martes, octubre 11, 2011

Alejandro Encinas Rodríguez : Democracia a cuentagotas



Alejandro Encinas Rodríguez
Democracia a cuentagotas



En los próximos días la Cámara de Diputados resolverá la mal llamada
“reforma política”. Sostengo el término “mal llamada” porque más que una
reforma integral se trata de una miscelánea de reformas constitucionales
que, si bien acredita algunos avances en materia de democracia directa y
participación ciudadana, no modifica las bases jurídicas del régimen
presidencialista ni la relación entre poderes, dejando de lado asuntos
nodales para retomar el camino de la transición democrática, como la
regulación del dinero, de los medios de comunicación y la intervención
de los poderes fácticos en las decisiones políticas y los procesos
electorales en nuestro país.

Sin duda, el establecimiento de la iniciativa ciudadana, la consulta
popular y las candidaturas independientes, que terminarían con el
monopolio de la representación popular que detentan los partidos,
representan un avance, aunque quedan por resolver los mecanismos que
permitan garantizar su ejercicio y eviten que estas reformas se
conviertan en simulación, como son los requisitos que se establecen para
iniciar leyes, limitar la consulta a una anual fuera del año en que se
celebren elecciones federales o competir en condiciones de equidad ante
los partidos y sus corporaciones.



Las reformas propuestas plantean a la vez retrocesos inaceptables, como
la pretensión de establecer la cláusula de gobernabilidad en la
integración de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal o retirar la
facultad para que el Ejecutivo federal rinda protesta ante el Poder
Legislativo, otorgándosela, ante alguna eventualidad, al presidente de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Uno de los temas que mayor polémica ha suscitado es el restablecer la
reelección consecutiva de legisladores, eliminada en las reformas
constitucionales de 1933, y otorgar a los estados de la República la
facultad para establecer la reelección de munícipes y ampliar su periodo
de mandato.

A favor de la reelección se ha señalado que ésta permitiría el
fortalecimiento del Poder Legislativo y los contrapesos con el Ejecutivo
federal, al tiempo que los ciudadanos contarían con la posibilidad de
castigar con su voto a los malos legisladores. Nada más falso. La
reelección por sí misma no representa, necesariamente, el
fortalecimiento del Legislativo, y más que un castigo, es un premio,
pues la verdadera sanción ciudadana solo se puede establecer a través de
la revocación de mandato, figura que está ausente en estas reformas.

Un cambio en la relación entre poderes requeriría de reformas de una
naturaleza distinta, como fortalecer la facultad fiscalizadora del
Legislativo en la que el Ejecutivo rinda cuentas, a diferencia de lo que
sucede actualmente donde ni siquiera comparece a presentar su informe;
que el Congreso ratifique el nombramiento de los miembros del gabinete y
pueda emitir extrañamientos o retirar la confianza a los servidores
federales para su remoción; que apruebe el Plan Nacional de Desarrollo,
para que, convertido en ley, sea evaluable y sancionables sus
incumplimientos.

Antes de pensar en la reelección consecutiva, el Poder Legislativo
debería reformarse a sí mismo, con medidas que atiendan los
cuestionamientos a su desempeño y le permitan recuperar credibilidad,
como acotar el fuero legislativo, eliminar los periodos de receso y
laborar durante todo el año, terminar con la opacidad y transparentar el
manejo de sus recursos, lo que debe acompañarse de una ley de partidos
políticos que acote a las partidocracias, garantice los derechos de los
militantes y obligue a rendir cuentas de sus recursos y patrimonio.

El país requiere transformaciones profundas, las que difícilmente podrán
alcanzarse manteniendo la tradición gradualista del sistema político
mexicano y su democracia a cuentagotas.

Diputado federal por el PRD

No hay comentarios.:

Publicar un comentario