Reforma laboral: menos mercado interno y menos
productividad
Antonio Gershenson
Esta reforma ligera que se insiste en imponer, no sólo
afecta a numerosos trabajadores y trabajadoras. No sólo aumenta la miseria y
afecta la regularidad del trabajo. No sólo se daña la salud de muchos. No sólo
disuelve familias, por la dificultad de mantenerlas.
También daña la economía nacional. Se reduce el monto de
la economía interna del país. Favorece aún más la crisis. Y también afecta la
productividad: los despidos frecuentes afectan la calificación de los
trabajadores.
La ignorancia de funcionarios les hace hablar de que los
salarios más bajos son los de China. Pero si simplemente leemos un poco más,
sabremos que ha habido en ese país huelgas con aumentos de salarios, y aumentos
de los mismos decretados por regiones. Un reportaje en una revista extranjera
entrevista a un empresario de habla inglesa que vive en Hong Kong, pero que
tiene una fábrica en una ciudad vecina, Guangzhou. El empresario se queja de
haber tenido que reducir el número de sus trabajadores, porque los salarios
aumentaron en total en 20 por ciento. Y tuvo que aumentar la automatización. El
periodista le preguntó que por qué no cambia su planta a India, donde los
salarios son mucho más bajos. Y la respuesta fue que los trabajadores chinos
producen con mucha mayor calidad, y que eso es básico para las ventas.
Aquí se está generando un proceso inverso. Y peor será
con la reforma laboral. Menos mercado interno, y menos productividad. Los
despidos frecuentes no sólo afectan la vida de los trabajadores, sino que la
dificultan para un trabajo calificado.
Hay partes del país en las que el atraso ha llegado más.
Se acaba de informar en estas páginas, en Coahuila, que hay zonas agrícolas en
varios estados, en que los trabajadores no reciben prestaciones, les retienen
sueldos, y hay ahí tiendas de raya, como en tiempos de Porfirio Díaz. ¿Qué tan
porfiriana quieren que sea la reforma laboral?
La creciente entrega al extranjero que se ha dado en los
sectores petrolero y de electrización, se anuncia como incluso mayor. Está
expresamente anunciada. ¿Y la refinería? Nada. El gobierno saliente sólo a
veces hablaba del asunto, y sólo hablaba. El oficialmente entrante, ni habla de
eso, y resumo algunos puntos del futuro gobierno del PRI, y sus futuros
funcionarios.
La entrega anunciada de Pemex:
Peña Nieto quiere romper el monopolio de Pemex en las
áreas de refinación y exploración. Está a la derecha de lo que estuvo el PRI en
2008, cuando sólo el gobierno panista plantea que las refinerías fueran de
empresas transnacionales. Los votos del PRI y de la izquierda decidieron que la
refinería fuera mexicana y de Pemex. El gobierno saliente dejó parada y saboteó
la refinería, resultado del acuerdo de la mayoría del Congreso.
En cuanto a la exploración, hay antecedentes de entregar
incluso grandes terrenos a trasnacionales de yacimientos productores de
petróleo y gas, pero en estas afirmaciones de los mencionados funcionarios, no
se plantean limitaciones.
El territorio de Burgos fue entregado a 7 trasnacionales
para la explotación de gas. Se entregó incluso a 20 años. Se decía que la
tecnología de las trasnacionales permitiría una mayor producción. Sin embargo,
su producción llegó hasta sólo 1,515 mpcd (millones de pies cúbicos diarios) en
2009, y luego viene cayendo para llegar, en 2012 y hasta julio, a 1,314 mpcd,
con una baja de 13 por ciento.
Funcionarios del priísmo actual –muy a la derecha de
otros priístas– manifiestan que les urge entregar a empresas privadas el gas de
pizarra. No sólo no les importa la importancia de tratar con cuidado esa
sustancia, sino que tampoco les importa Pemex. No es de balde que varios países
de Europa han frenado o de plano dejado a un lado ese tipo de gas, que derrocha
agua en cantidad y otras sustancias útiles.
Y funcionarios actuales, lo hemos señalado, tienen un
programa de compra masiva de gas natural a Estados Unidos, para ir relegando
los bienes nacionales y generando una dependencia creciente de esta sustancia
estratégica.
De modo que estos cambios que pretende este priísmo no
son del gusto de los empresarios nacionales, por lo menos no de todos. A
patrones que tienen visión incluso de sus intereses pero de más largo plazo,
saben que estas medidas lo van a afectar o incluso a quebrar.
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