domingo, junio 12, 2011

Gobierno y televisoras, a la baja : Raúl Trejo Delabre

Raúl Trejo Delabre
Gobierno y televisoras, a la baja
Sociedad y poder
Raúl Trejo Delabre




El desencuentro del presidente Calderón con los medios de comunicación es parte de su alejamiento respecto de la sociedad. A unos y otra, los trata con una torpeza sorprendente. De los medios, el presidente se queja tanto y con tanta ingenuidad como si hasta ahora no hubiera sabido que expresan intereses, siempre parciales, y que su pretensión para que informen de manera equilibrada no es más que una quimera impropia de un gobernante al que se suponía con experiencia política.


Con la sociedad, de plano ignora cómo relacionarse. A estas alturas de su desafortunada gestión por lo general evita el contacto con grupos de ciudadanos, pero se mantiene atento a los estudios de opinión que registran una desconfianza creciente en sus decisiones. Hace pocos días, la encuesta GEA-ISA encontró que el 54% de los mexicanos desaprueba el desempeño de Calderón como presidente de la República.



Inhábil y confundido, pero además ofuscado para que su partido gane las elecciones presidenciales del año próximo, el presidente Calderón ha decidido comprar el respaldo de la televisión. Si no es con sus acciones como gobernante, al menos quiere tener una imagen propicia en la sociedad merced al aplauso de los consorcios mediáticos. Como esa adhesión jamás resulta desinteresada, el gobierno gasta montones de dinero para obtenerla. Entre enero y marzo recientes, la administración federal desembolsó el doble del dinero que había destinado a contratos de publicidad en el primer trimestre del año pasado. En vez de 276, fueron 525 millones de pesos. La mayor parte de tales montos es destinada a las televisoras privadas.



Además, el gobierno pretende consolidar la adhesión de Televisa ofreciéndole todos los beneficios posibles. Luego de venderle barata la fibra oscura de la Comisión Federal de Electricidad para una red nacional de transmisión de datos, de otorgarle espectro radioeléctrico a precio de ganga con la Licitación 21 y de permitirle acaparar como nunca antes el mercado de la televisión por cable, el Calderón ayuda a Televisa al oponerse a que haya otras opciones en el campo de la televisión.



El rechazo oficial para que las empresas de Carlos Slim difundan televisión no se debe a motivos técnicos, ni financieros, sino a una costosa jugada política. El presidente quiere rivalizar con el PRI y Enrique Peña Nieto en la disputa por los favores de Televisa. Y como lo que esa empresa abomina es la competencia, el gobierno hará todo lo posible para que no surjan otras opciones de contenidos audiovisuales.



Sin embargo también esa apuesta del presidente Calderón está resultando fallida. Nadie le ha explicado, o no quiere conocer, las nuevas limitaciones de la televisión abierta. Hace 10 años los ratings más altos de Televisa estaban alrededor de los 35 puntos. Hoy, sus programas de mayor audiencia difícilmente superan los 10 u 11 puntos.



La audiencia de la televisión abierta ha caído a más de una tercera parte, al mismo tiempo que crecen los televidentes de los sistemas de pago. Además ganan presencia pública otros mecanismos de difusión (radio, Internet, etc.). Todo ello contribuye para que la televisión abierta, en la que tantas ilusiones (y dinero nuestro) ha invertido Calderón, pierda capacidad de influencia.



Durante las semanas recientes, la batalla de Televisa y TV Azteca contra Slim y sus empresas ha incluido spots muy drásticos en los canales de esas empresas. Sin embargo la imagen de ese empresario sigue siendo más favorable que la imagen de las televisoras.



La encuestadora María de las Heras encontró hace algunos días que, pese a la acometida de las televisoras, el 53% de los ciudadanos tiene una opinión favorable de Slim. Al 58% le gustaría que Slim pudiera entrar al mercado de la televisión de paga. El 53% opina que para romper el dominio de las televisoras es necesario que a ese mercado llegue un empresario como el dueño de Telmex. Y al 55% le resulta claro que el presidente Calderón ha tomado partido a favor de Televisa y Azteca (El País, 7 de junio).


La licitación de concesiones para televisión abierta o la revisión del título de concesión que le impide a Telmex ofrecer televisión por el cableado telefónico no deberían resolverse a partir de encuestas. Lo que esos datos confirman es el fracaso de las televisoras para erosionar, igual que para erigir reputaciones. En otras palabras, confirman que también en esas decisiones el presidente Calderón se ha equivocado. Ha querido depender del beneplácito de dos empresas cuyas audiencias y capacidad de manipulación van a la baja. Igual que el gobierno.

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