Julio Hernández López
Astillero
(Nada) fuertes indicios
Cadáver fugitivo
Coahuila, ¿venganza?
Abatir a Lazcano
Las campañas calderónicas de imposición de
presuntas verdades mediante propaganda intensiva devinieron esta vez en un
fiasco tragicómico. No corresponde a una administración pública medianamente
aceptable el anunciar solamente a partir de fuertes indicios la
presunta muerte de uno de los jefes del narcotráfico más peligrosos y más
buscados, y menos con una especie de cadáver fugitivo como sustento, pues a
pesar de la enorme importancia que habría tenido la preservación de ese cuerpo
y de su relación directa con hechos en los que habría participado la
férreamente controladora Marina, resulta que en primera instancia se había
hablado de que tales restos habían sido entregados a supuestos familiares por
un agente del ministerio público increíblemente rápido y humanitario en el
desahogo de sus asuntos, aunque luego se estableció que habían sido recuperados de
una funeraria por un comando integrado por zetas, en nuevas estampas de
ese mundo de irrealidad irónica y dolorosa a la que antes aquí se ha descrito
como “historiasnarcokafkianas”.
Establecida como verdad oficial con base en
esos entecos argumentos (la Marina tiene fotografías mal tomadas y habla de
huellas digitales; la procuraduría coahuilense se suma con base nomás en su
mero dicho, y el licenciado Calderón felicita a la Marina a partir de los ya
famosos fuertes indicios), la muerte del jefe de los Zetashabría
tenido una sorprendente coincidencia con dos hechos políticos relevantes: las
peculiares investigaciones, correspondientes a una justicia de castas, correspondientes
al asesinato del hijo de Humberto Moreira; y la reunión de cuatro horas entre
Peña Nieto y Calderón, a quienes acompañaron miembros de sus correspondientes
equipos de trabajo, y la convocatoria y posterior cancelación de una
conferencia de prensa.
Dado que no se ha producido información
oficial sobre lo ampliamente tratado en ese conciliábulo del lunes, y habida
cuenta de que la detención del presunto Heriberto Lazcano Lazcano se había
producido el domingo, resulta casi imposible que en la sesión de Los Pinos no
se abordara con precisión el caso del abatimiento, sobre todo si se toma
en cuenta la gran cercanía del antes mencionado Moreira con Peña Nieto. También
suministra material para las especulaciones profundas el llamado a conferencia
de prensa y posterior supresión, como si a última hora hubiera aparecido en el
escenario el increíble caso del cadáver que sin la marina protección que su
relevancia ameritaba habría sido retirado de circulación por causas aún por
esclarecer, quitándole al gobierno federal su única carta de autentificación
incontestable o, por el contrario, haciéndola desaparecer voluntariamente para
instaurar, sin explícitos desacuerdos con la realidad, la versión oficial de la
muerte de Lazcano nomás porque así lo aseguran quienes en muchas otras
ocasiones han fallado grotescamente en estos temas.
El otro punto oscuro, o muy claro, según se
quiera ver: las matanzas rutinarias y sin investigación ni castigo se toparon
en Coahuila con una excepción notabilísima. Fuerzas gubernamentales coordinadas
como nunca (o al menos eso se esmeraron en demostrar) realizaron una
vertiginosa indagación sobre el asesinato del hijo de Humberto Moreira (ex
presidente nacional del PRI, ex gobernador del estado y hermano del actual
ocupante de este mismo cargo) y presentaron contundentes primeros resultados
que apuntan a la participación homicida de agentes policiacos de Ciudad Acuña y
pistoleros pertenecientes a los Zetas.
Ya es de suyo muy preocupante que quienes
gobiernan el país y los estados estén dispuestos a practicar de manera pública
y notoria una disparidad escandalosa para atender con rapidez, recursos y
supuesta precisión solamente uno de las decenas de miles de casos similares que
pueblan el historial de la necropolítica instaurada por Felipe Calderón. Pero
esa súbita y elitista preocupación supuestamente justiciera de las
administraciones federal y coahuilense coincidió con el abatimiento del
jefe de la organización cuyos pistoleros han sido acusados de controlar a
policías de Ciudad Acuña y de haber ejecutado a José Eduardo Moreira.
Abatimiento, se ha dicho una y otra vez en
las declaraciones oficiales sobre el asunto, como si la legislación vigente
contemplara tal posibilidad. No se reconoce que hubiera habido asesinato, ejecución u
homicidio, sino un abatimiento. Es decir, al presunto Lazca se
le derribó intencionalmente, se le tumbó, como acto específico de exterminio,
sin pretensión alguna de detención, consignación y procesamiento de un presunto
criminal que habría sido la cabeza de una crudelísima organización
delincuencial y por tanto podría ser objeto de los peores deseos vengativos por
parte de ciudadanos que hubieran sufrido la inenarrable violencia de ese grupo
y su hasta ahora escurridizo líder, pero al cual las autoridades deberían haber
cuidado para que siguiera con vida, pudiera hacer declaraciones (en San Luis
Potosí, una especie de tesorero de El Talibán, que era parte de la cúpula
de los Zetas, llevaba consigo una nómina de pagos mensuales a autoridades
del gobierno del estado por casi 700 mil pesos) y fuera sometido al
imperio de lo que quedara de aquello alguna vez llamado justicia. Pero, en
realidad, ese cuerpo no fue cuidado ni siquiera ya difunto, a tal grado que se
esfumó y con él la posibilidad de confirmar verdades o mentiras en estas
semanas finales del sexenio de la muerte, con el relevo de tres colores listo
para continuar la historia.
Y, mientras se establece la conexión entre la
fuga de 131 del penal de Piedras Negras el pasado 17 de septiembre, el
asesinato matutino de Alejandro Treviño, sobrino del Z-40 (Miguel
Ángel Treviño, segundo en el mando), por policías de élite del gobierno de
Rubén Moreira, la ejecución nocturna del hijo de Moreira ese mismo
viernes 3 de octubre, y el presunto abatimiento del máximo jefe zeta (Heriberto
Lazcano), ¡hasta mañana, con el gobierno de Nuevo León corriendo a cerrar el
expediente del casino Royale, aprovechando el tema Lazcano!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio
Astillero
No hay comentarios.:
Publicar un comentario