miércoles, junio 15, 2011

Clembuterol en la política : Alejandra Barrales

Alejandra Barrales 
Clembuterol en la política 
alejandra.barralesm@gmail.com 


El uso del clembuterol tanto en deportistas como en la crianza de ganado provoca el desarrollo de la masa muscular, a pesar de ser una sustancia prohibida muchos lo usan para obtener una ventaja. En la política hay recursos que debieran estar restringidos porque no se pone en juego una competencia deportiva, su uso impacta de manera directa en el futuro de la gente.
Podríamos decir que en la política el clembuterol es la retórica, ese recurso discursivo donde el político no dice nada, no se compromete a nada, pero suena bien, es un músculo desarrollado para poder persuadir o engañar. Requiere de un entrenamiento especial y habilidades verbales, pero esa virtud no resta el impacto del engaño.
El clembuterol tiene una razón que le dio origen en el uso médico para las personas que padecen asma, la retórica de acuerdo con la Real Academia de la Lengua es el “arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia para deleitar, persuadir o conmover“; pero en ambos casos su consumo se puede pervertir.
Otro símil de esta sustancia prohibida es la imagen, construir a partir de una visión todo un proyecto político. La apariencia puede ser engañosa, pues en política vemos actores que se preocupan por dar esa impresión, sin importar los resultados que realmente pueden ofrecer en su ejercicio público.


Explotar la imagen, no es lo mismo que ser eficiente y capaz, el clembuterol altera el sistema nervioso del organismo que lo consume, la apariencia altera la visión de lo que puede ser real. Hay un problema cuando la comunicación política se convirtió en marketing político, en productos vendibles.
Una sustancia prohibida más es la mentira. Es el recurso más común y a pesar de que la realidad diga lo contrario, hay políticos que se aferran a ese discurso. La mentira puede ser muy peligrosa, si la gente la cree, cuando la población se percata de ello el efecto es contraproducente a quien lo dice.
De acuerdo con estudios de opinión, los políticos figuran entre los actores que menos confianza generan en la población, porque les han mentido. La gente no olvida ni promesas de campaña, ni propuestas incumplidas. A nadie le gusta que le mientan, pero algunos lo hacen muy bien por tanta práctica y en la historia de nuestro país hay grandes mentirosos.
El doble discurso es otro recurso que debería estar eliminado en la política porque esta sustancia logra que quien lo consume genere un efecto engañoso en la gente, entre lo que dice y hace.
Entonces podríamos señalar que el clembuterol de la política es la retórica, la imagen, la mentira, el doble discurso, el uso de esas sustancias genera dependencia, pero se valen de ellas para mejorar las marcas electorales a costa de engañar a una población.
Por eso hay que aplicar el antidoping con un voto razonado. La soledad del ciudadano frente a la papeleta electoral y su libertad de elegir a sus representantes y gobernantes son la mejor prueba.
En ese sentido quienes estamos en la izquierda podemos sentirnos orgullosos de ser políticos que no consumen clembuterol, que desde esta posición ideológica se ha contribuido a la construcción de la democracia en nuestro país.
Somos buenos deportistas en la pista política, no necesitamos de ningún clembuterol, podemos salir a la calle para aplicarnos la prueba del antidoping con la gente. El Distrito Federal, con la población más educada, informada y demandante, ha aprobado el examen y esa es nuestra mejor prueba.
El país necesita otra clase política, en la que sienta confianza, en la que se vea representado y no se sienta utilizado. Políticos que no requieran de clembuterol.
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