martes, septiembre 06, 2011

La mentira como arma : Guillermo Fabela Quiñones


La mentira como arma

Apuntes
Guillermo Fabela Quiñones

Con Felipe Calderón decidido a continuar la matanza de mexicanos por su descabellada “guerra” contra la delincuencia organizada, comienza el último tramo del segundo desgobierno panista. Sin duda será equivalente a una terrible pesadilla para la inmensa mayoría de mexicanos, quienes seguirán sumándose al ejército de pobres para convertirlo en el más numeroso de América Latina, debido a que la tasa de crecimiento apenas rebasaría 3 por ciento, muy lejos del 5 por ciento como mínimo que se necesita para crear un millón 300 mil empleos anuales que constituyen la demanda real del país. En lo que va del sexenio sólo se crearon poco más de 700 mil, cifra que deja ver la magnitud del dramático déficit que se viene arrastrando gracias al “presidente del empleo”.


Desde luego, el descalabro histórico que ha significado su “administración” no representa ningún problema para él y su gabinete. Para revertirlo están los millones de espots que a todas horas se escuchan por radio y televisión, que son un paradigma del autoelogio como mecanismo supremo de hacer “política”. Sin embargo, la realidad acaba imponiéndose y la verdad surge finalmente del lodazal de tanta mentira. Por ejemplo, no es cierto que millones de familias hayan resuelto su problema de contar con una vivienda digna, tan es así que incluso en la unidad habitacional donde hizo uno de los espots alusivos al tema, la mayoría de las casas presentan serios desperfectos y peligrosas cuarteaduras. Ni qué decir de los más de 16 mil kilómetros de carreteras construidas, la mayoría de las cuales no son más que repavimentación. El sexenio en el que se abrieron más carreteras y caminos fue en el de Luis Echeverría.


En lo que alcanzó un récord histórico el desgobierno de Calderón es en gasto corriente, ninguno en el pasado ha sido tan derrochador. La burocracia dorada calderoniana se ubica entre las mejor pagadas del mundo, con sueldos y prestaciones muy superiores a las que perciben sus similares, incluso de países industrializados, según se desprende de evaluaciones hechas por la Comisión Económica para América Latina (Cepal). Por su parte, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) informó que en el primer semestre de 2011 el gasto neto presupuestario creció 5.3 por ciento. La Secretaría de la Defensa Nacional, por ejemplo, de enero a junio aumentó su gasto 32.5 por ciento en relación con un año antes. En absurdo contraste, Pemex disminuyó su gasto en 14.5 por ciento en términos reales en el primer semestre del año en curso, situación que explica la baja en su productividad.



Esto no ha sido obstáculo para que se siga utilizando a la paraestatal como el principal medio para hacer negociaciones que patentizan lo que Calderón entiende por “gobierno responsable”. Recientemente se firmó un contrato entre Pemex y la petrolera española Repsol YPF, mediante el cual la empresa mexicana capitalizó a la ibérica con mil 700 millones de dólares. Lo que llama mucho la atención es que la parte “mexicana” aceptó que sea la ley española la que rija los términos del convenio contractual con duración de 10 años. Es que ellos no quieren que Repsol YPF pierda su “españolidad”. En cambio, no hay ningún problema en que Pemex pierda su “mexicanidad”, como no lo hubo cuando se vendieron a precios de ganga a empresarios ibéricos varios bancos nacionales, entre ellos la joya de la corona: el otrora Bancomer.


Cabe preguntarse de qué sirve el Congreso de la Unión, si permite negociaciones tan siniestras y fraudulentas como ésta entre el “gobierno” de Calderón y la empresa petrolera española que curiosamente no cuenta con yacimientos ni tampoco con tecnología. ¿Dónde, pues, está la ventaja para México de un contrato que recuerda los tratos entre los colonizadores españoles y los indígenas del México prehispánico? Obviamente, la ventaja es para los negociadores, particularmente Juan José Suárez Coppel, quien desde luego no se manda solo. Sin embargo, aquí no hay consecuencias de actos tan lesivos, de corruptelas tan evidentes, de acciones abiertamente antipatrióticas.


Así como Carlos Salinas de Gortari mintió cínicamente cuando afirmó, en febrero de 1990, que el problema de la deuda externa de México era ya un asunto resuelto, y en cadena nacional se puso a cantar el Himno Nacional con su gabinete, ahora Calderón hizo lo mismo al afirmar que “la deuda externa del sector público se encuentra en niveles históricamente bajos”. ¡La verdad es al contrario, como lo demuestran las cifras! Ahora se deben a los acreedores internacionales 107 mil 396.2 millones de dólares hasta junio de 2011, mientras que en el año 2000 la deuda ascendía a 70 mil 260.4 millones de billetes verdes, o sea que se incremento en 52.8 por ciento. Pero no importa mentir tan descaradamente, al fin que los medios electrónicos están para machacar mentiras con el fin perverso de que acaben siendo tenidas como verdades. Y ya viene el “año de Hidalgo”.


(gmofavela2010@hotmail.com)

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