sábado, agosto 06, 2011

Otra tragedia, el neocolonialismo : Guillermo Fabela Quiñones


Otra tragedia, el neocolonialismo
 Guillermo Fabela Quiñones


El neocolonialismo es una más de las tragedias que sobrelleva el pueblo mexicano, como se advierte en la afectación que representa para la economía el saqueo de que es objeto el territorio nacional. En vez de que los notables aumentos en los precios de los minerales preciosos sean un alivio a los problemas derivados del nulo crecimiento real del país, son un estímulo a los saqueadores, quienes obtienen ganancias extraordinarias sin dejar un mínimo beneficio a la nación. Las comisiones que se llevan los altos funcionarios por arrendar el territorio a empresarios extranjeros, no pueden tomarse como un factor favorable para el país.
En la actualidad, por los problemas monetarios en el orbe como consecuencia de la crisis de la deuda estadounidense, el oro y la plata han experimentado cuantiosos incrementos en sus precios, particularmente el primero, del cual México ocupa el décimo lugar mundial entre los principales productores. Sin embargo, de nada nos sirve a los mexicanos esta coyuntura favorable, pues todos los beneficios se los llevan las empresas trasnacionales que explotan de manera criminal, sin ningún control, tales metales preciosos.
En vía de ejemplo cabe señalar el caso de un rico mineral aurífero que se encuentra en la población de Tayoltita, en el estado de Durango, región enclavada en el nudo de la Sierra Madre Occidental, por lo que su acceso es muy difícil. De hecho sólo es posible por avioneta y helicóptero, pues por tierra se necesitan más de doce horas para recorrer la parte de la montaña en que está enclavado dicho villorrio que surgió desde la época colonial, cuando los españoles explotaban a su entera satisfacción las minas del país. La empresa canadiense que tiene la concesión, semanalmente carga una avioneta con lingotes de oro puro sin ninguna supervisión, directamente hacia Canadá.
Como si siguiéramos viviendo en pleno siglo dieciséis.


Aún así, sin tener un cabal control del oro que se exporta, de acuerdo con datos del Inegi y de la Cámara Minera Mexicana, dicho metal ocupa el primer lugar en la producción minera del país, con 21 por ciento del total, mientras la plata se lleva el 19 por ciento y el cobre 14 por ciento. Se tienen datos de que las exportaciones del oro extraído en las minas mexicanas se dispararon 451 por ciento. Al inicio del actual sexenio las ventas de oro al exterior sumaron mil 43 millones 466 mil dólares, mientras que el año pasado llegaron a 5 mil 753 millones 299 mil dólares.
Sin embargo, los beneficios no son para la economía nacional, sino para las empresas extranjeras que explotan las minas mexicanas. En contrapartida, en el colmo del absurdo y de la insensatez, el Banco de México acaba de comprar lingotes de oro en el extranjero cuando aquí se produce más metal precioso que la cantidad adquirida afuera, quizá el mismo que aquí se extrajo. Seguimos entregando el país por espejitos, a cambio de que unos cuantos vivales se lleven treinta monedas como Judas, que los convierten en nuevos millonarios sexenales.
Según Calderón, hay pobreza en México porque somos un país pobre, lo cual es una mentira monumental. Pocos países en el mundo tienen tantas riquezas naturales como las que abundan en el territorio nacional. Es injustificable, bajo cualquier punto de vista, la pobreza cada vez más extendida que caracteriza actualmente a México. No debería haber pobres sino una poderosa clase media, situación que pudo haberse logrado si el estado de bienestar se hubiera prolongado una década más, y si el sistema político mexicano no se hubiera podrido, como sucedió a partir de que la oligarquía impuso sus condiciones y usufructuó en su exclusivo beneficio el progreso alcanzado hasta ese momento.
Por eso no hubo resistencia, dentro de los grupos de poder del sistema político, al golpe de estado técnico que dieron los tecnócratas en 1982. El cambio de rumbo fue un paso natural, sobre todo cuando se contó con el pleno apoyo de la Casa Blanca. A partir de entonces, las clases medias mexicanas comenzaron a sufrir las dolorosas embestidas de un grupo gobernante decidido a aniquilar el modelo surgido de la Revolución Mexicana, lo que casi se consigue en la actualidad. Lo impide la presencia de una izquierda democrática y nacionalista que se resiste a morir a pesar de actuar contra la corriente.
De ahí que las elecciones del próximo mes de julio sean determinantes para el futuro de México, en ellas se va a decidir el rumbo a seguir: o se apuntala el neocolonialismo con tintes fascistas, o se comienza a erigir un sistema político al servicio del país. Ya no habrá margen para posiciones intermedias. Por eso es un imperativo ineludible la conformación de un gran frente amplio democrático capaz de resistir los embates de una ultra derecha decidida a todo para mantenerse en el poder.

(gmofavela2010@hotmail.com)

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