Ejercicio democrático en Venezuela
EDITORIAL DEL DIARIO LA JORNADA
En la elección presidencial realizada ayer en Venezuela
se puso en juego mucho más que la titularidad del Poder Ejecutivo: los comicios
fueron una suerte de referéndum sobre la continuidad de un proyecto de
transformación social de gran calado emprendida por la vía democrática a partir
de 1998 y refrendado por la mayoría de la sociedad venezolana en tres ocasiones
sucesivas, contando la de ayer.
Con independencia de la simpatía o la aversión que
suscite el programa de gobierno de Hugo Chávez y su personalidad, sin duda
polémica, los epítetos dedictador y autócrata que le han lanzado
la derecha venezolana e internacional deben ser contrastados con el formidable
ejercicio cívico realizado ayer, en el que la participación ciudadana alcanzó,
a decir de Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral, una
de las más altas en las recientes décadas.
Otro hecho que pone de manifiesto el carácter real del
gobierno chavista es que, mientras que el ex militar ha sometido su permanencia
en el poder al veredicto popular, un sector de sus adversarios ha recurrido, en
su empeño por sacarlo del Palacio de Miraflores, al golpe de Estado. Resulta
significativo, a la luz de estos hechos, el empeño de medios y gobiernos
oligárquicos en seguir caracterizando al gobernante venezolano como
antidemocrático y autoritario.
Más allá de sus fronteras, en donde los resultados de la
elección de ayer otorgan un sexenio más al oficialista Partido Socialista Unido
de Venezuela (PSUV), el resultado tiene una proyección latinoamericana,
continental e incluso mundial que no debe dejarse de lado. En primer término,
la permanencia del chavismo en el gobierno de Caracas fortalece a la Alianza
Boliviarana para los Pueblos de Nuestra América, que agrupa a Antigua y
Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y Granadinas,
además de la propia Venezuela; a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (Celac), que aglutina a todas las naciones del continente, con
excepción de Estados Unidos y Canadá, así como al Mercosur, instancias
políticas y económicas que buscan la integración del subcontinente y que han constituido
un contrapeso saludable y necesario a la proyección hegemónica del poderío
estadunidense sobre la región.
No hubo, durante la jornada, denuncias por
irregularidades o manejos turbios del sufragio popular, y por la noche el
principal candidato opositor, Henrique Capriles, reconoció la civilidad que
imperó en la jornada electoral y felicitó al mandatario por su triunfo.
En suma, a pesar de la polarización que el gobernante
venezolano genera en su país y fuera de él, todo parece indicar que la elección
ha servido para resolver en forma pacífica y democrática las diferencias
políticas consustanciales a cualquier sociedad y no para enconarlas y
mutiplicarlas, como ha venido sucediendo, por desgracia, en nuestro país.
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