viernes, septiembre 18, 2009

Sergio Cortés Sánchez escribió este artículo



CARPETA
El aborto de la democracia

SERGIO CORTÉS SÁNCHEZ

Nos llueve sobre mojado: el derecho al trabajo, a la educación, a la salud, a la vivienda y el disfrute de la garantías constitucionales prometido por el autonombrado gobierno del cambio devino en crisis económica; desempleo, pauperización: degradación de la calidad de vida, creciente inseguridad pública; represión de los movimientos sociales y mayor carga fiscal. No sólo hay inconformidad contra la estrategia económica y la política económica aplicada por el gobierno federal, sino que también hay una pérdida de confianza en las instituciones y un retroceso en el ejercicio de la democracia. Para cuatro de cada cinco ciudadanos del municipio de Puebla “el país está gobernado por unos cuántos intereses poderosos” que actúan para su propio beneficio, y solamente uno de cada siete ciudadanos del municipio de Puebla estima que está gobernado “para el bien de todo el pueblo”.

En estos momentos, el 84 por ciento de los ciudadanos se siente “nada satisfecho” o “no muy satisfecho” con el funcionamiento de la democracia; el año anterior, ese porcentaje fue de 75; en el primer año de gobierno de Felipe Calderón el porcentaje fue de 66, y en el último año de gobierno de Vicente Fox, los ciudadanos que se sentían insatisfechos eran el 58 por ciento. Expresado en una escala del 0 al 1, donde el cero es nada satisfecho y 1 es muy satisfecho, en el año 2006 la valoración de la satisfacción fue de 0.41, en 2007 era ya de 0.38; el año pasado, bajo a 0.34 y hoy, en medio de una crisis no sólo económica sino también de legitimidad, la valoración es de 0.25 (equivalente a “no muy satisfecho con el funcionamiento de la democracia”).

La insatisfacción ante el funcionamiento de la democracia se ha traducido en un menor porcentaje de ciudadanos que prefieren la democracia ante cualquier forma de gobierno y en un aumento de los ciudadanos a los que no les importa que el régimen sea democrático o no. Ante la disyuntiva de apoyar o no a un gobierno militar si las cosas se tornan difíciles, los que lo apoyarían son el 25 por ciento y lo que no lo apoyaría son el 69 por ciento; un año antes, esos porcentajes fueron de 20 y 73 respectivamente. Hoy (y también el año anterior), el 63 por ciento de los ciudadanos consideran que un régimen militar no puede resolver más cosas que un régimen democrático y el 26 por ciento dice que sí puede. Si los problemas económicos pudieran ser resueltos por un gobierno militar. Al 36 por ciento de los ciudadanos no le importaría y al 58 por ciento si le importaría.

Si los ciudadanos deben de elegir entre vivir en democracia, pero en desorden o vivir en orden pero sin libertad, por lo primero se pronunció el 56 por ciento y por lo segundo, el 36 por ciento. No obstante que se prefiere la democracia a la dictadura, el 56 por ciento de los ciudadanos dice que un poco de mano dura del gobierno no viene mal en tanto que el 36 por ciento dice que no se requiere más mano dura para gobernar; ese exceso de rudeza lo desean en un régimen no militar que resuelva en eterno problema de la inseguridad pública y del crimen organizado.

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