jueves, octubre 08, 2009

Condenados por la Derecha Fascista: María Teresa Jardí.

Condenados por la Derecha Fascista
2009-10-08



Por María Teresa Jardí

Mientras los impresentables Congresos a modo legislaban en términos de las órdenes recibidas por la jerarquía de la involucionada Iglesia Católica mexicana. La impresentable Corte mexicana descubría el hilo negro y se iba enterando de que en Oaxaca se violaron derechos humanos y garantías individuales.

Y, hoy, perdido ya todo decoro y cancelada la más elemental de las inteligencias, buscando, juntos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial que el pueblo estalle para de inmediato reprimirlo, por boca de uno de los más impresentables ministros de Corte. Por boca de Mariano Azuela, fascista, fascista, tan fascista que algunos de los seguidores de Hitler se ruborizaría. Le hacen saber al estúpido —que consideran que es el pueblo los tres poderes de la ruborizada, como la Justicia, República condenada a nunca ser una democracia— pueblo, que es como consideran que es el pueblo mexicano y no se diga lo que piensan del oaxaqueño mayoritariamente indígena, que se violaron los derechos y las garantías porque las víctimas eso provocaron que se hiciera y por lo tanto merecían su destino las víctimas. Claro, ante tantas violaciones el impresentable ministro ponente alguna responsabilidad dice que tienen los policías. Pero estableciendo que la APPO había vulnerado la paz pública justificando con eso incluso a la impresentable policía cumplidora de las órdenes recibidas.
La Corte mexicana está legalizando la dictadura, como hizo la hondureña, igual de impresentables ambas.
Porque que nadie dude que la Corte en pleno legalizará el proyecto del impresentable y bien pagado ministro a modo de la derecha fascista que dicta hoy en México todas las reglas buscando de manera acelerada el estallamiento del pueblo al que va llenando de ira con resoluciones como la de la ACTEAL, liberando a los asesinos de desprotegidos indígenas y como la de Azuela justificando la brutal represión en contra del pueblo oaxaqueño que apoyaba a la APPO, represión decidida de común acuerdo por el impresentable esposo de la Sahagún y por el asesino Ulises Ruiz.
Acabo de pasar unos días en Oaxaca. El respeto de la gente de a pie, de los hombres y mujeres comunes y corrientes, de todos los sectores sociales, es para la APPO. Aunque la gente sabe que algunos miembros de esa organización se convirtieron en comprados traidores. Como Muñoz en el caso del SME. Los cañonazos de la fascista derecha, corruptísima, ya se sabe que hoy son de muchos millones de pesos, cuando no de dólares. Pero aun sabiendo lo anterior y por eso es aún más admirable el respeto de pueblo oaxaqueño a esa lucha. Mientras que generalizado es el desprecio absoluto que en todos los sectores sociales también siente la gente por Ulises Ruiz a quien no hay nadie que no considere un asesino, además de un desgobernante corruptísimo.
La situación es deplorable en Oaxaca. Una capital, como la de Mérida, con un crecimiento inconcebible, por innecesario: plazas, centros comerciales, desarrollos urbanos… Y en municipios, a unos cuantos kilómetros, dos o tres de la capital, ya prácticamente municipios convertidos en parte de la capital, donde la gente sobrevive en una pobreza que da grima. Y donde a pesar de la pobreza inaudita los habitantes tienen que comprar el agua que se les vende en pipas. Porque para esos lugares el desgobierno destina sólo unas gotas de agua cada día. Municipios donde la gente se ve obligada incluso a robar las campanas de las iglesias. Campanas que tienen que ser descolgadas cada noche para por la mañana no encontrarse los fieles con que han sido robadas. Lo que ha pasado ya con muchas. Tanta es el hambre de la gente que se ve obligada a cometer esos robos, porque el badajo de las campanas, para que suene, se elabora con una aleación que contiene algo de oro, me explica la gente…

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