sábado, noviembre 06, 2010

Guillermo Fabela Quiñones : Sigue “montado en su macho”

Sigue “montado en su macho”
Apuntes
Guillermo Fabela Quiñones



El futuro de una nación corre un grave peligro cuando quien detenta el mando de las instituciones del Estado, vive ajeno a la realidad. Sólo pueden esperarse acciones erróneas, equivocadas, sin ningún sustento válido. Cabe tal señalamiento por la terquedad de Felipe Calderón de mantener una “estrategia” de combate a las bandas delictivas, cuyos resultados son opuestos al objetivo buscado. Así lo patentiza el aumento de la violencia en el país, con las dramáticas consecuencias que tiene un flagelo que es promovido desde las más altas esferas del poder. Lo es, en efecto, porque con su absurda postura, el inquilino de Los Pinos ha propiciado el fortalecimiento del crimen organizado, hasta convertirlo en un poder paralelo que dificulta aún más la gobernabilidad en el país.
Luego de cuatro años de un constante incremento al presupuesto de la Secretaría de la Defensa Nacional, que pasó de 26 mil 031 millones de pesos en 2006, a casi 64 mil millones en 2011, los resultados obtenidos son absolutamente contrarios al objetivo de reducir la capacidad de maniobra de las bandas delictivas. Pareciera que a mayor gasto destinado a su combate, más se fortalecen en todos sentidos. Así lo demuestran los hechos, a pesar de los espectaculares decomisos de drogas, armas y dinero a las narcomafias, que a la fecha no han servido de nada positivo. El flagelo sigue más vivo y activo que nunca, como si con cada “golpe” a los narcotraficantes recibieran en realidad un impulso para seguir avanzando.

Según Calderón, la presencia del Ejército en las calles, ha sido “enormemente valorada por los mexicanos, quienes aplauden a los soldados de México al avanzar por las calles en defensa de su seguridad y su libertad”. ¿Qué mejor prueba de que vive ajeno a la realidad? En los hechos sucede exactamente lo contrario, ya que la ciudadanía está consciente de que la violencia se recrudeció a partir de que las Fuerzas Armadas salieron de sus cuarteles a cumplir tareas policiales. De ahí que vaya en aumento el reclamo de la sociedad a que los soldados sean regresados a sus cuarteles, reclamo que han hecho suyo múltiples organismos no gubernamentales del país y del extranjero. Y por si no bastara, diversas personalidades nacionales y extranjeras han insistido en esta demanda, entre ellos varios premios Nobel.
Sin embargo, Calderón sigue “montado en su macho”, sin ver ni oír lo que sucede a su alrededor, como si el único objetivo de su “gobierno” fuera acabar con el prestigio del Ejército y la Marina de México, pues a final de cuentas es lo único que en verdad se ha conseguido. Es evidente un divorcio cada vez más acentuado entre las Fuerzas Armadas y el pueblo, situación a todas luces inconveniente, sobre todo en un entorno como el que vivimos los mexicanos en la actualidad, de grave deterioro social y económico que afecta de manera muy dramática a las clases mayoritarias. Pareciera que se busca a propósito tan absurdo objetivo, para que los soldados no tengan empacho en cumplir sin chistar tareas represivas.
Así lo deja ver el falso planteamiento del inquilino de Los Pinos, de que “el mayor peligro a la libertad es la criminalidad”. Es absolutamente falso porque la criminalidad es la consecuencia de causas profundas que inciden en la descomposición del tejido social. Sabido es que mientras no se corrijan las causas de este fenómeno, la criminalidad irá en aumento. Pero Calderón parece no saberlo, o si lo sabe no quiere aceptar la necesidad imperativa de dar marcha atrás a su fallida “estrategia” anticrimen. ¿Por qué? Responder a esta simple pregunta no es fácil debido a la complejidad de los intereses en juego, pero baste referirse al hecho inobjetable de que un entorno diferente en el país, de paz social, no sería propicio para poner en marcha políticas públicas que sólo favorecen a una minoría cada vez más selecta.
Es aberrante decir que “el mayor peligro a la libertad es la criminalidad”, cuando más de la mitad de la población nacional sufre el flagelo de la pobreza extrema, situación que no permite gozar de una libertad elemental, por estar sumida esa población en la esclavitud de la lucha por la sobrevivencia. Es tan absurdo tal planteamiento como el anuncio radiofónico donde una pareja decide pasar el fin de semana en Los Cabos, así de buenas a primeras, y hacen una reservación a una línea aérea (la que paga el anuncio) para cumplir su capricho. ¿Quiénes pueden darse semejante lujo hoy en México? ¿No es una demostración de la falta de libertad que tiene la inmensa mayoría de ciudadanos, incapaces de viajar ya no a Los Cabos en avión, sino a Guadalajara en autobús?

(gmofavela2010@hotmail.com)

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