martes, septiembre 13, 2011

Cordero en los acuerdos cupulares : Guillermo Fabela Quiñones


Cordero en los acuerdos cupulares
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes


El obvio interés de Felipe Calderón en imponer a su delfín, Ernesto Cordero, contra lo que pudiera pensarse conlleva el objetivo de facilitarle las cosas al PRI, y en particular a Enrique Peña Nieto. El inquilino de Los Pinos sabe perfectamente que su ex secretario de Hacienda no reúne los atributos necesarios para ocupar la primera magistratura del país, pero sí el factor indispensable en la actual coyuntura: ser el más confiable para la elite del poder. No sería descabellado apostar a que el acuerdo en la cúpula sea allanarle el camino al aún gobernador mexiquense, y con un fraude electoral de por medio, en caso de que la izquierda llegue unida a los comicios, concretar el retorno del PRI a la Presidencia.
La razón es muy entendible: el partido blanquiazul no cuenta con los instrumentos ni la infraestructura necesarios para continuar al frente del sistema político, en cambio el partido tricolor cuenta con ambas cosas, como lo demostró durante las pasadas elecciones estatales en el Estado de México, Coahuila y Nayarit. Está de regreso, con sus artimañas de siempre, ahora más sofisticadas y con más recursos de todo tipo para asegurar un “triunfo” difícil de objetar. En consecuencia, no tendría ningún sentido que la oligarquía tomara riesgos con un candidato que no ofrece nada a los electores, absolutamente descalificado por sus muchos desaciertos verbales y de hechos concretos.
No es fortuito que la ex diputada Josefina Vázquez Mota aventaje a Cordero con treinta puntos en las últimas encuestas. El mismo Santiago Creel, pese a su descrédito por la responsabilidad que tuvo como secretario de Gobernación de Vicente Fox en la autorización de casinos, adelanta al ex titular de Hacienda. El problema mayor es que tal tendencia en los sondeos habrá de continuar en la misma dirección, porque para el electorado, el señor Cordero es y seguirá siendo el mismo que considera que con seis mil pesos mensuales se puede llevar una vida muy confortable, y quien no dudó en aconsejar que para superar la falta de poder adquisitivo no hay mejor solución que brincarse una comida al día.


De acuerdo con sus apariciones ya como precandidato, Cordero es el más gris de los contendientes panistas, nada mejor para garantizar el triunfo de Peña Nieto, el verdadero representante de la oligarquía en esta etapa de atención a los muchos problemas de todo tipo que dejará de herencia Calderón. La mafia del poder sabe perfectamente que no tiene ningún asidero el triunfalismo del inquilino de Los Pinos, así que ya previó el relevo con el mexiquense, quien cuenta como carta de presentación ser el alumno más aplicado de Carlos Salinas de Gortari.
En el discurso de arranque de su carrera por la candidatura blanquiazul, Cordero aseguró que el PAN es “el partido de la transparencia, de la responsabilidad en el manejo de la economía y en el combate a la pobreza sin condicionamientos electorales”. Los hechos lo desmienten de manera tajante, pues transparencia es lo que menos ha habido en este sexenio, como lo prueba el sistemático ocultamiento de información sobre las políticas públicas, caso más reciente las negociaciones de Pemex con la española Repsol. Nunca ha sido tan irresponsable el manejo de la economía, como lo testimonia el que 87 centavos de cada peso se destinen a amortizar la deuda pública. Y el combate a la pobreza ha sido un rotundo fracaso, de acuerdo con el aumento de más de siete millones en lo que va del sexenio.
Lo que han construido los panistas –y también los priístas neoliberales- no ha sido otra cosa que un país sin futuro, hipotecado, sin rumbo, entregado a intereses extranjeros. Así que resulta muy desafortunado que Cordero afirme que “México debe caminar hacia el futuro” con el PAN al frente del gobierno federal. Esto es absolutamente inviable, de ahí que la oligarquía esté convencida de que el regreso del PRI neoliberal es la única opción que tiene para salvar sus privilegios. No es ocioso suponer que hubo ya un acuerdo cupular para asegurar esta nefasta alternancia.
De ahí que, contra lo que digan las encuestas del PAN, el abanderado de este partido no será otro que Cordero. Con él como candidato, Peña Nieto no tendría ningún riesgo de que la fuerza del Ejecutivo se pusiera en juego para hacer una trastada. Para la oligarquía lo fundamental es evitar que las fuerzas democráticas lleguen a Los Pinos, pues eso les significaría una derrota histórica, convencidos como están sus miembros de que el país les pertenece. Es de tal magnitud el retraso que ha vivido la nación en los últimos treinta años, que la izquierda para la oligarquía es toda corriente ideológica que no se ajusta a sus pretensiones de control y dominación política y económica. Por eso es vital la unidad de los demócratas, es decir, todos aquellos que anhelan que la sociedad nacional empiece a recobrar su dignidad. Lo demás vendrá por añadidura.

(gmofavela2010@hotmail.com)

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