Astillero
Del perdón a la traición
Recomponer, reafirmar
Oportunidad a Sicilia
Foco azul, no rojo
El poeta Javier Sicilia y el equipo de trabajo que lo acompaña tienen enfrente una temprana oportunidad de corregir el rumbo y estilo sentimentales que por extrañas razones han decidido imprimir a un movimiento valioso y válido, cuya esencia y contenido se mantienen vigentes y que no se merece descuidos o errores de tipo gestual (abrazos y besos), confesiones públicas de galopante ingenuidad (traiciones e incumplimiento de promesas) o aventuras políticas grupales (no con el propio Sicilia como beneficiario) esperanzadas en ocupar cargos en comisiones de la verdad o en aprovechar presuntas aperturas democráticas, particularmente las candidaturas ciudadanas.
Con una rapidez absolutamente previsible, el mismo aparato de poder buscado y apapachado por Sicilia (aunque desde Ciudad Juárez se le advirtió de la inutilidad de buscar diálogos escenográficos y de participar en ceremoniales burocratizados) le ha dado con la puerta en la nariz y explicable y naturalmente se ha encerrado (disfrazando ese ensimismamiento con la treta de aprobar en comisiones algo en lo general, ¡y dejar para discusiones en lo particular todos los artículos de esa propuesta!), a definir los términos en que le conviene resolver los asuntos, en este caso, de la seguridad nacional militarizada y a discreción del ocupante en turno de Los Pinos.
A nadie debería sorprender ese comportamiento mecánico de las elites del sistema político nacional, a menos que se creyera posible realizar transformaciones estructurales a partir de voluntarismos, amor y mejillas vueltas a poner una y otra vez. Irónico es, por ejemplo, que la única bancada que peleó este martes por las demandas esperanzadas de Sicilia fue la del Partido del Trabajo, que no estuvo en la lista de las prioridades discursivas y afectivas del poeta (en Twitter, el diputado Mario di Costanzo dijo que los diputados petistas votamos, no besamos). Los demás, las estrellas del espectáculo del alcázar de Chapultepec, la contrita Josefina, convertida por sí misma en escapulario, o el senador verde que saltó en el recreo levantando la mano para decir que sí pedía perdón (aunque su bancada, su partido y sus líderes sigan hartándose de disfrutar de millonadas de financiamiento público y haciendo negocios sucios), hicieron lo que les correspondía: actuar conforme a los intereses de sus facciones y jefes.
La presunta traición detectada ayer por Sicilia e inmediatamente denunciada le regala, sin embargo, la posibilidad de enmendar la plana, recomponer figura y decidirse a ser el dirigente firme y hábil que reclama un movimiento de la dimensión que él ha convocado. No le asiste la razón al declararse traicionado, pues mal haría alguien en creer e incluso promover que una cúpula directiva de organismos colegiados, como es el Congreso, pudiera comprometer por sí misma determinadas votaciones en nombre de los ausentes, pero nadie le reprocharía al poeta valerse de esa circunstancia para recuperar algo del puntaje perdido con candidez ante tiburones en los que ha querido confiar.
Por otra parte, en algo tiene razón el presunto gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, cuando sentencia con optimismo cromático mal fundamentado que su entidad no es un foco rojo. Es cierto: no es rojo, sino azul, toda vez que, con absoluta autonomía respecto de las autoridades locales, el control del estado es ejercido por policías, soldados y marinos bajo mando federal panista. Sin embargo, se equivoca y miente el mandatario de referencia al pretender que no hay enorme peligro en aquellas tierras. Roja, azul o amarilla, según la tonalidad partidista que se prefiera, Michoacán ha entrado en una fase programada de desestabilización social y política que afecta al proceso electoral en curso y probablemente corroerá la constitución del poder político en municipios, congreso y gubernatura.
Motivos de alerta los hay en demasía y a la vista, no solamente en cuanto a la violencia social inocultable, sino, en especial, por los riesgos cada vez más notables de que bandos del narcotráfico sean utilizados, por quienes tengan la capacidad de controlarlos, para inhibir o definir campañas, postulaciones y resultados electorales. El foco, visto bajo las anteriores consideraciones, es de un rojo intenso, aunque la óptica partidista y presupuestal dominante lo hace ver pintado de azul violento, con ciertos detalles fraternos –el toque femenino– en cacao.
Astillas
Un lector que mantiene comunicación con esta columna desde años atrás, cuyo nombre será omitido, relata y comenta: Lo que sucede en los caminos de Zacatecas es muy alarmante. No hay autoridad que pare los secuestros y asaltos a los conductores. En mi trabajo conozco a dos personas que fueron asaltadas en la carretera. Un amigo fue secuestrado, usado como tiro al blanco y casi muere. Conozco al menos cuatro casos más, confiables, en los que personas cercanas han sufrido algún tipo de asalto. En estos casos, no sé los detalles. Pero es un infierno el tiempo en que se convive con los asaltantes. Lo triste es que es algo normal. En el trabajo tenemos prohibido viajar en ciertas rutas. No podemos ir un fin de semana a Zacatecas. Y estoy convencido de la complicidad de las autoridades. Es deprimente la impotencia que sentimos. Es como si viviésemos en un estado de sitio. Es una dictadura; el miedo es su aliado... Wilfrido Salazar comenta que le gusta mucho leer esta columna, prácticamente no me pierdo ninguna, lo que más me gusta es que estás bien informado y escribes con bastante malicia, pero me pregunto yo si aparte de eso no sería conveniente darle a la columna un mayor toque de formalidad... ¿Quién dijo ayer que México es un país muy afortunado? A) Carlos Slim. B) Los hijos de Marta Sahagún. C) Elba Esther Gordillo. D) Norberto Rivera Carrera... Y, mientras han aparecido los encuestadores, afortunadamente a salvo, ¡hasta mañana, con un alegre personaje recorriendo el país para levantar banderitas blancas anunciadoras de presuntos paraísos médicos masivos que se caen apenas unos minutos de enarboladas para la foto!
Fax: 5605-2099 - juliohdz@jornada.com.mx
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