viernes, septiembre 02, 2011

Es la corrupción : María Teresa Jardí


Es la corrupción
María Teresa Jardí


El juez Baltazar Garzón y otros, como el exalcalde de Palermo, Leoluca Orlando, más sapiente que el primero en la materia que fingen los partidos a la mexicana que les interesa analizar, de cara a los que seguimos el tema en el canal del Congreso. Mientras en lo oscurito se reparten el botín los legisladores que tienen el control de ese Poder que en México hace ya demasiado tiempo que fue.
Es como aquello de Ali-Baba y los cuarenta ladrones. Fingen ante el malestar ciudadano y no les queda a algunos pocos más que escuchar las recetas conocidas que, una y otra vez, se ven repetidas lo mismo en esos foros que en las muchas entrevistas que a los invitados a debatir se hacen por estos días, marcados, además, como si Dios existiera, por el crimen atroz que en uno de los muchos casinos se cometiera.
En uno de los casinos donde ya se sabe que hermanos de alcaldes, en este caso panista, cobran por la protección que lleva a la quema cuando no se entrega de inmediato.
No, no y no, el llamado a la población a involucrarse nada tiene que ver con convertir al pueblo en chivato. No señores, que se entienda, el pueblo se involucra diciendo ya basta y el ya basta empieza por cuestionar la corrupción de sus autoridades.
No, no y no, no son las reformas legales las que propician el cambio de cultura y la proliferación de leyes a los delincuentes beneficia.


Las recetas, conocidas. Independencia al Ministerio Público. O, reforma de fondo, en México, pienso yo, es lo primero que se tendría que haber hecho si de combatir la corrupción como la única forma conocida de combate al crimen organizado se hubiera tratado, cuando para no combatirla se declaró por Fecal la guerra que hoy espeluzna a los extranjeros invitados. Pero no se trata de eso, porque manejado por corruptos el país, la receta no se aplica, y antes al contrario se necesita un ministerio público y una policía del todo corrompida. Se ha cansado también de señalar lo mismo Edgardo Buscaglia, quien habría sido escuchado hace tiempo si de combatir el delito se tratara.
Aquí el problema está en la clase política que se pudrió y por no entender ya ni siquiera entiende que no es con vidrios blindados como se propicia la buena calidad de vida.
Incluso algunos de los participantes mexicanos, como Luis de la Barreda, tienen intervenciones también muy buenas. No, no y no es penalizando al que consume como resuelve el problema del consumo. Que hasta el cansancio ya se sabe que es un problema de salud que se puede prevenir con educación y quien quiera consumir está en su derecho a fumar, a pesar del cáncer que se dice en las cajetillas que le espera obtener por el mismo precio que el placer que le produce el consumo del tabaco o lo que quiera que contengan a estas alturas los cigarros.
Es la corrupción, estúpidos. Es la corrupción, señores. Es la corrupción de la clase política la responsable de todas las desgracias que aquejan al mundo. Es la corrupción de la clase política a la mexicana la responsable de la sangre derramada impunemente. Es la corrupción que se tiene que dejar de admirar por amplios sectores de la sociedad mexicana, si de construir un futuro menos abominable del que salta a la vista que viene, se trata.

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