derecha fascista nos ha tocado sufrir a lo largo de los últimos seis años.

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